Con la cumbre actual de la COP29, la preocupación medioambiental y la “marca verde” está al frente de las preocupaciones actuales. La media del calentamiento global es 1,3ºC más alta que la media de los últimos 10 años y la rapidez del incremento en el nivel del mar se doblado esta última década en comparación con el periodo de 1993 a 2002, según la Organización Meteorológica Mundial (WMO) de Naciones Unidas (ONU).
Sin lugar a duda, la necesidad por la energía renovable se ha vuelto imprescindible para los países desarrollados. En España, la DANA es un ejemplo reciente de las consecuencias de las emisiones globales, cuya fuerza y magnitud no hubiera llegado a la sufrida sin el cambio climático, de acuerdo con la ONU. El impulso hacia la energía renovable es evidente con la presencia de coches eléctricos, la instalación de paneles solares y los acuerdos climáticos internacionales, pero esta transición no es gratis. Existen muchas estrategias internacionales, especialmente por parte de China, que tratan de afianzar tanto el suministro como la posición mundial en la producción y distribución de energía renovable.
El papel clave de los minerales críticos
La fabricación de los productos consumibles de energía renovable es un proceso caro y complicado para el terreno internacional. En su inmensa mayoría, la elaboración de productos, como las baterías o los coches eléctricos, requieren minerales, los llamados “minerales críticos”, para su elaboración. De aquí emana el protagonismo entre las relaciones chino-africanas.
África tiene un tercio de los minerales críticos globales, pero en el caso de ciertos minerales, tiene casi todas las reservas. Tiene el 90% de las reservas de platinoides; un 80% del coltán; un 60% del cobalto; y un 70% del tántalo, según el Instituto Internacional del Desarrollo Sostenible (IISD). Se necesitan tres billones de kilos de minerales críticos para “descarbonizar” el sistema energético global a través de energía renovable, coches eléctricos, etc., para 2050, según el IISD. En el caso de coches eléctricos, se necesitan 6 veces más materiales para su producción que para coches convencionales y se estima que la demanda por litio, carbón, cobalto y níquel se multiplicará por 20 los próximos 15 años. En general, el World Bank estima que la demanda por estos minerales incrementará un 500% para 2050.
China ha estado afianzando relaciones con países africanos desde que los colonizadores europeos abandonaron sus colonias. El país asiático empezó a ofrecer productos básicos asequibles para una población que estaba intentado reconstruir sus economías quebrantadas, según observó el periodista Kapuściński. Con más de 20 años de relaciones, China ha conseguido captar la atención de distintos gobiernos africanos para implementar tratos y acuerdos económicos en los que, si el gobierno del país carece del capital necesario para pagar la deuda, los recursos naturales podrían utilizarse como método de pago, de acuerdo con un informe de Casa África. Préstamos y ayudas económicas occidentales empezaron a surgir posteriormente al inicio de la estrategia China y, además, estos países imponen condiciones políticas, poco atractivas, para los gobiernos africanos. “China es una alternativa bienvenida a la presión occidental sobre la democratización”, contó Isabelle Warenfels en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Esto ha permitido que China tenga acceso a una abundancia de recursos naturales, entre ellos los minerales críticos, que afianzan su acumulación de poder en el sector de energía renovable.
El monopolio de la energía renovable
Pese al liderazgo deTesla en marcas de coches eléctricos, la empresa china BYD le está haciendo una competencia intensa tras haber vendido más de medio millón de vehículos en el último trimestre de 2023, según BBC. Aun así, China es el actual líder mundial en vehículos eléctricos con un poder creciente, haciéndol que sea uno de los más necesitados de minerales críticos para la producción de estos vehículos.
Desde 2010, China ha liderado la producción de paneles solares y ha estado incrementando su participación en cada fase de su processo de producción. En cada etapa, tiene, como mínimo, el 75% del proceso, según El Orden Mundial (EOM). Su inversión en otros países, como Malasia y Vietnam, significa que va a seguir dominando el proceso de producción, creando así, para EOM, una concentración preocupante para la cadena de suministro de energía solar mundial. La ironía es que China solo utiliza un tercio de los paneles solares que fabrica.
Entre 2023 y 2028, China crecerá su capacidad de energía renovable a cuatro veces la de la Unión Europea y a cinco veces la de Estados Unidos, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA). Incluso en energía hidroeléctrica, China es líder al ser el dueño de 3 de las diez mayores centrales hidroeléctricas, según cuenta Power Technology. Además, este superpoder mundial supone un tercio de la capacidad eólica y solar a gran escala en el mundo, según el Monitor Energético Mundial.
Pese a la clara dominación china en el mercado de energía renovable, su principal fuente de energía sigue siendo el carbón, fuente de casi el 54% de su energía, y el aceite, origen de casi el 20% de su energía. El carbón es considerado “el combustible más sucio del mundo”, emitiendo no solo la mayor cantidad de oxido de carbono por unidad de energía de todas las energías no renovable, sino, además, impacta la salud pública a través de la polución, según Our World in Data. La India también es un gran consumidor de energía derivada del carbón y en ambos países, se ha encontrado que sus plantas emiten altos contenidos de mercurio, según Science Direct. Pese al compromiso de emisión cero en 2060 de China, hay una desconexión entre su actuación de cara al exterior y su política interior.