El reciente lanzamiento de un misil intercontinental por parte de Corea del Norte ha encendido todas las alarmas en el teatro de operaciones del Pacífico. La región vive momentos complejos que muchos analistas relacionan con las elecciones de Estados Unidos y el ánimo de Kim Jong-un de desestabilizar tanto al país americano como a Corea del Sur y Japón. Como respuesta, desde el Pentágono han enviado, al menos, un bombardero B-1B Lancer, un avión del que España carece, a realizar prácticas con los países mencionados.
«Aviones de combate de Estados Unidos, Japón y la República de Corea realizaron un vuelo de escolta trilateral de un bombardero estadounidense que operaba en el Indo-Pacífico el 3 de noviembre», según reza un comunicado del Comando Indo-Pacífico. Los participantes fueron dos cazas F-16 y el B-1B Lancer por parte de los norteamericanos, cuatro cazas Mitsubishi F-2 de la Fuerza de Autodefensa japonesa y otros tantos F-15K de la Fuerza Aérea surcoreana.
El ejercicio «es una continuación de la sólida cooperación trilateral, que permite una respuesta inmediata a los desafíos de seguridad regional en un entorno de seguridad crítico«, explican desde el Comando. «Nuestras tres naciones mantienen un compromiso absoluto con la visión compartida de una región del Indopacífico segura, abierta y basada en leyes».
Desde la agencia de noticias surcoreana Yonhap apuntan a que, durante el ejercicio, el bombardero atacó un objetivo simulado en una demostración de sus «abrumadoras» capacidades, según el Estado Mayor Conjunto (JSC, por sus siglas en inglés) del país asiático. El número de bombarderos participantes en las maniobras no se ha desvelado.
«Este ejercicio se llevó a cabo en respuesta al lanzamiento de un misil balístico intercontinental por parte de Corea del Norte el 31 de octubre», explican desde el JCS. «En medio de un aumento gradual de la cooperación en materia de seguridad entre los tres países, reforzaremos la coordinación para disuadir las amenazas de Corea del Norte».
El ejecutado recientemente es el segundo ejercicio del tipo llevado a cabo en lo que va de año por los tres países en la región Pacífica. El anterior tuvo lugar el pasado junio, cuando un B-1B desplegó munición real en una localización no especificada de Corea del Sur.
El bombardero de EEUU
El Rockwell B-1B Lancer es la «columna vertebral de la fuerza de bombarderos de largo alcance de Estados Unidos», tal y como lo describe la propia Fuerza Aérea. «Puede lanzar rápidamente cantidades masivas de armas de precisión y de no precisión contra cualquier adversario, en cualquier parte del mundo y en cualquier momento».
La primera versión, denominada B-1A, se desarrolló en los años 70 como reemplazo del también bombardero B-52 que, por entonces, ya contaba con un par de décadas a sus espaldas y será uno de los modelos en cumplir el centenario volando. Las pruebas de vuelo del Rockwell comenzaron a mitad de esa década con velocidades superiores a 2.700 km/h, catapultando a la aeronave a la categoría de supersónica.
El proyecto se canceló en un primer momento en el año 1977, antes incluso de entrar en producción. Sin embargo, las pruebas de vuelo continuaron 4 años más, dejando un resquicio de esperanza para el programa que aprovechó Reagan para su rescate.
En esta nueva fase, ya con el apoyo total de la Casa Blanca y el Departamento de Defensa, se decidió introducir ciertas mejoras a la plataforma que cristalizaron en la versión B-1B Lancer que se mantiene operativa en la actualidad. Entre los cambios se encuentran el aumento de la capacidad de carga, un radar más avanzado y una reducción de la sección transversal para aminorar la huella en los radares.
Además, los 2.700 km/h que habían planteado en un primer momento se desestimaron y se propuso una velocidad algo más conservadora, aunque mantenía su categoría supersónica. De este modo, el crucero se estableció en 1,2 veces la velocidad del sonido (1.481 km/h).
El primer B-1B salido de la cadena de montaje final despegó en octubre de 1984 y comenzó a dar servicio a la Fuerza Aérea justo dos años más tarde. Los primeros años estuvieron marcados por la capacidad de despliegue de armamento nuclear de la aeronave, capacidad que Estados Unidos eliminó en 1994 para este avión.
La aeronave se utilizó por primera vez en combate en Irak durante la Operación Zorro del Desierto en 1998. Un año después, se emplearon 6 unidades del B-1B en la Operación Fuerza Aliada (Yugoslavia), donde tuvo un papel fundamental en el despliegue de armamento.
El B-1B está categorizado como un bombardero pesado, multipropósito y de largo alcance. Cuenta con 4 motores turbofán firmados por General Electric con postquemador que le permiten una velocidad máxima supersónica y una autonomía virtualmente ilimitada gracias a su capacidad de repostaje en vuelo. Lo que explica que estas aeronaves partieran directamente desde suelo estadounidense para ejecutar el ataque en Siria e Irak.
Tiene 44,5 metros de largo por 41,8 de envergadura con las alas extendidas y 24,1 metros con ellas replegadas. Esta capacidad es clave ya que permite al mismo tiempo volar a baja velocidad para ejecutar los ataques de la forma más precisa posible y pasar a modo supersónico para salir de la ubicación.
En cuanto a armamento, puede desplegar todo tipo de bombas que se acomodan en su bodega. Según indica la Fuerza Aérea, puede llevar hasta 34 toneladas en su interior con municiones tan diferentes como minas navales, bombas de racimo o misiles aire-superficie. Cada aeronave cuenta con 4 miembros de la tripulación.
Estados Unidos comenzó con la retirada de la capacidad nuclear del B-1B Lancer en 1994, aunque estuvo considerado como un bombardero pesado equipado con este tipo de armamento hasta 2007. La conversión a bombardero convencional comenzó en noviembre de ese mismo año y se completó en marzo de 2011.
Otro despliegue
A miles de kilómetros del lugar impreciso donde se han llevado a cabo las maniobras en el Pacífico, Estados Unidos trabaja en paralelo con un segundo despliegue en Qatar. En esta ocasión, el Pentágono ha decidido enviar una flota de 6 bombarderos B-52 a Oriente Medio, la primera vez desde 2019 que una aeronave de este modelo aterriza en la región.
Junto con la media docena de B-52 también se han trasladado un escuadrón adicional de cazas F-15E Strike Eagles, y más aviones cisterna para reabastecimiento en vuelo. «Estos movimientos demuestran la naturaleza flexible de la postura de defensa global de Estados Unidos y la capacidad de ese país para desplegarse en todo el mundo con poca antelación para hacer frente a las amenazas cambiantes a la seguridad nacional», declaró el pasado día 1 el secretario de prensa del Pentágono, Patrick S. Ryder.
Este despliegue aéreo está especialmente concebido para compensar la próxima partida a su puerto base del portaviones USS Abraham Lincoln, tal y como recoge Air and Space Forces Magazine, citando funcionarios estadounidenses.
Los bombarderos B-52 se desarrollaron al calor de los primeros compases de la Guerra Fría y en paralelo a la necesidad de proyección nuclear de Estados Unidos frente a la Unión Soviética. Eran los años 50 y la Fuerza Aérea del país norteamericano se embarcó en un proyecto para diseñar una plataforma capaz de ser la nave nodriza de esas armas radiactivas.
El momento fue clave, ya que en esa década los motores a reacción supusieron un punto de inflexión en la industria aeronáutica en todo el mundo y los B-52 Stratofortress los aprovecharon. La encargada del programa fue Boeing, que por entonces ya tenía bastante experiencia en la creación de bombarderos como el B-29.
Finalmente, el Stratofortress entró en servicio en la Fuerza Aérea en 1955 y, desde entonces, ha conformado uno de los pilares fundamentales de la proyección estratégica nuclear estadounidense.
En estos prácticamente 70 años que lleva operativo, el bombardero ha ido recibiendo actualizaciones y Boeing se ha encargado de realizar versiones con tecnologías más modernas. El Departamento de Defensa, a través de un programa de extensión de vida útil, pretende retirar el último B-52 cuando se cumpla más de un siglo desde su activación.
Una de las renovaciones más importantes tiene que ver con la motorización. En 2021, Rolls-Royce se hizo con un contrato de 2.600 millones de dólares por 650 motores modelo F130 para actualizar al bombardero y hace unos meses comenzó con las pruebas en tierra.
En cuanto a especificaciones, este gigante de los cielos mide 48,5 metros de largo con una envergadura de 56,4 y una altura de 12,4 metros. El peso máximo al despegue llega hasta las 221 toneladas gracias a sus 8 motores Pratt & Whitney.
Alcanza los 1.000 kilómetros por hora aunque la velocidad de crucero estimada es de 800 km/h a una altitud máxima de 15.000 metros. Cuenta con una autonomía máxima en modo combate de 14.000 kilómetros, aunque es común que despegue con menos combustible para facilitar la maniobra y luego recargue sus tanques en el aire.