Las historias de supervivencia de la tarde del 29 de octubre son innumerables, podría relatar la de mi propio padre, pero finalmente he optado por la de Breinner Rodríguez, un joven venezolano de 24 años, de quien también estuve en vilo esa noche por un audio que ponía los pelos de punta cuando Mazón todavía no se atrevía a confirmar la existencia de víctimas mortales. Junto a él, un cabo de la Guardia Civil, ambos salvaron la vida tras ser dados por muertos y permanecer aferrados a un árbol en Paiporta durante cinco interminables horas mientras veían pasar vehículos, que impactaban contra ellos, a punto de resquebrajar el tronco, y los primeros cadáveres de esta catástrofe.

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