«Tenemos mucho que aprender de los movimientos panafricanistas… Gracias por venir hoy al Congreso». Con estas palabras, la secretaria general y diputada de Podemos, Ione Belarra, presentó, el pasado 5 de noviembre, en el Congreso de los Diputados, a Kemi Seba, un ‘influencer’ nacido en Estrasburgo, fundador y líder de la organización ‘Urgences Panafricanistes’. Sobre Seba pesan acusaciones de haber recibido financiación del grupo mercenario Wagner, ha sido condenado por incitación al odio racial y es sospechoso de mantener «vínculos con una potencia extranjera» en Francia, cuyo Gobierno, además, le ha retirado la nacionalidad. «Este encuentro en España expone posibles estrategias de injerencia rusa, recordándonos que el Kremlin está utilizando la permeabilidad de los grupos de extrema izquierda y movimientos independentistas para desestabilizar el sistema democrático español; este asunto no debe tomarse a la ligera», valora Albert Borràs, codirector de Cassini Group Spain, empresa especializada en el análisis de riegos geopolíticos e inteligencia económica.
Este diario ha intentado contactar este jueves con Belarra mediante un mensaje en X, antes Twitter, y ante la ausencia de respuesta, le llamó a su número móvil, manteniendo una breve y algo tensa conversación telefónica en la que la diputada mostró su enfado por la irrupción y declinó pronunciarse, remitiendo la petición a su secretaria de prensa, Teresa Cambril. Finalmente, por la tarde, se le envió a Cambril un mensaje en el que se le presentó disculpas a la diputada por la llamada telefónica y se le planteó si eran de su conocimiento los contactos de Seba con controvertidas personalidades rusas como el filósofo de ideas genocidas Aleksándr Duguin y si sabía que estaba siendo investigado en Francia. «Podemos considera a Seba un reputado panafricanista que dirige la oenegé Urgences Panafricanistes y que sufre represalias del Estado francés por sus críticas al neocolonialismo de ese país en África», respondieron finalmente fuentes del partido izquierdista. Borràs, en cambio, recuerda que París considera a Seba «un agente ruso» y define sus actividades como «colaboración con el Kremlin para expandir su influencia» en el continente africano. Al margen de su presencia en el Congreso, Seba fue entrevistado recientemente en Canal Red, la emisora que dirige Pablo Iglesias.
Seba, cuyo nombre de nacimiento es Stello Gilles Roberto Capo-Chichi, detenido en el país vecino en varias ocasiones, es sospechoso de «mantener contactos de inteligencia con una potencia extranjera con vistas a provocar hostilidades o actos de agresión contra Francia», según ha informado su abogado, Juan Branco, a la prensa francesa. Fundador de la organización Tribu Ka, que defiende la existencia de una civilización negra, también ha sido condenado por incitación al odio racial, siendo expulsado de países como Costa de Marfil, Senegal y Guinea debido a presuntas actividades desestabilizadoras. En la actualidad, emplea un pasaporte diplomático emitido por las autoridades de Níger, un país que entró en la órbita de Moscú tras un golpe de Estado en verano de 2023.
Vínculos con el Kremlin
La lista de vínculos de Seba con Rusia es larga: en 2017 viajó a Rusia invitado por Aleksándr Duguin, un filósofo de referencia de la elite rusa y acusado de defender postulados genocidas respecto a Ucrania, donde concedió una entrevista a la agencia oficialista rusa Spútnik en la que tildó de «natural» una eventual alianza entre Rusia y los movimientos soberanistas africanos. Esta incipiente asociación tuvo su inmediata materialización en la financiación que habrían recibido las actividades de su organización ‘Urgences Panafricanistes’ en el continente africano de parte de la organización dirigida entonces por el difunto Yevgueni Prigozhin durante los años 2018 y 2019, de acuerdo con una investigación llevada a cabo por el rotativo alemán ‘De Welt’ y las organizaciones ‘All Eyes on Wagner’ y ‘Dossier Centre’. Su nombre, sostienen los autores del reportaje, aparece «en docenas de documentos internos detallando los contornos de su colaboración con Wagner».
Seba ha declarado públicamente su admiración por el presidente Vladímir Putin, proclamando queel líder ruso «no tenía las manos manchadas de la sangre de la colonización y la esclavitud». Múltiples fuentes e investigaciones, en cambio, contradicen esta amable versión y critican con ahínco la presencia de Rusia, y más concretamente de los mercenarios de Wagner, en el continente africano. En la República Centroafricana, país donde se implantaron hace más de seis años, se han limitado proveer seguridad al presidente Faustin Arvhange-Touadera y a entrenar una suerte de guardia pretoriana a cambio de extraer y exportar libremente, sin la supevisión del Estado, oro y diamantes en explotaciones mineras remotas y causando, según un estudio realizado por ‘The Sentry’, numerosas víctimas civiles entre los locales que se oponen a semejante trato. «Se comportan como una organización criminal», denunció a EL PERIÓDICO Natalia Dukhan, investigadora senior de la organización. En otros escenarios como Siria, grabaciones de mercenarios de Wagner torturando salvajemente a prisioneros han salido a la luz, además de hacerse virales ejecuciones ejemplarizantes a martillazos en la cabeza de aquellos milicianos que desertaban.
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