Decía el gran científico Carl Sagan que no se puede convencer de nada a un fanático o un creyente, porque sus creencias no se basan en ninguna evidencia, sino en su profunda necesidad de creer. Algo así les ocurre a las derechas y extremas, que construyen su universo paralelo de creencias y maneras preconcebidas de entender el mundo, y se aferran a “su verdad” con uñas y dientes, aunque sepan que es mentira y contraria al conocimiento, a la razón, o, incluso, a la evidencia científica. ¿El motivo? Defienden sólo sus propios intereses, personales y corporativos, de su grupo. Lo demás les importa un bledo.
Decía, en sentido contrario, la filósofa francesa Simone Weil que “la necesidad de verdad es la más sagrada de todas, sin embargo, nunca se habla de ella”. Es más, la verdad incomoda, molesta.
Mucha gente prefiere quedarse acomodados en las mentiras aprendidas y en los bulos que lanzan los carroñeros por puro confort mental, porque enfrentarse a la verdad conlleva el riesgo de darse cuenta de que habría que cambiar cosas, y el cambio asusta, o no interesa. Sin embargo, cerrar los ojos a la verdad no nos libera de las consecuencias de esa verdad que se niega o que se evita.
Algo así se ha hecho evidente con el reciente desastre provocado por las lluvias descontroladas en la Comunidad Valenciana. De todos es sabido que las derechas y extremas niegan el cambio climático y el calentamiento global, que es la causa de los fenómenos atmosféricos extremos que estamos viviendo; como decía, niegan lo que no va alineado a sus intereses, y ellos lo que defienden es los intereses del ultra capitalismo, que hace dinero emitiendo gases tóxicos, talando árboles, envenenando aguas y tierras del mundo sin ninguna cortapisa, y obviando el peligro gravísimo que supone negarlo.
En esa tesitura, fiel a ese negacionismo (que, en mi opinión tendría que tratarse como un delito contra la humanidad), lo primero que hizo el actual presidente de la Comunidad valenciana, Carlos Mazón, en sintonía con los esquemas ideológicos de su partido, fue eliminar la Unidad Valenciana de Emergencias, que creó su antecesor, el socialista Ximo Puig, en coalición con Compromís y Unidas Podemos, en coordinación con los científicos de medio ambiente y meteorología, al percibir que los peligros de lluvias torrenciales y desastres climáticos iban claramente en grave aumento en Valencia. La DANA de septiembre de 2019, había destrozado la comarca de la Vega del Segura dejando seis víctimas mortales, más de 4000 personas evacuadas, casi 700 rescatadas, y daños económicos hasta entonces nunca vistos.
Pues bien, llegan el PP y Vox a gobernar Valencia tras las elecciones de mayo de 2023 y, como digo, en los primeros cuatro meses la coalición hace desaparecer esa Unidad de Emergencias. Aunque, fieles a su afiliación a la crueldad, multiplican las subvenciones a las corridas de toros, según he leído en 20 millones de euros, lo cual es bien elocuente. Como bien era de esperar. Este hecho, unido a la tardanza inaceptable de casi diez horas en avisar a la población, han sido los factores cruciales que han ocasionado el desastre de magnitud realmente dantesca. Cabe preguntarse cuántos ciudadanos podrían haberse salvado de la muerte si la alerta les hubiera llegado diez horas antes. Algunos aseguran que el grueso de la tragedia proviene de tantas horas de inacción por parte del gobierno de la Generalitat.
Y, como era de esperar, las derechas y extremas sacando réditos del desastre, lanzando bulos, intoxicando la información, desviando el foco de atención de lo importante, atacando al Estado de derecho, y aprovechando esta catástrofe para linchar a Sánchez e intentar acabar con su gobierno y desestabilizar la democracia. Aunque la responsabilidad primera es del gobierno autonómico, de PP y Vox, al que el gobierno central estaba supeditado en primera instancia. En una comparecencia, el general jefe de la UME, Javier Marcos, ha dejado bien claro que “quien dirige la emergencia y decide es la Comunidad Autónoma”.
Es hora de asumir que llevamos décadas sin tener en cuenta las advertencias de los científicos sobre el cambio climático, es hora de repudiar a los que le niegan, y exigir a los gestores públicos que se pongan remedios de urgencia para dejar de aniquilar a la naturaleza y a su equilibrio. Ésa es la cuestión principal. Nos estamos cargando el planeta y no se hace nada para remediarlo. Es hora de repudiar la violencia y a las extremas derechas que, por desgracia, el Partido Popular introdujo en las instituciones. Y es hora de pedir responsabilidades al gobierno neoliberal y negacionista de la Comunidad Valenciana, y también a los ciudadanos que les votaron.
Es obvio y evidente que el negacionismo del cambio climático y las derechas matan. De muchos modos y maneras. Y lo peor es que esto no queda aquí. Habrá más desastres y catástrofes causadas por el daño irreparable que causamos los humanos a la naturaleza. Y cada vez más frecuentes e intensas. Lo llevan diciendo décadas los expertos del clima. Y seguimos contaminando y sin poner remedios efectivos a la emergencia climática. Por tanto, finalmente los responsables somos todos. Por lo que permitimos, por lo que callamos, por las mentiras y los bulos que creemos y no contrastamos, y sobre todo por lo que votamos.