Hace dos semanas, los talleres falleros que entraron en la zona de influencia de la gran riada se convirtieron en un pandemónium de destrozos. La imagen de ninots flotando o desplazados muchos cientos de metros de su espacio natural, junto con la imagen de piezas desparramadas y máquinas inutilizadas fueron una de las imágenes que más impactaron de entre las muchas que compusieron el escenario irreal que actualmente impera.
Este fin de semana fue de activida febril en dos de los talleres más emblemáticos. Los de Josué Beitia y Fernando López Cabañero. Ubicados en Benetússer, junto a las vías del tren, recibieron un castigo enorme. Antiguas naves industriales en calles estrechas fueron azotadas por los dos lados: por la parte delantera y por la trasera. Esta última se convirtió en un depósito de vehículos arrastrados por la corriente. Y para agravar más la cuestión, estas naves tienen un problema añadido: están por debajo de la línea de la calzada. Apenas un palmo, pero suficiente para convertirlas en piscinas que ha habido que vaciar litro a litro.
Por todo ello, el trabajo ha sido ímprobo y con la presencia de numerosos falleros de las comisiones afectadas, la imagen es sensiblemente mejor, dentro del desastre. Tanto, como que Fernando López ya quiere empezar a hacer falla esta semana.
La fotografía de los talleres es muy elocuente. Las piezas que se salvaron se han ido trasladando en una esquina a otra del taller conforme se limpiaba el lodo. Ahora ya queda un espacio diáfano, al que todavía hay que retirar material inservible, como los dos automóviles que entraron en las naves «y que ya tienen sus sueños identificados». Las grúas han retirado los automóviles de la trasera y, dentro de la anormalidad, las cosas empiezan a verse de otra forma, aunque siga siendo muy lejos de lo aceptable.
Josué Beitia es el artista de élite más perjudicado. Tanto por la cuantía de los destrozos como por el hecho de ser el defensor del primer premio de la Sección Especial. Ahora queda por delante la gran incógnita: ¿hasta dónde llegar? Porque ahí se combinan la innata competitividad y capacidad de sufrimiento de los artistas con la necesidad de evaluar daños, cuantificar las ayudas económicas -a devolver o a fondo perdido-, el músculo económico de las comisiones contratantes y, por último, el tiempo disponible para empezar, si no de cero, sí de uno.
«Lo vamos a pelear a lo que lleguemos, y será mucho. Esto va a ser un ejercicio más mental que físico» asegura Beitia, cuyo estado de ánimo cambiante se reflejaba en sus propias redes sociales. «Hay que trabajar y hacer las cosas así o así» y rechaza las versiones que no juegan a su favor: «Por una parte, no quiero que, cuando plante, me regalen nada. El año pasado ya sólo me faltó pedir perdón por ganar el primer premio. Pero de la misma manera digo que no quiero que me quiten nada. Que no se empiece a especular con que si no va a haber falla o que va a ser menos. Yo calculo que el lunes o martes próximo podríamos empezar nuevamente. Por horas no va a ser, pero lo quiero hacer con cabeza. Si hay que quitar una pieza prevista será porque lo que hay plantado es de la máxima calidad».
Apunta Beitia de todos modos, una idea que será, posiblemente motivo de debate. Tanto por la realidad de su taller como por la del resto de talleres afectados: «aplazar las Fallas de las poblaciones afectadas a, por ejemplo, el mes de mayo». Con el siguiente argumento: «ahora mismo, tanto yo como otros talleres tenemos fallas de València y de poblaciones por hacer o reconstruir. Si nos centramos en València y en las poblaciones no afectadas, podemos darlo todo. Si aparcamos las de las poblaciones luego disponemos de dos meses para hacerlas. Imagino que habría que ver el estado en esos casales y en esas juntas locales, pero estamos hablando de algo que ya ha sucedido: cuando fueron las fallas de septiembre, no todas las poblaciones lo celebraron en las mismas fechas que en València. Y no tienen las mismas necesidades de celebrarlas como pueda ocurrir en València. Yo lo he trasladado y me gustaría que lo meditaran. También es tiempo que ganan ellos para recuperarse».