Romper la férrea ley del silencio es fundamental para acabar con el acoso en las aulas. Sin embargo, muchas víctimas no se atreven a denunciar su calvario. Además, hay testigos que ven todo pero no acorralan al acosador y muchas direcciones escolares siguen ocultando casos porque no lo saben gestionar bien. Si reina el silencio, nadie puede actuar. Sin embargo, más de la mitad de las víctimas de ‘ciberbullying’ (acoso virtual a través de móviles y otros dispositivos) no se atreven a contar su calvario. El secretismo es mayor que en el hostigamiento presencial: 55% frente a 38%. Lejos de ser ‘cosas de niños’, el ‘ciberbullying’ tiene consecuencias directas en la salud mental. El 21% de las víctimas y el 25% de sus acosadores han intentado quitarse la vida.
Estos son algunos datos incluidos en un ambicioso informe universitario que se publicó el año pasado. Con motivo de la celebración por parte de UNESCO del día internacional contra la violencia y el acoso escolar (primer jueves de noviembre), las autoras han difundido esta mañana la parte relacionada con el ‘ciberbullying’. Llevado a cabo por un grupo de investigadoras de la facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid e impulsado por la Fundación ColaCao, el estudio contó con la participación de 21.000 estudiantes (desde 4º de primaria a 4º de la ESO) de 325 centros públicos y concertados de las 17 comunidades autónomas.
Mentiras, rumores y críticas
La investigación revela que, al igual que el acoso presencial, en el ‘ciberbullying’ los matones tienen tres maneras básicas de actuar: contar mentiras o lanzar rumores sobre sus víctimas, criticar su aspecto físico y ridiculizarlas con motes y burlas. El problema -recuerdan las autoras- es que el acoso ‘online’ no se limita al horario escolar, como ocurre con el presencial, sino que se extiende durante todo el día de la mano de los móviles y la tecnología. En cada aula hay un alumno que participa en este tipo de hostigamiento con una frecuencia de un par de veces o tres al mes como mínimo.
Además de los rumores sobre las víctimas, las críticas a su aspecto físico y ridiculizarlas con motes, otras situaciones preocupantes son el envío o la publicación de fotos o vídeos sin permiso, llamar de forma anónima para amenazar o dar miedo, coger el móvil de la persona acosada y enviar mensajes, así como el pirateo de su perfil en redes sociales.
«El ciberacoso inhibe la empatía de quienes lo ejercen y potencia un anonimato e impunidad de graves consecuencias»
«Los programas contra el acoso escolar deben prevenir también su actual extensión a través de dispositivos digitales, que aumentan su gravedad al hacer que las víctimas lo sufran de forma permanente y sin poder encontrar un lugar seguro que lo detenga. Es un tipo de acoso que inhibe la empatía de quienes lo ejercen y potencia un anonimato e impunidad de graves consecuencias”, explica María José Díaz-Aguado, directora de la investigación y de la unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense (Madrid).
Mientras más de la mitad de las víctimas de acoso ‘online’ se quedan calladas, el otro porcentaje que sí denuncia su calvario lo hace, mayoritariamente, ante sus amistades (78%). Las otras figuras a las que recurren para desahogarse son la madre (68%) y el padre (58%).
Intentos de suicidio
Cuando se publicó el informe, en 2023, uno de los datos que más llamó la atención fue el de la relación directa entre el acoso en las aulas y la salud mental. La investigación confirmó que la exposición a la violencia -ya sea presencial o virtual- incrementa el riesgo de emplear la violencia contra uno mismo. Los datos revelaron que el 20% de víctimas de ‘bullying’ y el 17% de agresores habían intentado suicidarse. En el ciberacoso, las cifras son mayores. Uno de cada cuatro acosadores reconocen haber intentado quitarse la vida alguna vez (24,9%), y en el caso de las víctimas, una de cada cinco (un 21,1%).
En 2021 se suicidaron en España 53 jóvenes entre 15 y 19 años. En 2022 fueron 75. Según explicó recientemente en EL PERIÓDICO el psiquiatra y autor de ‘Romper el silencio’ Enric Armengou, el ‘bullying’ es una de las señales rojas que deben tener en cuenta las familias de cara a prevenir suicidios adolescentes. Otros factores de riesgo son los pocos vínculos, el perfeccionismo y la autoexigencia.
“La relación entre el ‘bullying’ y la ideación suicida [tener pensamientos o fantasías acerca de la propia muerte] es muy preocupante y exige una reflexión como sociedad. Es crucial ofrecer atención especial a los estudiantes que han sido víctimas, ayudándoles a mitigar las secuelas de su experiencia y acompañándoles en todo el proceso. Además, hemos de trabajar en las medidas de apoyo para los violentos, que deben incluir el tratamiento de las dificultades emocionales que aumentan el riesgo de violencia hacia otros o hacia sí mismos”, reflexiona Javier Coromina, patrono de la Fundación ColaCao.