El engranaje de la cumbre del clima de Bakú ya se ha puesto en marcha oficialmente. Y no solo porque este martes decenas de líderes de todo el mundo, incluido el presidente Pedro Sánchez, han comparecido ante la asamblea de Naciones Unidas para explicar al resto del mundo cómo la crisis climática está afectando a sus respectivos países. La maquinaria diplomática de este encuentro ha arrancado con batiburrillo de acuerdos descafeinados sobre cuestiones técnicas y un pacto simbólico entre Estados Unidos y China sobre emisiones. La presidencia de la cumbre azerí, liderada por el diplomático Mukhtar Babayev, ha presumido orgullosa de estos logros aunque, según denuncian observadores y activistas, el arranque de esta cumbre no es un buen presagio sobre lo que está por venir.

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