La suspensión cautelar, por parte de la Audiencia Nacional, de la orden del Ministerio de Sanidad que limitaba las operaciones de cirugía estética a los profesionales con formación especializada ha supuesto un enorme varapalo para familias como la de Sara Gómez, que murió el 1 de enero de 2022 por las secuelas de una lipoescultura realizada por un cirujano sin la especialidad. El BOE publicó en septiembre esta orden ministerial que establecía restricciones sobre quiénes pueden realizar cirugías estéticas. Ahora, la familia de Sara, impulsores de la conocida ‘ley Sara’, para luchar contra el intrusismo, se siente abatida. «No nos entra en la cabeza que tratar de poner sentido común, lógica y salvar vidas, iba a costar tanto», se lamenta Rubén, su hermano, a El Periódico de España.

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