De madrugada, un terremoto de grado 6,3 en la escala de Richter ha destruido la imaginaria localidad valenciana de Luñol. La devastación es enorme. Una primera consolidación del recuento de víctimas fija el número en 300… Fueron los supuestos de un simulacro sobre los que, entre el 31 de marzo y el 2 de abril de 2014, el Gobierno, la Generalitat Valenciana y la Unidad Militar de Emergencias (UME) quisieron ponerse a prueba y examinar la coordinación entre distintas administraciones del Estado ante la eventualidad de una gran catástrofe. En muchos detalles -localización, víctimas, unidades intervinientes…- aquel ejercicio clava el guión de la desgracia que ha acontecido ahora en Valencia. Pero hay una diferencia fundamental: en la lógica de aquellas maniobras, la Generalitat pedía al Gobierno central la activación del nivel 3 de la emergencia y que asumiera el control de la situación.

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