Después de una tragedia como la DANA que ha arrasado decenas de pueblos valencianos, se busca cualquier rayo de esperanza al que aferrarse. También todas las formas de colaborar con los afectados. Y una buena forma combinar ambas es con la compra de lotería para el sorteo extraordinario de Navidad en las administraciones de los municipios que hasta hace pocos días tenían agua y barro en sus calles.
Es lo que ha ocurrido en l’Alcúdia o Guadassuar. Las administraciones de ambas localidades, que ya han reabierto sus puertas, han recibido clientes poco habituales. Voluntarios, militares, bomberos y vecinos de otros municipios que se han sumado a las labores de limpieza y reconstrucción tras la inundación han aprovechado su visita para comprar décimos.
«Por ahora, los vecinos y clientes de siempre no se acercan mucho, es normal, todavía están recuperándose, limpiando o tramitando las ayudas. Pero sí que han pasado voluntarios. Como cuando uno hace un viaje de trabajo o vacaciones, pues las personas que nos están ayudando también han venido a buscar lotería», explica Fina Puig, de la administración nº 1 de l’Alcúdia.
Por su parte, María Ángeles Cándido, propietaria de «La calabaza de la suerte», en Guadassuar, ha notado una tendencia similar: «La gente está volviendo a la normalidad poco a poco y por el momento no se acercan mucho. En nuestro caso, el pueblo ya está muy limpio y apenas quedan voluntarios, pero también compran o, de vez en cuando, entra un militar«.
Los clientes foráneos buscan un pellizco de suerte, pero también colaborar con las administraciones de las localidades afectadas, pues rara vez muestran una preferencia concreta. «Te dicen que les des un número cualquiera», incide Puig. Ni siquiera se busca cualquier número relacionado con la fecha de la catástrofe, ya que ocupa seis cifras (29/10/24) en vez de las cinco que tiene un décimo.
La lotera de l’Alcúdia augura, no obstante, un posible incremento de las ventas en las próximas semanas, según su propia experiencia personal. «Yo no descartaría que ocurra como sucedió cuando la Pantanada, al tiempo, vino mucha gente de otros pueblos a comprar décimos«, concluye.