Vanessa Villalba, miembro de la directiva de la comisión de las fiestas patronales de Sant Vicent de la Vall d’Uixó, se puso en contacto con Mediterráneo para informar de que «lo que está pasando en el cámping de Xilxes tiene que saberse».
No le faltaba razón. Este espacio reservado para el turismo se ha convertido en un hogar para familias desplazadas por la gota fría que asoló l’Horta Sud hace una semana y para numerosos voluntarios movilizados para ayudar en los municipios afectados. Están completos (acogidos conviven con clientes habituales). Su capacidad es de hasta 300 personas.
Inma Aragó, gerente en funciones, se enteró de la catástrofe cuando empezaba sus vacaciones —que ha aplazado sine die— y de inmediato se puso en contacto con el propietario del complejo turístico por si podían hacer algo, «su respuesta fue contundente, lo que haga falta».
Para gestionar de forma adecuada la iniciativa, se pusieron en contacto con los Servicios Sociales de los municipios asolados ofreciendo sus instalaciones y les han derivado a una docena de familias, que ya están hospedadas en sus bungalows, además de un importante número de voluntarios que han encontrado allí un lugar donde descansar, organizarse y reponer fuerzas.
Explica Inma que al principio hicieron un llamamiento a través de las redes sociales para pedir ayuda básica, alimentos, material de higiene o ropa, y la reacción ha sido abrumadora. «Viene gente de la zona, pero también de otros puntos de España», afirma.
Huyen de la insalubridad
Entre quienes tienen acogidos está la familia de Rebeca y José, con sus dos hijos pequeños, de Massanassa. Ella afirma que su casa, dentro de la afección, ya está limpia, pero hace unos días su bebé enfermó por las condiciones tantas veces comentadas del lugar. Una infección, gastroenteritis. Por su bienestar, decidieron alejarse de aquel entorno insalubre y acabaron en Xilxes.
Rebeca está deseando volver a su casa, «tengo allí a toda mi familia» y confiesa que ha llegado a sentirse culpable, por estar aquí «tan bien cuidados», mientras los suyos pasan penurias. Pero lo ha hecho por el bien de sus niños.
Coordinar la crisis
Las circunstancias de los acogidos son diversas, Inma explica que hay una mujer asiática «diabética y que no se estaba tratando». Está siendo todo muy impactante, remarca. «Al principio fue todo un descontrol, pero llegó una enfermera de la Plana, Susana, que durante la pandemia se especializó en la gestión de crisis y nos ha ayudado mucho», además de prestar asistencia a los acogidos. Entre ellos, dos han sido derivados al hospital, una mujer embarazada y un joven herido.
El cámping es un ir y venir constante de gente. Guardia Civil, personas que quieren hace donaciones, otras que buscan ayuda y voluntarios. Entre ellos, un par de integrantes de la DYA de Navarra. Esta organización acude a numersas catástrofes por todo el mundo. Alba Sanz y Emilio González explican que estuvieron en Biescas, en Haití, en Ecuador, por citar algunas.
«Nunca te acostumbras al impacto de una catástrofe y la magnitud de este es inmensa»
Emilio relata que «nos movilizamos desde el minuto uno. Al principio dos personas a modo de avanzadilla, para saber qué hacía falta. Fuimos los primeros en llegar junto a bomberos de Teruel» y ahora están coordinados «siempre a través de medios oficiales». Desde el miércoles, han ido turnándose unas 23 o 30 personas, que han traído consigo hasta Valencia cinco recursos, «un hospital de campaña que, por suerte, no ha hecho falta montar, tres vehículos 4×4 y dos transportes».
Pese a su experiencia, ambos coinciden en que «nunca te acostumbras», las crisis humanitarias siempre son muy impactantes y «la magnitud de esto es inmensa».
Junto a ellos llegan al camping Mediterráneo de Xilxes Nico y Julia, otros voluntarios, en su caso de SOS 4×4. Nico es alemán con residencia en València. Cuenta que en la noche del martes al miércoles «llevé en mi todoterreno a dos policías locales porque con los coches patrulla es imposible circular por muchas calles».
«Que nadie dé dinero a alguien que se identifique como SOS 4×4, todo lo que hacemos es 100% voluntario»
Reivindica el papel de los voluntarios, e insiste mucho en ello. «Hemos llevado alimentos a zonas inaccesibles, retirado coches, hemos hecho asistencia técnica» y todo impulsado por un grupo de amigos que cuentan con vehículos capaces de hacerse un hueco en las condiciones más adversas.
Aprovecha el acceso a un medio de comunicación para advertir de que la pillería también está aprovechando el nombre de su iniciativa y su presencia en la zona. «No estamos pidiendo donaciones, que nadie de dinero a alguien que diga que es de SOS 4×4. Todo lo que hacemos es 100% voluntario».
Entre los voluntarios que pueden encontrarse estos días en el cámping están un par de cocineras y unas amigas. Una de ellas explica que están dedicándose a «clasificar todo lo que está llegando para lo que no se pueda aprovechar aquí, mandarlo a donde haga falta». Afirma que «hoy que estoy haciendo algo útil estoy mejor, porque esto te supera emocionalmente y esta gente lo necesita».
En el cámping Mediterráneo, como confirma Inma, se han hecho cargo de algunos de los desplazamientos de las familias, «porque se han quedado sin coche», otros han llegado con voluntarios. El personal les está ayudando en todo lo que requieren, incluida la tramitación de las ayudas para los afectados.
Indica que seguirán así «mientras haga falta», a pesar de que, no puede olvidarse que este es un negocio privado que vive de los alquileres de bungalows y parcelas, especialmente en este época del año los fines de semana, pero «es lo que toca», concluye.
Vanessa Villalba, que la primera vez que ha entrado en estas instalaciones fue cuando supo de su iniciativa solidaria, opina que «todo lo que están haciendo de forma desinteresada, la gente debería recordarlo».