En el Airshow China, la Exposición Internacional de Aviación y Aeroespacial de China, se presentaron dos destacados aviones de combate, el nuevo J-35A de fabricación china y el Sukhoi Su-57 Felon de Rusia. El primero recibió atención por su evidente inspiración en el F-35 de Lockheed Martin, mientras que el Su-57 fue objeto de críticas por su mala calidad de fabricación.
El Su-57 Felon, que Rusia exhibió con orgullo, consistió en dos versiones: un modelo de producción en serie que voló por su cuenta y un prototipo estático que arribó en un avión de carga An-124. Este último es un modelo anterior a 2019, con la matrícula T-50-4 y el número de serie 054.
Durante el evento, los asistentes chinos tuvieron acceso libre al prototipo del Su-57, y varios vídeos en internet mostraron cómo se entretenían observando las numerosas fallas de diseño. Se destacó que el avión estaba lleno de tornillos y pernos visibles en varias partes del fuselaje, un contraste claro con el diseño de los F-35, que no permiten mostrar estos detalles debido a su tecnología de sigilo.
Las críticas fueron contundentes respecto a la construcción del avión ruso. Los paneles del fuselaje estaban fijados con una gran cantidad de pernos, algunos de los cuales sobresalían de la superficie. Además, la sección de cola del avión estaba unida con una mezcla de tornillos de varios tipos, como Philips, de cabeza cruzada, de cabeza recta y hexagonales. Incluso se señaló que las alas y puertas del compartimento interno de armas no estaban correctamente ajustadas.
El Su-57, que realizó su primer vuelo en 2010, fue introducido en servicio en 2020. A pesar de las expectativas, Rusia ha perdido tres unidades del modelo, dos de ellas por accidentes aéreos y una más destruida en tierra. Se habían encargado un total de 76 unidades para la Fuerza Aérea Rusa, pero la crítica por su calidad de fabricación persiste en la comunidad internacional.
Problemas del Su-57 de Rusia: críticas y limitaciones
Hace cinco meses, en un vídeo de Alex Hollings de Sandboxx News, se expusieron varios detalles de la calidad del Su-57 Felon, destacando los tornillos de cabeza Philips visibles en su fuselaje. Aunque se reconoció que estos detalles solo aparecían en los prototipos, se mencionó que algunos de estos habían estado en servicio en Siria. Un aspecto adicional que resaltó fue la falta de la avanzada pintura furtiva en los modelos de serie, algo que sí presentan los aviones F-35.
El Su-57 enfrenta otra gran limitación: Rusia aún no ha logrado instalar en él el motor Saturn AL-51, diseñado específicamente para mejorar el sigilo del avión. En lugar de este motor optimizado, los modelos en producción continúan utilizando el motor turbofán Saturn AL-41F1, el cual no ofrece las mismas capacidades de sigilo que el motor prometido.
A pesar de las fallas, no debe considerarse al Su-57 como un avión ineficaz en términos generales, al menos si puede producirse a gran escala. Aunque no puede competir con los aviones de quinta generación como el F-35 o el F-22, representa una mejora significativa frente a los antiguos MiG-29 y Su-27, los cuales aún integran las flotas rusas.
Por otro lado, la utilización del Su-57 en la guerra de Ucrania ha sido cautelosa. Si bien uno de los aviones fue destruido en tierra durante un ataque con drones, se ha especulado que los Su-57 están siendo usados fuera del alcance de la defensa aérea enemiga. Hasta el momento, el único derrumbe aire-aire documentado fue cuando un Su-57 destruyó por accidente a su propio dron. A pesar de estos contratiempos, la capacidad de producción de Rusia parece ser suficiente para cubrir las pérdidas de guerra observadas en los últimos meses.
China pone en duda la efectividad del misil hipersónico ruso Kinzhal
Los comentaristas chinos han sido contundentes en sus críticas hacia el nuevo misil hipersónico ruso Kh-47M2 Kinzhal, conocido por la OTAN como AS-24 Killjoy. La acusación principal es que este armamento, presentado como una solución imbatible contra las defensas aéreas, no cumple con las expectativas y es considerado obsoleto.
Según un informe publicado por Rand en enero de 2024, los expertos chinos identificaron varios problemas clave con el Kinzhal. “El Kinzhal es criticado como una tecnología obsoleta de la Guerra Fría de los años 80, que no es genuinamente hipersónica”, señala el análisis. La crítica principal radica en su diseño, que limita su capacidad para realizar planeos de larga distancia en la atmósfera. Además, se destaca la falta de maniobrabilidad del misil, que no puede modificar su trayectoria balística con la agilidad de otros misiles hipersónicos reales. Según el análisis chino, “carece seriamente de la capacidad de maniobrar lateralmente”.
En esta evaluación, se remarca la incapacidad del Kinzhal para cumplir con las expectativas de un misil hipersónico avanzado. La conclusión es que, en términos de tecnología, está muy por debajo de las capacidades que se asocian con este tipo de armamento moderno.
Por su parte, los misiles Patriot suministrados por Estados Unidos a Ucrania han logrado derribar repetidamente los misiles Kinzhal, demostrando su vulnerabilidad. Incluso, cuando se enfrentaron a un ataque de saturación, el sistema Patriot rechazó los misiles sin recibir impacto alguno. Los expertos señalan que el Kinzhal no es más que una versión aérea del Iskander-M, con poca capacidad de maniobra y velocidades similares a las de otros misiles balísticos. Cabe recordar que muchos misiles balísticos alcanzan velocidades hipersónicas en ciertas fases de su vuelo.
Aunque Rusia sostiene que el Kinzhal puede alcanzar velocidades de hasta Mach 10, el Ejército de Estados Unidos ha revelado que el misil solo alcanza Mach 3,6 cuando es interceptado por el sistema Patriot, lo que dista de las velocidades mínimas requeridas para ser considerado hipersónico, generalmente definidas como Mach 5 o superior.
En otro ámbito, China tiene la capacidad de producir aproximadamente 240 aviones de combate al año, incluyendo modelos como los J-10, J-16 y J-20, lo que refuerza su creciente capacidad bélica en comparación con otros países.
China supera a Rusia en producción de aviones de combate
En las últimas décadas, la relación entre China y Rusia ha experimentado un importante reequilibrio. Durante la Guerra Fría, ambos países fueron enemigos, especialmente tras la ruptura chino-soviética. En 1969, incluso libraron una guerra fronteriza y se enfrentaron indirectamente en diversos conflictos, como en Camboya y Afganistán, donde China trabajó activamente para debilitar a la URSS.
Durante ese tiempo, la URSS mantuvo el liderazgo, mientras que China se limitó a copiar tecnologías soviéticas bajo licencia, sin poder desarrollar capacidades propias en el ámbito militar.
En cuanto a las economías de ambos países, la diferencia era evidente. En 1990, la economía soviética se valoraba en 2,7 billones de dólares (en términos nominales), mientras que la china de 1991 solo alcanzaba 415.000 millones de dólares. Hoy, la situación ha cambiado drásticamente: la economía china está valorada en 18 billones de dólares, mientras que la rusa apenas alcanza los 2,1 billones, un valor similar al de Brasil.
En el ámbito de la producción de aviones de combate, la brecha entre ambos países es cada vez más amplia. En 2024, China está produciendo una cantidad significativa de aeronaves avanzadas, como los J-20 (aproximadamente 100 unidades), los J-10C (40 unidades) y los J-16 (más de 100). En total, China podría estar produciendo más de 240 aviones de combate ese año. En contraste, Rusia, con una economía más limitada, fabricó solo entre 28 y 49 aviones en 2023, incluyendo modelos como el Su-30SM (4-8 unidades) y el Su-57 (8-11 unidades).
El crecimiento económico de China ha impulsado avances significativos en tecnología militar, lo que ha reducido considerablemente la ventaja que Rusia mantenía en áreas clave. China ha ido superando a Rusia en muchos campos, especialmente en lo que respecta a la producción de aviones de combate y la capacidad tecnológica.
Una de las limitaciones históricas para China había sido su dependencia de motores rusos. Sin embargo, en los últimos años, esta situación ha cambiado, y China ha logrado desarrollar sus propias tecnologías y capacidades. De hecho, en la década de 2010, China encargó el Su-35, lo que parece haber sido su último lote de aviones rusos. Ahora que sus propios aviones han mejorado, China ya no tiene motivos para seguir adquiriendo aeronaves de Rusia.
Actualmente, Rusia ocupa un papel cada vez más secundario en la relación con China, con pocas ventajas que ofrecer. Incluso, China ha mostrado poco interés en el gas natural ruso, un sector que antes era fundamental en su cooperación. A medida que China avanza, Rusia parece quedar relegada a un papel menor en este contexto bilateral.