La segunda jornada de negociaciones de la 29ª Conferencia de las Partes (COP29) de Naciones Unidas sobre el cambio climático ha comenzado tras una primera sesión que se alargó hasta las tres de la mañana. Hoy, Bakú acoge a líderes mundiales —entre ellos el presidente de España, Pedro Sánchez— y, precisamente por ello, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha querido dirigirse a los asistentes.
Como es de costumbre ya para el portugués, su mensaje ha estado cargado de altas dosis de simbolismo climático y evidencia científica. «El sonido que escuchan es el tictac del reloj», ha comenzado su discurso. «Estamos en la cuenta atrás final para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados», respecto a los termómetros preindustriales. «Y el tiempo no está de nuestro lado».
Y ha hecho referencia a toda una serie de pruebas que demuestran que «nos quedamos sin tiempo». Porque, como ha recordado, 2024 ha sido, una vez más, un año de récords. Por un lado, «sin duda será el más caluroso desde que hay registros«. Por otro, también «ha sido una clase magistral de destrucción climática».
Para ejemplificarlo, Guterres ha hecho referencia a los fenómenos meteorológicos extremos que el cambio climático está recrudeciendo y haciendo más frecuentes, como es el caso de la DANA española. El secretario general de Naciones Unidas ha recordado a los migrantes climáticos, a los «trabajadores que colapsas por el calor inaguantable», la «biodiversidad destruida», «las inundaciones que destrozan comunidades y destruyen infraestructuras» o a los «niños muriéndose de hambre».
«Ningún país se libra; en nuestra economía global, los shocks en la cadena de suministro aumentan los costes en todas partes; los cultivos diezmados suben el precio de los alimentos en todas partes; las casas destruidas incrementan las primas de los seguros en todo el planeta…», ha insistido. Y ha recordado que «los ricos crean el problema y los pobres pagan un precio mayor».
Guterres ha querido poner de manifiesto, además, los últimos datos de Oxfam Intermón: «los mil millonarios más ricos emiten en una hora y media más CO₂ que una persona media en toda su vida». Precisamente por eso ha manifestado que «las emisiones tienen que desplomarse» a la vez que la adaptación climática «crezcan».
A pesar de su discurso un tanto catastrófico —por la propia naturaleza de la crisis climática—, el secretario general de Naciones Unidas ha indicado que hay «motivos para la esperanza». Sobre todo si la COP29 cumple con lo que se espera de ella.
«En la COP28, todos ustedes acordaron alejarse de los combustibles fósiles; acelerar los sistemas de energía neta cero, estableciendo hitos para llegar a ellos; fomentar la adaptación al clima; y alinear la próxima ronda de planes nacionales sobre el clima (NDC) con el límite de 1,5 grados», ha dicho. Por eso, ahora «es hora de cumplir».
Además, les ha recordado a los delegados que «la humanidad está observándoles». Y que de lo que se está hablando es de «una injusticia evitable». Guterres ha hecho también referencia a la necesidad de que la transición y adaptación sea «justa».
Para ello, «el G20 tiene que liderar» la lucha climática, pues son «los mayores emisores». Y ha instado a los líderes mundiales a ser ambiciosos en sus objetivos: «Naciones Unidas está dispuesta a apoyar todos los esfuerzos durante todo el camino«.
Guterres se ha despedido diciendo que «no hay tiempo que perder. En la crisis climática la financiación climática tiene que aumentar para que los países más vulnerables. El reloj está en marcha, cuento con ustedes». Y ha concluido que los negociadores no se pueden ir de Bakú «con las manos vacías».