Sábado diez de la mañana, falta poco más de un mes para el gran estreno y el trabajo se centra en acabar de perfilar pequeños detalles en un escenario que simula el del Gran Teatro de Elche. Allí, en el máximo referente de la cultura ilicitana y en cuyas tablas han actuado las principales estrellas nacionales e internacionales, se estrena el próximo 22 de diciembre «Un Mundo así», una adaptación de teatro musical de La Sirenita para la que prácticamente ya no quedan entradas.
La asociación Artes Cultura y Ocio es la alma mater del grupo teatral «Rokuro Kubi», el que, junto a algunos colaboradores, pondrá en escena un espectáculo único con actores y actrices semiprofesionales que se dejan la piel en cada ensayo.
«Llevamos casi dos años preparando este proyecto, el más ambicioso de todos en los que hemos trabajado hasta ahora», señala David Palazón, director de la obra. «Un Mundo así» es un espectáculo de dos horas de teatro musical dividido en dos actos que destaca por su complejidad artística, pero, sobre todo, por la pasión y la dedicación de cada uno de los 28 actores y actrices, la mayoría de ellos personas con discapacidad intelectual.
Un espectáculo con alma
«Parece un tópico, pero la realidad es que este espectáculo tiene alma. He trabajado durante muchos años con personas con y sin discapacidad intelectual y puedo asegurar que el nivel de trabajo y de ilusión de estos actores y actrices no te lo encuentras en otro sitio», explica Palazón.
La historia de esta compañía es, en sí misma, un viaje de crecimiento y superación. Algunos de sus miembros llevan junto a la asociación desde niños y lo que nació con la idea de utilizar las actividades artísticas, en este caso el teatro musical, como vehículo para el desarrollo personal y psicosocial de las personas con discapacidad, se ha convertido en una compañía que ya sueña con actuar en los teatros de la Gran Vía madrileña.
«Son cerca de 20 años con algunos de ellos, a los que hemos visto crecer y convertirse en actores y actrices semiprofesionales», indica María Ángeles Jaén, quien, junto a Juana María Sánchez, creó en 2003 una entidad dedicada a proporcionar alternativas de ocio como el teatro, la danza teatro o la expresión corporal a personas con discapacidad.
Poco a poco se fueron profesionalizando y en 2015, gracias a la Fundación Juan Perán-Pikolios crearon la escuela Artes. Juana María y María Ángeles eran conscientes de los beneficios del arte para este colectivo y sus familias, lo que nunca imaginaron que todo aquello se convirtiera en una compañía de teatro semiprofesional.
«Ahora tenemos un montón de niños que se inician en el teatro, el problema es que no sabemos cuando podrán entrar en Rokuro Kubi, porque sus integrantes actuales no están por la labor de dejar la compañía», indica Juana María.
La realidad es que se ha hecho realidad su sueño, crear una escuela, un espacio permanente donde sus alumnos pueden, no solo integrar todo lo que aprende, sino realmente mejorar sus vidas y las de sus familias, aunque sea en una pequeña parte.
Y tras este sueño hay un grupo de personas, entre ellas voluntarios y familiares, que se vuelcan para mantenerlo vivo.
La cuenta atrás ha comenzado y los artistas ya sueñan con el momento más emocionante: recibir los aplausos del público que llenará el Gran Teatro. Hasta entonces Vicente, Naiara, África, Aída, Laura, María Díez, María González, Miriam, Juanita, Elena, Raquel, Alicia, Eva, Belén, Ángela Rodríguez y Ángela Ripoll, junto con los colaboradores Paula, Marcos, Glenn, Adrián, Rosa, David, Yolanda, Mª Ángeles, Laura, Julia, Annabel, Susana y Juana María siguen trabajando para poner en pie al teatro con su interpretación.