La imagen desoladora de las calles llenas de barro, con montañas de muebles y enseres de todo tipo inservibles y de vehículos en posiciones inverosímiles que las inundaciones provocadas por la DANA han dejado en Algemesí, l’Alcúdia o Guadassuar, así como en municipios de l’Horta Sud, evocan la peor catástrofe de la historia reciente de la Ribera, la causada por la rotura de la presa de Tous aquel fatídico 20 de octubre de 1982, que permanece en el subconsciente colectivo de los vecinos de la comarca.
El episodio de inundaciones provocado por la DANA en la Ribera representa el tercero en los últimos 42 años en que las aguas desbordadas causan daños generalizados en varios municipios a la vez ya que, entre aquella gota fría de 1982 y la DANA de octubre 2024, asoma el barro que dejó la inundación del 4 de noviembre de 1987, en la que sin los caudales de la entonces inexistente presa de Tous, el nivel del agua volvió a alcanzar en algunos municipios varios metros de altura. El barro ha dejado en los tres casos una huella difícil de borrar. Entre unas y otras, muchos pueblos de la Ribera han sufrido inundaciones menores de ríos y barrancos en una comarca muy compleja desde el punto de vista hidrológico.
Daños millonarios
La gran superficie arrasada por la DANA y, sobre todo, el trágico balance de víctimas mortales, convierten este episodio de inundaciones en el más destructivo de la historia en la Comunitat Valenciana. En el caso de la Ribera, con la búsqueda de víctimas todavía abierta, prácticamente se han igualado los nueve fallecidos que dejó la pantanada, aunque algunas víctimas de la comarca se vieron sorprendidas en otras localidades. Más allá de esa luctuosa coincidencia, se trata de inundaciones muy diferentes. Las de 1982 y 1987 fueron provocadas por el Xúquer y, en este caso, el «Devastador» -nombre con el que los árabes bautizaron al río que vertebra la comarca – ha sido el Magro, alcanzando cotas desconocidas en algunos de los municipios afectados.
El episodio de intensas precipitaciones que trajo la DANA afectó el martes a numerosos pueblos a lo largo y ancho de la Ribera, de Rafelguaraf a Tous pasando por Llombai, Catadau, Carcaixent o Alzira, si bien han sido los municipios de la cuenca del Magro los que se han llevado, con diferencia, la peor parte. Y, entre ellos, l’Alcúdia, Guadassuar y Algemesí. El Consell ha incluido a 26 municipios en el decreto de ayudas, aunque otros nueve han solicitado ya que se les contemple como municipios afectados. En 1982 fueron veintinueve y más de 33.000 familias las afectadas con unas pérdidas que se llegaron a estimar en 55.000 millones de pesetas, 330 millones de euros al cambio. La estimación de daños, en este caso, con las calles todavía con barro, sigue abierta.
Noche de transistores
La ola de la presa de Tous fue tal vez más destructiva en sus primeros kilómetros, con casas derribadas en Sumàcarcer y Antella, y el agua alcanzó niveles muy superiores allí donde «durmió» -la autopista AP-7 ejerció de dique de contención – ya que permaneció prácticamente tres días, como es el caso de Carcaixent o Alzira, donde los azulejos que recuerdan el nivel alcanzado se sitúan en algunos barrios hasta en 6 metros. Algunas fuentes señalan que incluso superó los siete en la antigua Revoltosa, en Venecia.
Pero era otra época, no había teléfonos móviles ni redes sociales que transmitían en directo la inundación. La Ribera vivió aquella jornada su particular noche de los transistores, en la que las emisoras de radio se convirtieron en la principal fuente de información -o desinformación a juzgar por los primeros avisos oficiales sobre los pueblos en riesgo que situaban el foco en la Costera -, allí donde llegaban, y los radioaficionados también se sumaron a una labor de intercambio de información y búsqueda de personas que aliviaran la espera a otros seres queridos.
Además de las calles llenas de barro, otra de las similitudes es la ola de solidaridad que llega después de la catástrofe y la necesidad de, asimilado el golpe, reconstruir los pueblos.