La naturaleza siente horror al vacío, decían los clásicos, pero el Parlamento es cultura, exquisito producto civilizatorio, y por tanto ama el vacío en todas sus infinitas expresiones. El vacío curricular de muchos diputados, el vacío del salón de sesiones fruto de sucesivas oleadas de exilio callejero hacia la cafetería más cercana, el vacío de los argumentos políticos basados en la descalificación y/o el desprecio, el vacío de inteligencia de las preguntas de la oposición y el vacío de las respuestas de los consejeros escritos por el último achichincle del gabinete de prensa. Claro que respecto a esto último las cosas, en la pasada legislatura era peor, porque el viceconsejero de Comunicación ordenaba una nota al director general, el director general se la exigía al jefe del gabinete y el jefe del gabinete la remitía a un esclavo que tenían encerrado en los subsótanos de Presidencia del Gobierno. El pleno que comenzó ayer y continúa – es una suposición – esta mañana fue, en síntesis, un pleno parlamentario ejemplarmente vacuo y lirondo que podríamos habernos saltado para ir a aprobar definitivamente los presupuestos generales de Canarias para 2025, a ver si se hace algo.
La verdad sea dicha el cronista entiende menos a la oposición – que como diría Joaquín Sabina siempre actúa como la indignada cofradía del santo reproche – que al Gobierno. El actual Ejecutivo se entusiasma consigo mismo menos que el anterior, pero le incomoda mucho menos la oposición. En un momento de Casablanca un pobre diablo le pregunta a Rick en su café: «¿Me desprecias, verdad?». La respuesta es una frase maravillosa en una película hecha con frases maravillosas: «Si pensara en ti lo haría». El Gobierno, si pensara en la oposición, la despreciaría, pero eso no ocurre casi nunca. Vale la pena señalar, por ejemplo, un modelo estólido de pregunta al presidente, al vicepresidente e incluso a los consejeros que pusieron de moda Sebastián Franquis y Nira Fierro, versión sanchista de Batman y Robin, capaces de liberar al Pingüino por convicción ecosocialista. El modelo consiste en hacer una pregunta muy general al presidente. Franquis le dedicó una de estas guanajadas a Fernando Clavijo ayer. «¿Considera que el proyecto de ley de los presupuestos generales de la Comunidad autonómica responde a las necesidades de Canarias?» Supuestamente esto le da ocasión para poder descalificar al presidente y su Gobierno con un comentario enciclopédico. Lo malo es que el presidente lo sabe y se limita a decir: «Por supuesto». Y cuando Franquis termina su perorata Clavijo puede responder a la misma. ¿A quién se le ocurre en el PSOE este tipo de preguntas en las sesiones de control al Gobierno? Un día llegará Franquis a la Cámara y le preguntará a Clavijo si la lluvia moja y creerá que ya lo tiene pillado y le hará morder el polvo. Un sospecha que, después de unos meses, estas preguntas genéricas están más relacionadas con la gandulería de los interrogadores, incapaces de esforzarse para detectar contradicciones, falsedades y errores en la gestión del Gobierno que con ninguna estrategia parlamentaria.
Se comentó durante medio pleno la muy tensa reunión previa de la Mesa del Parlamento. Todos estaban muy irritados con las ocurrencias de la presidenta, Astrid Pérez, que, después de votar que sí, ahora descalifica el incremento de las dietas de los diputados, se mete con los tinerfeños que las cobran aunque vivan al lado del Parlamento – en realidad tiene compañeras del PP que viven a decenas de kilómetros de distancia – y muestra su triste impotencia para arreglar todo esto porque está «solita» en la Mesa. Pérez cobró tristemente el mes pasado unos 7.000 euros en concepto de dietas, probablemente, uno de los instantes más amargos de su vida. La Mesa está bastante harta de la presidenta Pérez, pero tendrá que comérsela con papas bravas, igual que todas sus señorías, porque ni el Estatuto de Autonomía ni el reglamento parlamentario contemplan ningún procedimiento para remover al presidente de la asamblea. La señora Pérez, en resumen, es absolutamente intocable. Es la figura política que más cobra en Canarias y, a la vez, no puede ser desalojada del cargo por ningún procedimiento jurídico o reglamentario. Es como el Buda viviente, pero con unos ingresos de exitoso empresario surcoreano.
Por lo demás, lo dicho, un vacío trufado de lo de siempre: Casimiro –otro Buda más que viviente, inmortal – repartiendo consejos sobre las inundaciones en Valencia y el cambio climático, Luis Campos, que con su voz actúa de despertador de sus señorías más dormilonas, preguntando sobre si se llegará a un acuerdo para la reforma de la ley de Extranjería, los ultraderechistas, que prefieren que los migrantes se mueran entre los suyos de hambre que ahogados en el océano y todavía se les llama racistas, David Toledo interpretando a Secundino Delgado y recordando a España, esa madrastra arbitraria, Juan García Casañas cubriendo de quesadillas al vicepresidente Manuel Domínguez, Raúl Acosta preguntando de todo a todo el mundo. Más adelante el diputado de NC, Yone Caraballo, tuvo doble trifulca, una por tutear a la diputada del PP Rebeca Paniagua, por lo que fue reconvenido por la presidenta de la Cámara, y otra porque tachó a su señoría de mentirosa y de haber cuestionado su cualificación profesional como enfermero. «Yo no utilicé ese adjetivo, tú, para ofender a nadie», dijo el bueno de Caraballo, que es un pan. Duro como un tonique y sin ninguna miga, pero un pan. n
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