«España tiene el corazón roto. En el ambiente se respira desorden, caos e incertidumbre. La DANA lo ha arrasado todo. En estos tiempos de conflicto, no podemos permitirnos dejarnos consumir por la división y la desesperación. En lugar de ello, debemos levantarnos como uno solo, haciéndonos eco de los sentimientos de esperanza y solidaridad». Así lo defiende el mensaje de La Carbonería, el movimiento nacido durante la pandemia del covid, para recordar que la alegría y la unidad pueden triunfar sobre la desesperación.
«No buscamos ningún protagonismo, solo inspirar», explica Pino Sagliocco, de la promotora Live Nation. «Porque el poder de nuestra voz colectiva, cuando se armoniza, tiene el potencial de resonar mucho más allá de nuestro entorno inmediato, creando ondas de cambio que pueden tocar corazones e inspirar acciones en todo el mundo. Por eso, la canción Himno a la Alegría saca lo mejor de nosotros mismos», proclama La Carbonería.
Solidaridad, empatía y esperanza es en lo que pensamos los españoles al escuchar esta Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven y que ha sido creada en un estudio por el cantante e intérprete español Miguel Ríos, incluido en su segundo álbum Despierta de 1970.
Esta melodía ya sonó durante la crisis de la pandemia de covid-19 con el fin de recaudar fondos y ahora vuelve a escucharse en señal de respaldo a los afectados por la DANA que ha sacudido especialmente la provincia de Valencia y ha dejado más de 200 muertes. De manera altruista, actrices como Ángela Molina, Paz Vega o Ana Duato, así como otros rostros conocidos en la música como Miguel Ríos, Vanesa Martín, Malú, Manuel Carrasco, Manolo García, Juanes, Antonio José, Sebastián Yatra, Pablo Alborán, Alejandro Sanz, Rozáne, India Martínez, Aitana, Camilo, Laura Pausini, Nathy Peluso, Rosario, Pablo López, Andrés Ceballos (Dvicio), Estopa, Amaia Montero, Amaral, entre otros, se han animado a participar en esta iniciativa solidaria poniendo su mejor voz. No sólo en el vídeo musical, sino también subiéndose a los escenarios para recaudar fondos para la DANA. Serán un total de 48 conciertos en los que participarán 409 artistas y grupos.
Y en la esfera deportiva rostros como Marcos Llorente, Figo, Marc Márquez, Jorge Lorenzo, Íker Casillas, Diego Simeone, Messi, Vicente del Bosque, Pau Gasol o Rafa Nadal dibujan un corazón como símbolo de apoyo y cariño a los afectados porque «juntos somos más fuertes y unidos forjamos un mejor mañana».
LA CARBONERÍA
Recordemos que cada acto de bondad, por pequeño que sea, contribuye a la sinfonía de la humanidad. Debemos aceptar nuestras diferencias y celebrar el rico entramado de culturas, ideas y experiencias que hacen que nuestras comunidades sean vibrantes. Es en nuestra unidad donde encontramos fuerza; Juntos podemos desmantelar las barreras de la incomprensión y el miedo.
Hay algo que debemos atender en el hoy y ahora: un parásito que abruma el corazón de tristeza y terror; algo que hoy despierta desorden dentro de nuestras comunidades, una entidad maligna que desea trastornar nuestros corazones de la compasión a la falta de voluntad. Nos advierte contra nuestros vecinos y castiga nuestro impulso de estar en comunión con ellos. Esta especie de «niebla» nubla nuestro juicio y pinta a nuestros hermanos y hermanas como enemigos.
Que este no sea el caso. En tiempos como estos, debemos unirnos en asamblea, como un coro de una misma voz, compositores de la música de la vida que todos cantamos al unísono. Debemos luchar contra el miedo y atacar no a nuestro pueblo, sino a nuestra división, que degrada e impide que nuestras comunidades florezcan y se conviertan en una entidad armoniosa. Disipemos este parásito de la apatía, que tiende a engañar nuestro corazón, y no hagamos la vista gorda ante aquellos que también, como nosotros, forman parte del concierto que es la vida.
Pido a todos que prestemos atención a todos los pueblos que sufren en el mundo, que son muchos, y que les extendamos la mano; No es una tarea fácil, pero avancemos con audacia y valentía y luchemos por un mañana mejor, no sólo para las familias que compartimos por sangre, sino para aquellas que se extienden más allá de nuestros vecindarios, ciudades y todas las naciones del mundo.
Ahora, más que nunca, debemos animarnos unos a otros. Al extender nuestras manos hacia los necesitados, hagámoslo con el corazón abierto, listos para escuchar, aprender y crecer juntos. Este compromiso con la empatía y la solidaridad allanará el camino hacia un futuro mejor, donde reine la compasión y se valore a cada individuo.