La catástrofe de la DANA que ha devastado casi 80 municipios valencianos, dejado más de 200 víctimas mortales y casi un centenar de desaparecidos, podría ser más grave de no haber sido por muchos héroes anónimos que arriesgaron sus vidas para ayudar y poner a salvo a miles de personas que quedaron atrapadas por la «barrancada», que sorprendió a muchos en sus casas, en garajes, en el trabajo o en sus coches de camino a casa sin que nadie les avisara, o lo hiciera tarde, de lo que llegaba por el barranco del Poyo. Entre estos héroes se encuentra un grupo de conductores de la EMT que el martes por la noche no dudaron en atender a la llamada del Centro de Emergencias de la Generalitat en busca de voluntarios para acudir con autobuses a rescatar a las víctimas. Emergencias llamó a los responsables de la EMT a las 22 horas para ver si podían enviar autobuses a rescatar a las personas que se había refugiado de la riada en los puentes de la pista de Silla y la V-30. Ya de madrugada también acudieron a auxiliar a las personas que habían quedado atrapadas en la A-3, que resultó dañada y cortada en varios puntos.
Una veintena de autobuses se dirigió a diferentes puntos para las operaciones de rescate. Juan Camarasa conducía uno de ellos. Había terminado su servicio a las 21 horas y dejado su bus eléctrico en las cocheras de San Isidro, de las que el y varios compañeros ya no pudieron salir por sus medios por la crecida del agua. Se preparaban para pasar la noche en las instalaciones cuando la empresa hizo un llamamiento pidiendo voluntarios para ir con los autobuses a «sacar a la gente atrapada». Condujo su autobús primero a Pinedo, donde el Ayuntamiento de València había dado orden de evacuar a los vecinos de las viviendas más próximas al nuevo cauce del Turia. Posterioremente, se requirió a los conductores para ir a la CV-400 y la pista de Silla.
El, sin embargo, fue requerido por la Guardia Civil para evacuar a 80 personas que habían quedado atrapadas en el cuartel de Paiporta, el pueblo donde más víctimas mortales se han registrado. «Ví a la gente desesperada, personas mayores, parejas con niños pequeños, llorando, era dantesco», asegura Juan Camarasa, que confiesa «tengo pesadillas todas las noches por lo que nos ha tocado vivir». No se considera un héroe. «Es mi trabajo, llevar a la gente donde lo necesita, yo no dejo tirado a nadie», afirma.
«Estuve a punto de perder a mi mujer y a mi hermano»
Se emociona al recordar los momentos de angustia vividos esa noche ya que mientras trabajaba en el rescate de personas anónimas no podía contactar con su familia. Y es que Juan Camarasa además de héroe anónimo es también damnificado. «Esa noche estuve a punto de perder a mi mujer y a mi hermano», relata. Camara, su mujer y cinco hijos, dos de ellos de corta edad, viven en Torrent, al lado de uno de los barrancos que rodean la población. El agua se llevó el coche, un Toyota Proace de apenas un año, que solían aparcar al lado del barranco, que «siempre baja seco». Cuando el agua empezó a subir su mujer intentó sacarlo de allí pero desistió cuando comprobó que el agua le llegaba a la cintura. Mientras Juan Camarasa se afanaba en sacar personas atrapadas, su familia se refugiaba en la azotea del edificio en el que viven sin poder contactar por teléfono con el. Los móviles, como el suministro eléctrico, cayeron durante horas y días incluso.
Juan y sus compañeros trasladaron con sus autobuses a más de 4.000 personas esa noche. A las 6 de la mañana algunos fueron requeridos para auxiliar a los conductores que habían quedado atrapados en la A-3. El escenario que se encontraron allí lo describen era de «total desolación». La gente andando por la calzada y la mediana con la mirada perdida y desorientados. «Vimos a mucha gente llorando, desesperada, impotente», destaca Juan Camarasa.
«Slo de la Pista de Silla sacamos hasta las 6 de la madrugada a 900 personas, pero también rescatamos a centenares de personas de la pedanías de Castella, Pinedo y Font d’Alcedo y de poblaciones cercanas como Sedaví y Paiporta. En la mayoría de los casos venían en grupos, e incluso familias solas, mojadas y sin saber exactamente donde dirigirse. A muchos grupos nos los traían los equipos de emergencia a puntos a los que nos avisaban previamente». Todas las personas fueron trasladadas esa noche a la Beneficencia, La Petxina y l’Alquería del Basquet. Viajes rápidos de ida y vuelta para seguir rescatando gente.
Juan Camarasa asegura que es afortunado porque ha podido ayudar a mucha gente y su familia se ha salvado. Su hermano, quedó atrapado en el centro comercial MN4 cuando iba a recoger a su novia a Massanassa, y pudo salvarse junto con otras personas tras romper el cristal de un concesionario y subir a la planta superior. «Estuvimos dos días sin saber de el», explica el veterano conductor de la EMT, quien como cada día sigue conduciendo autobuses de la Línea 11, con destino Patraix.