Con apenas 12 años, Álvaro, Eric, Hugo y Pablo han cambiado el balón de fútbol por la escoba y la pala. «No nos queda otra», afirman. La tragedia les ha hecho madurar de repente y a pesar de su corta edad, este grupo de niños de Massanassa colabora sin descanso para ayudar a regenerar su pueblo, a pesar de que han visto escenas muy duras que no olvidarán en su vida.
Los daños en el municipio son incalculables y varios días después de que una riada arrasara sus calles, las toneladas de fango continúan siendo un obstáculo para la movilidad. Eric y sus amigos son conscientes de ello. Por eso no dudaron desde el primer minuto en unirse en los trabajos de limpieza, «porque si no lo hacemos nosotros nadie va a quitar toda la porquería que hay en el pueblo».
«El primer día solo éramos tres limpiando esta calle»
Su inocencia no les impide darse cuenta de que ha pasado ya demasiado tiempo para que no venga nadie a ayudar. Al menos «nadie de los que tendría que venir, porque gente de la calle está viniendo mucha», comenta Álvaro, que celebra la llegada de refuerzos «porque el primer día solo éramos tres vecinos limpiando las calles».
Los jóvenes admiten tener miedo «porque vas andando por la calle y parece el fin del mundo. Parece la película de Lo Imposible», bromean. La cantidad de fango acumulado es de tal magnitud que les inquieta andar por la calle y caerse en una de las múltiples alcantarillas que están abiertas de par en par para evacuar las toneladas de fango que todavía se acumulan por las calles.
Miedo a encontrar cuerpos
Sus padres están muy orgullosos «porque están currando como unos campeones». Preguntados sobre si los menores han mostrado algún síntoma traumático, los progenitores destacan que sus hijos están asustados «porque saben que están robando en las casas». Además, añaden los chavales confiesan tener miedo de «encontrarnos a algún muerto». «El otro día había uno ahí tirado», narran con una crudeza sobrecogedora.