En torno a 20.000 efectivos en los años setenta. Eran los policías del franquismo, el color de su uniforme les dio un mote inmortal, los grises, y comenzaron a ser la cara de la represión más feroz en las manifestaciones universitarias de las dos últimas décadas de dictadura. Encargados de mantener el orden, su actuación quedó restringida exclusivamente al ámbito urbano a partir de los sesenta tras la aparición de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Tal semana como ésta pero de hace 50 años, el Director General de Seguridad prometía destinar 63 millones para las comisarías de Alicante y Elche, una inyección de modernidad para un cuerpo que todavía funcionaría durante la Transición y que sería sustituido en 1978 por el Cuerpo de Policía Nacional.
Aquel chute de dinero sirvió para que unos pocos meses más tarde, en 1975, entrara en funcionamiento en la provincia el célebre teléfono 091, además de una de las actualizaciones más novedosas, la tramitación del DNI de manera informática. «Hecho por una ordenadora», lo anunciaban en la época. Era un paso al frente ofimático, pero también en armamento y material de los oficiales: escudos, casco de protección con pantalla y cubrenucas, escudos antidisturbios mejorados, fusiles…
A pie de calle los temas candentes en aquel mes de noviembre de 1974 eran varios. A medio camino entre Garbinet y el flamante nuevo edificio de Ciudad Elegida, en Juan XXIII, quedaba yermo un descampado que cada vez más se iba llenando de escombros. Aquel territorio comenzaba a dar mal olor, a poblarse de ratas y aquellos meses ya contaba con «toneladas de algas y desperdicios», según este periódico, que lo titulaba como «Un nuevo vertedero». Eso sí, de manera oficiosa. La lucha de los vecinos de los barrios colindantes empezaba entonces. El Ayuntamiento debía posicionarse e intervenir.
Otra de las noticias notorias de aquellos días era el pistoletazo de salida de la cooperativa del Hércules, capital para la construcción de viviendas en el solar que iba a dejar el campo de La Viña. Tras la demolición del estadio floridano quedarían 10.000 metros destinados a bloques de viviendas y 14.000 metros para la plaza que hoy lleva el nombre de una de las casas del Hércules. En esta semana de noviembre de 1974 se anunciaba que las obras empezarían durante el primer semestre de 1975 y que el cupo de socios para la cooperativa era de 387, la misma cantidad de viviendas que se iban a levantar. Estas casas tendrían 90 metros cuadrados, contarían con garaje y valdrían unas 750.000 pesetas. Una de las facilidades sería el pago aplazado gracias a la intervención de la Caja de Ahorros del Sureste, fundamental en todo este proceso del Hércules para vender su viejo estadio y construir el nuevo.
Aquel era tiempo de cooperativas, INFORMACIÓN publicaba esos días que la provincia contaba con un total de 450, entre las que destacaban las de la oliva, con 63 almazaras. También era tierra de siderometalúrgicas y de textil, principalmente en la zona de Alcoy. La provincia de Alicante contaba en 1974 con 140.000 socios que se habían unido para formar aquellas organizaciones democráticas cuya administración y gestión se acordaba de manera multilateral.
El fin de semana fue el tiempo del balonmano y de un Calpisa lanzado hacia el éxito. Aquellos días los alicantinos golearon al Atlético de Madrid por 15-7 y el vestuario no podía ocultar el éxito: «Estamos embalados». Los Perramón, Santos Labaca, Pitiu o Goyo comenzaban a ilusionar de manera desorbitada a una ciudad que vivía una generación dorada de su deporte.
Mientras, Benidorm celebraba sus fiestas patronales y en Sant Joan se sembraba el temor y la incertidumbre entre los agricultores por las mediciones que se estaban llevando a cabo para la construcción de la autopista. «Están haciéndolo sin pedir autorización y nos tememos expropiaciones», comentaban. Si la semana anterior se había extendido la preocupación por una supuesta falta de aceite, ahora la psicosis se había desatado en torno al azúcar. Sin embargo, los profesionales aseguraban que de momento había suficiente hasta julio.
En la cartelera, como esta semana de 2024, se exhibía una película de Clint Eastwood. Hay cosas que no cambian. El Rialto proyectaba Por un puñado de dólares y el Carlos III tenía en cartel La corrupción de Chris Miller, una dirigida por Juan Antonio Bardem y protagonizada por Marisol y Jean Seberg.
Aunque el suceso que más conmocionó a la sociedad alicantina aquella semana fue un tiroteo que se produjo en el Polígono de San Blas. El incidente, que terminó sin heridos, parecía responder a una batalla entre familias y acabó, días después, con veinte detenidos.