Los noventa fueron una era dorada para Hollywood: Leonardo DiCaprio sujetaba a Kate Winslet en la proa del Titanic, Johnny Depp hacía de peluquero (todo menos mechas) para las mujeres de un vecindario con sus manos de tijera, Julia Roberts encarnaba a la prostituta soñadora que anhelaba salir de la calle, Brad Pitt era ya Brad Pitt… No había nada como Los Ángeles y no había nadie como ellos.
Ahora existe una conocida generación nacida en los noventa que ha entrado en Hollywood por la puerta grande, y que promete un futuro para esa factoría de estrellas que alcanza el cénit del glamour cada año con los Oscar. Probablemente todavía quede para ellos reciban uno (piensen en todo lo que tardó DiCaprio en ganar el premio de la Academia) pero, poco a poco, estos milenial se están labrando un nombre con el que demostrar lo evidente: han llegado para quedarse.
El buen ojo de Tarantino
Quentin Tarantino sabía lo que hacía cuando, en Érase una vez en… Hollywood, su novena película como director, contrató a un séquito noventero con el que dar vida a los integrantes de la familia Manson, la secta criminal que, entre otros, asesinó brutalmente a la actriz Sharon Tate en 1969. En poco más de 5 años, algunos de los que empezaron como meros secundarios en una película que glorificaba el ascenso (y la caída) del Hollywood posterior a la Segunda Guerra Mundial cuentan ya con una nominación al Oscar por su trabajo actoral. Es el caso de Austin Butler (1991) quien, con su movimiento de caderas, hizo al propio Elvis Presley parecer una copia de su actuación en la película Elvis de 2022.
Otras, como Mikey Madison (1999) o Margaret Qualley (1994) no cuentan todavía con ninguna nominación, pero protagonizan dos de las películas que más revuelo están causando en la actualidad. La primera interpreta a Anora en la película del mismo nombre, una moderna Pretty Woman que ha enamorado al público desde que ganó la Palma de Oro en Cannes, y cuya actuación ya se celebra como una posible futura candidata en los próximos Premios de la Academia.
La segunda, nepobaby de nacimiento (su madre es Andie MacDowell), protagoniza junto a Demi Moore la que quizá sea la película más grotesca y comentada de la taquilla actual: La Sustancia, un body-horror extremo en el que Qualley renace como si de Venus se tratase por la espina dorsal de Moore, arrancando su piel y volviéndose una versión más joven, más femenina y, en esencia, más sexy que la primera.
Mientras observaba tras la mosquitera como Brad Pitt se acercaba a la casa montado en su Cadillac, Sydney Sweeney (1997), la última de aquellas chicas Manson, acuñaba una mirada que, años más tarde, melancolizará rodeada de flores en la serie de televisión que catapultará su fama, Euphoria. Sweeney fue nominada a dos premios Emmy en el mismo año (uno por Euphoria y otro por The White Lotus) y, no se llevó ninguno, la actriz no ha dejado de trabajar. Sólo en 2024, ha protagonizado tres películas que han resultado un éxito en la taquilla española: Cualquiera menos tú, Madame Web e Immacculate (esta última, junto al español Álvaro Morte).
En cambio, la que sí se llevó el Oscar de la televisión fue su compañera de reparto Zendaya (1996). Lo hizo en dos ocasiones distintas por el mismo papel en Euphoria, lo que la convierte en la actriz más joven en ganar dicho premio. Junto a su pareja, Tom Holland (1996), la actriz protagonizará la próxima película de Christopher Nolan, el último ganador del Oscar a Mejor Director, así como la siguiente película de la franquicia de Spiderman.
Todos acarician el Oscar
A principios de octubre, el medio estadounidense Variety lanzaba su ya habitual lista de predicciones a los nominados a mejor actor para los próximos premios Oscar de la Academia. De los cinco, hay dos nombres que destacan por su juventud: Paul Mescal (1996) y Timothée Chalamet (1995) y, de cumplirse, no sería la primera nominación a la estatuilla para ninguno de los dos.
Al primero, su interpretación en la serie de televisión Normal People, basada en la novela homónima de Sally Rooney, le catapultó a la fama y lo convirtió en el it-boy del momento. Ser Connell Waldron le valió el BAFTA a Mejor Actor en 2021 para, dos años después, ser nominado al Oscar por su actuación en Aftersun. El director Ridley Scott no tardó en poner el ojo en él. «Normal People no es mi tipo de serie», admitía el director en agosto de este mismo año, «pero me vi cuatro episodios del tirón y pensé: ¿quién coño es este tío?«. Descolgó el teléfono y le llamó, ofreciéndole el papel protagonista en la secuela de su multi-premiada película Gladiator, que llegará a los cines el próximo 15 de noviembre. ¿Se repetirá la fórmula y, como Russell Crowe en la primera, ganará Mescal la estatuilla por su actuación en Gladiator 2?
Por su parte, Chalamet puede fardar de haber trabajado con directores de la talla de Cristopher Nolan, Woody Allen o Greta Gerwig. A los 22 años, el ahora considerado «príncipe de Hollywood» recibió su primera nominación a la estatuilla por su actuación en la película Call Me By Your Name y, siete años después, el murmullo de su nombre vuelve a dejarse oír como posible candidato al Oscar actoral. Si bien su interpretación como Paul Atreides en Dune 2 recibió numerosos elogios, es su interpretación en A Complete Unknown la que le ha llevado a la quiniela de los Oscar. La película, que se estrenará en cines en diciembre de este año, tratará la vida del músico Bob Dylan, encarnado por el joven actor.
En las dunas de Arrakis, dos mujeres sisean alrededor del personaje de Chalamet. Una es la ya mencionada Zendaya. La otra es Florence Pugh (1996), quien recientemente ha afirmado en una entrevista que una de sus películas favoritas es la española Belle Époque, de Fernando Trueba. Pugh rozó la estatuilla con los dedos cuando, en 2019, la nominaron por su papel de Amy March en la versión de Mujercitas de ese mismo año. Su compañera de reparto, Saoirse Ronan (1994), también estuvo nominada al Oscar, pero esta ya está más acostumbrada: era su cuarta nominación al premio de la Academia, la primera de ellas en 2008, cuando tan sólo tenía 14 años.
Mia Goth (1993), Jacob Elordi (1997) o Anya Taylor-Joy (1996) son algunos de los nombres que se quedan en el podio de un talento perfeccionado y con un sello profundamente americano. Actores y actrices que hace tiempo dejaron los secundarios para ser la cara visible de la ficción. El perfil en el que enfocar la cámara. Está claro que el talento de hoy nació en los noventa.