La abrupta salida de Iñigo Errejón tras el escándalo por presunto acoso sexual desató una crisis de la que Sumar no acaba de recuperarse. Una vez superado el primer golpe, después de que estuviera en duda la gestión de Yolanda Díaz por una denuncia previa hacia su exportavoz, los cambios que se preparan en el grupo parlamentario tras su dimisión han abierto nuevas tensiones entre los partidos que integran la coalición de izquierdas, con IU liderando las presiones a Yolanda Díaz para impulsar una renovación amplia que incluye un cambio de siglas.
El líder de IU, Antonio Maíllo, ha reclamado eliminar la marca Sumar del nombre del grupo parlamentario que comparten y en las últimas horas ha cuestionado abiertamente el liderazgo de la vicepresidenta segunda. La petición de IU va encaminada, defienden, a evitar la «confusión» que genera el hecho de que se llamen igual tanto el partido de Díaz (Movimiento Sumar), como la coalición de izquierdas de Sumar, que se presentó a las elecciones generales con esas siglas y tiene ahora presencia tanto en Congreso como en Gobierno. El objetivo político es desvincular su partido de una marca que ya dan por amortizada, después de encadenar varios fiascos electorales y sin haber logrado un desarrollo territorial u organizativo desde su lanzamiento hace un año y medio.
Tensiones
La petición ha sentado especialmente mal en el partido de la vicepresidenta segunda y ha enturbiado aún más las relaciones que desde hace semanas no están en su mejor momento. En las filas de Díaz trataron este lunes de zanjar rápidamente el debate, intentando cerrar la puerta al cambio de siglas. «No es el momento de poner esta cuestión encima de la mesa«, defendió en rueda de prensa Lara Hernández, secretaria de Organización de Movimiento Sumar, que pospuso los «debates nominales» y pidió centrarse en «prioridades políticas de primer nivel». Hernández también defendió el liderazgo de Díaz, asegurando que es «la referencia política de este espacio«, y aseguró que su papel está reconocido «donde los liderazgos políticos se reconocen, que es en la sociedad».
El partido de Yolanda Díaz, que se presentó en 2023 como el eje de la coalición de izquierdas, ve ahora amenazada su posición dominante ante el intento de IU de ganar peso en el espacio, aprovechando los cambios que todavía están por decidirse. Desde la salida de Errejón de la portavocía, IU ha reclamado modificaciones más profundas que impliquen todos los aspectos que se negociaron en su día, desde las portavocías adjuntas a las portavocías en las comisiones, en una ecuación donde entran también el reparto de recursos económicos y número de asesores.
El reparto inicial de portavocías, nada más constituirse el grupo parlamentario, fue especialmente polémico porque dejaba fuera a Podemos, que por entonces era uno de los principales partidos de la coalición. Izquierda Unida también quedó fuera del reparto, pero a cambio sí tuvo después un ministerio y Díaz le concedió meses más tarde una portavocía sustituta -cargo más simbólico que otra cosa- a cambio de que aceptasen a Errejón como portavoz. Una vez que se abrió el debate de elegir nuevo portavoz, IU busca ahora volver a negociar su papel en la coalición, y lo hace en un momento de especial fragilidad para Sumar.
Maíllo cuestiona el liderazgo
Después del fiasco electoral de las elecciones europeas y la salida de Yolanda Díaz del liderazgo orgánico de su partido, Maíllo cuestionó abiertamente el liderazgo de la dirigente gallega, asegurando que su salida «facilitaba» el entendimiento entre todas las fuerzas de izquierdas. Poniendo así de relieve los problemas que la vicepresidenta había generado con formaciones como Podemos, con quien IU ha comenzado ya a tender puentes para una eventual alianza de izquierdas en las próximas generales.
El líder de IU insistió este lunes en volver a cuestionar el liderazgo de Díaz a nivel orgánico, y en un desayuno informativo defendió que es «la mejor ministra de trabajo», aunque apuntó que en otras cuestiones «debe mejorar», en referencia a los asuntos de gestión interna.
La propia vicepresidenta segunda del Gobierno hizo referencia a esta consideración. En una entrevista en La Sexta, con un gesto molesto, visiblemente seria y arqueando las cejas, Yolanda Díaz respondió que su tarea era «la política útil», y no los debates internos que ahora afrontan los partidos de la coalición.
Hasta ahora, Maíllo siempre ha expresado con claridad su intención de que IU gane protagonismo dentro de la coalición de izquierdas y ha cuestionado abiertamente la verticalidad impuesta por Díaz, reclamando nuevos métodos a la hora de relacionarse las distintas fuerzas aliadas. Pero las consideraciones del dirigente cada vez causan más irritación en las filas de Díaz, donde censuran que el andaluz busque sacar ventaja de la peor crisis que ha afrontado Sumar desde su fundación, con la salida de Errejón.
Más cambios
La pasada semana las distintas fuerzas del grupo parlamentario lograron consenso para nombrar como nueva portavoz a Verónica Martínez Barbero, persona de confianza de Yolanda Díaz. Este anuncio pretendía hacerse como parte de un «pack» de cambios en el grupo parlamentario, pero finalmente tuvo que anunciarse en solitario, ante las dificultades para llegar a más acuerdos entre las distintas formaciones. Las áreas de negociación, una vez resuelta la portavocía principal, pivotan sobre las portavocías adjuntas y las portavocías en las comisiones del Congreso, pero también sobre cuestiones materiales como el reparto de recursos económicos a cada formación o el número de asesores asignados.
IU ha pedido ocupar una portavocía adjunta, algo que desplazaría a algunas de las formaciones que ahora mismo la ostentan, bien convirtiendo alguna de ellas en rotatoria o bien desplazando a los dos partidos minoritarios –Més per Mallorca y Chunta Aragonesista– que hasta ahora comparten este papel. Unos movimientos que, de producirse, necesitarían contrapartidas para estas formaciones regionales.
En el acuerdo de coalición firmado entre todos los partidos, Podemos obtenía un 23% de los recursos, IU un 19%, Catalunya en Comú un 12% o Más Madrid un 6,5%. Entre estas y el resto de formaciones minoritarias se repartía aproximadamente el 67% de los recursos públicos derivados de la representación, lo que dejaba a Sumar con derecho a un remanente aproximado del 23% de los recursos, por encima de IU, una formación con mayor estructura territorial. Un reparto que ahora podría entrar en revisión, tras las distintas presiones.
Esta difícil negociación se une al ambiente ya enrarecido tras la crisis de Errejón, donde hubo serias fricciones entre los distintos partidos a cuenta del reparto de responsabilidades por la gestión del caso. Por entonces no sólo IU azuzó a Yolanda Díaz, sino que también se abrieron tensiones con Más Madrid, en quien la líder de Sumar descargó las culpas. Una situación que añade complejidad al nuevo escenario, sin descartar que el partido de Mónica García sume nuevas peticiones en el nuevo diseño de la coalición. Un puzzle difícil en el que Sumar, en horas bajas, tiene poco que ganar.