Mientras en la cumbre del clima COP29 se discute la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hay un país que no es una de las partes de la negociación pero puede convertirse en el mayor emisor de CO2 y metano. Es el país del permafrost cuya aportación al cambio climático crece conforme sube las temperatura del planeta.

El Informe sobre el Estado de la Criósfera 2024 presentado en Bakú durante en su segunda jornada por la International Cryosphere Climate Initiative (ICCI), un colectivo de científicos voluntarios, señala que cuanto más tiempo la temperatura global se mantenga 1.5°C por encima de los niveles preindustriales, y cuanto mayor sea la temperatura, mayor será el riesgo de cruzar puntos de inflexión para los casquetes polares del Ártico y la Antártida, muchos glaciares terrestres y la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC) cuya amenaza se ha llevado por primera vez a la COP ante las nuevas evidencias científicas de su posible colapso.

La criósfera es la parte de la superficie terrestre donde el agua se encuentra en estado sólido, es decir, en forma de nieve, hielo, glaciares, casquetes polares, permafrost y hielo marino. Es una región crucial en la regulación del clima global, ya que refleja la radiación solar y almacena grandes cantidades de agua y carbono. Un punto clave de esta criósfera para el futuro del cambio climático es el deshielo del permafrost. El permafrost es el suelo que permanece congelado durante al menos dos años y su extensión alcanza al 22% del planeta. 

Deslizamiento de tierra en la costa de Alaska por derretirse el suelo.

El hemisferio norte contiene grandes cantidades de carbono orgánico antiguo. Con el aumento de las temperaturas el permafrost se derrite y libera parte de ese carbono. Esta región ha pasado de ser un sumidero que capturaba CO2 a liberarlo por las temperaturas. Cuando el permafrost se descongela los microbios comienzan a descomponer la materia vegetal muerta y a liberar carbono a la atmósfera. El carbono descongelado llega a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO2) y metano, dos gases de efecto invernadero que causan el calentamiento.  

Este es el gran país del permafrost, que según aumenta el calentamiento global emite más CO2 y metano en una espiral contaminante que no tiene fin. “El permafrost ártico y boreal contiene entre 1460 y 1600 gigatoneladas de carbono orgánico, casi el doble del carbono que hay en la atmósfera”, según detalla el Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC). Estas emisiones no están consideradas como parte de las emisiones humanas y no se contemplan en el presupuesto global de emisiones de gases de efecto invernadero, esto es, las que los humanos podemos permitirnos verter en la atmósfera sin conducirnos a una situación catastrófica por el cambio del clima.

Evolución del permafrost
Evolución del permafrost

“El mayor riesgo global se deriva del carbono adicional liberado, que reducirá las emisiones de dióxido de carbono. Carbono liberado, que reducirá el presupuesto de emisiones de carbono de que disponen los países para evitar que la temperatura global media no supere 1,5 °C los 2°C o más”, afirma el informe. “La escala de las emisiones del permafrost en el futuro no obstante, sigue estando bajo control humano, al mantener las temperaturas lo más cerca posible de 1,5°C. Aunque existen grandes rangos para las emisiones futuras del ‘país del permafrost’, es casi seguro que estén en la misma escala que las de los grandes países industrializados y aumentarán con cada décima de grado”, añade.

El análisis y los cálculos del informe son claros: si limitamos el calentamiento a 1,5°C, las emisiones anuales hasta 2100 serán aproximadamente tan grandes como las emisiones actuales de la India 2,5 Gigatoneladas al año. Por el contrario, alcanzamos los 2 °C, las emisiones del permafrost serán aproximadamente iguales a las de la Europa de la OCDE, 3-4 Gt/año. La estimación en temperaturas superiores a 3-4°C en 2100, provocarán hasta 400 Gt. Lo que quiere decir que su efecto será duradero sobre el clima.

Los expertos del International Cryosphere Climate Initiative alertan en el informe que “os cálculos del presupuesto de carbono planetario que nos queda por emitir para no superar umbrales de temperatura incompatibles con la vida “deben tener en cuenta estas emisiones del deshielo del permafrost para determinar con exactitud cuándo y cómo las emisiones alcanzan la neutralidad del carbono; y no sólo hasta 2100, sino más adelante. Las medidas que tomen hoy los responsables de retrasar las medidas para reducir las emisiones de CO2 comprometen a las generaciones futuras a compensar el carbono del permafrost”.

Un país que se rompe

Una casa de Alaska se cae al derretirse el suelo.
Una casa de Alaska se cae al derretirse el suelo.

El deshielo del permafrost debilita el suelo en las regiones árticas, lo que provoca el colapso de infraestructuras esenciales como edificios, carreteras y otras construcciones. Este problema es especialmente grave en países como Rusia, Canadá y EE.UU. (Alaska) y ciertas zonas del norte de Europa, donde muchas comunidades dependen de la estabilidad del permafrost para sostener sus estructuras.

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