¿Es una semana diferente? Por el derbi, digo.
Un tanto especial sí que es. El sábado se juega un derbi y sabemos lo que significa tanto dentro como fuera del campo. Hacemos lo mismo que todas las semanas, pero sabiendo lo que hay por delante.
No será el primero para usted, que ya lo vivió la pasada temporada. Y a lo grande.
Lo del año pasado fue una locura. Ni me esperaba jugar ni mucho menos ser titular pero sobre todo marcar. Y pasó todo eso, así que fue un día muy especial.
¿Qué imagen se le viene a la cabeza de aquella tarde?
Mi familia. Estaban ahí, en la grada, y cuando marqué empezaron a saltar de alegría y a llorar. Y eso que era el empate, nada que ver con un gol de la victoria en el último minuto, pero ellos sabían lo que significaba eso para mí y que era lo que había soñado siempre.
Lágrimas de su padre, de su madre…¿también suyas?
No, yo me quedé en shock y no sabía cómo reaccionar. Recuerdo que cuando vi que el balón entraba no sabía qué hacer y es luego, con el paso del tiempo, cuando te das cuenta de lo que has hecho y de lo importante que había sido eso para el equipo y también para mí.
«Hace un año ya había hecho la pretemporada, pero estaba cohibido, pequeño comparado con los demás»
Así que ya sabe lo que rodea a un derbi y el ambiente que se genera. Cuente, cuente.
Algo sabía ya de haber jugado algún partido así en categorías inferiores, pero es verdad que la atmósfera es distinta a la de un partido normal porque el nivel es superior y hay mucha más gente en la grada. Pero hay que llevarlo con tranquilidad y, por supuesto, con muchas ganas.
La cita llega en buen momento tras la victoria ante el Granada.
Así es. Sabíamos de la importancia que tenía ese partido porque, tras tres derrotas seguidas en casa, no podíamos volver a fallar ante nuestra gente. Por suerte, ganamos y salió todo bien.
¿Hasta qué punto preocupaba la mala racha en La Romareda?
Sabíamos que no ganar en casa pesa mucho y que había que hacerlo ya. Y eso que teníamos a un rival fuerte enfrente, pero debíamos ir a lo nuestro, hacer lo que sabemos y, afortunadamente, nos adelantamos pronto, lo que nos permitió jugar con más confianza.
Dice Tebas que el favorito es el Huesca.
Nosotros vamos a lo nuestro. Yo no creo que haya favoritos y más en una categoría en la que cualquiera puede sorprender a cualquiera. Así que nos centramos en nosotros mismos sin importarnos lo demás.
¿Ya ha empezado Víctor a meterles el derbi en vena?
Nos lo ha mencionado. Él sabe lo que hay y nos lo transmite para que nosotros lo recibamos de la mejor manera.
«Lo del derbi del año pasado fue una locura para mí, con mi familia llorando en la grada. No hay un favorito»
¿Qué es Víctor para Liso?
El entrenador que ha confiado en mí desde que salí de juveniles, el que me hizo debutar y que propició que lograra mi primer gol con el Zaragoza. Una persona muy importante que me ha hecho llegar donde siempre quise.
“¿Pero quién es ese tío?”¿Le suena la frase?
Sí, (sonríe). Es lo que se dice que dijo Víctor cuando me vio entrenar por primera vez. Recuerdo que la semana que llegó, en marzo, subí a un entrenamiento táctico y estuve mirando. Era martes y yo había jugado el domingo así que solo miré, pero era consciente de la importancia que tenía ese entrenamiento, que era como una final para mí. Y cuando me dijeron que estaba convocado no me lo podía creer.
¿Se acuerda de dónde estaba hace justo un año?
Pues en el filial y bajaba a jugar algún partido suelto con el juvenil. El proceso normal de un chaval de 18 años. Ya hice la pretemporada con el primer equipo, pero la verdad es que no me sentía a gusto y esos meses me sirvieron para darme cuenta de que me tenía que ir preparando para cuando llegara el momento. Muchas veces pienso en que hace nada estaba en el juvenil y en lo impactante que es todo lo que me está pasando.
«No me vi fuera del todo en verano pero mis padres lo pasaron fatal»
¿Por qué dice que no se sentía a gusto?
Porque me sentía en una burbuja muy pequeña comparado con los demás y eso no me dejaba desarrollar mi juego. Estaba cohibido al estar con gente a la que veía en la tele o en La Romareda y me sentía raro, nada bien, sin personalidad. Hasta que tuve claro que eran personas normales, jugadores de Segunda División y que yo podía ser uno de ellos.
Esa madurez que muestra no es frecuente a su edad.
Es lo que me inculcaron mis padres. Ellos siempre me decían que mantuviera la calma y la confianza en mí y que, si conseguía llegar, que fuera el de siempre. Humildad sobre todas las cosas.
«No tengo ni idea de cuál es mi cláusula de rescisión, no son cosas mías»
¿Ni siquiera siente vértigo?
Sigo siendo el de siempre. Las situaciones no me pesan, yo voy a lo mío y a seguir luchando.
Su padre dice que usted siempre tuvo claro que llegaría y que sería futbolista. Se lo decía a menudo cuando iban a pescar.
Él siempre quiso que fuera pescador y he salido futbolista. Es que lo de pescar está bien para pasar el rato, pero a los tres días seguidos pescando ya solo quiero una pelota como sea. Y ahora está encantado y ya solo me dice que salga algún día a pescar con él.
¿Quién lo pasó peor en verano, cuando el Getafe apostó fuerte por su fichaje?
Mis padres, sin duda. Con toda la movida que se montó, se dieron cuenta de que de un día para otro puede cambiar todo. De renovar en junio a que apenas unos días más tarde pasara todo eso…fue impactante. Ya daban por hecho que me quedaba aquí, en casa y con la familia y todo aquello les descolocó.
Menudos días aquellos…
Estaba solo en casa y casi mejor. Me refugiaba en mis amigos, con los que no hablo de fútbol. Y eso me ayudó bastante. Yo sabía que aquí estaba en casa, arropado por mi gente y eso me tranquilizaba mucho.
¿Y usted? ¿Se vio fuera?
(silencio largo) No del todo. Sabía que aquí confiaban en mí y no me vi fuera.
Ya, pero la duda era si el Zaragoza iba a acabar cediendo a la oferta o no, más allá de que la confianza en usted fuera absoluta.
Mi agente me decía que la oferta subía cada vez más pero yo le pedía que no me dijera nada porque yo solo pensaba en el primer partido de Liga y que pasara lo que tuviera que pasar.
¿Cuánto vale Liso? ¿Sabe cuál es su cláusula?
Ni idea. No son cosas mías.
¿Cómo gestionó esa tentación de jugar en Primera?
Obviamente, uno aspira a lo máximo y a llegar a lo más alto, pero todo lleva un proceso en esta vida. Ojalá pueda hacerlo pronto y con el Zaragoza.
Pues dice Pulido que el Zaragoza es candidato serio al ascenso.
Nosotros vamos paso a paso. Sabemos lo que sucedió el año pasado y no queremos creernos algo que igual luego no somos. Vamos con calma y a seguir trabajando duro.
¿Se nombra la palabra en el vestuario o es tabú?
Queremos soñar y hacer cosas grandes, así que claro que deseamos ascender pero todo tiene un proceso y es necesario saber dónde estamos ahora y dónde podemos estar dentro de tres meses.
¿Es de los que les gusta el fútbol a todas horas o de los que fuera del trabajo no quiere verlo ni en pintura?
Me gusta, pero no hablar todo el rato de él después de los partidos. Si, después de estar aquí todos los días llego a casa y también estoy hablando de fútbol todo el rato, eso llega a saturar demasiado. Hay que saber diferenciar y separar.
¿Qué le da Liso al Zaragoza y qué le da el Zaragoza a Liso?
Yo le intento dar todo lo que tengo. Soy de aquí y esfuerzo y sacrificio no faltarán nunca. Y el Zaragoza lo es todo para mí. Es donde apostaron y creyeron en mí.
¿Qué le dice la gente por la calle?
Ahora, que hay que ganar al Huesca. Saben la rivalidad que hay y la importancia de estos partidos.
¿Lo de pasear tan tranquilo empieza a ser complicado al ser más reconocido?
Pero es que al final es lo que hay. Eres un personaje público que juega al fútbol delante de 30.000 personas y la gente siempre está ahí, animando y apoyándote. Y se agradece.
Dicen de usted que no conoce la presión o el miedo escénico…
Siempre me han dicho que tenga personalidad y que sea yo mismo independientemente de cuánta gente haya en la grada. Recuerdo mi debut en el División de Honor juvenil, contra el Barcelona. Íbamos perdiendo y salí desde el banquillo, me dije ‘tienes que hacer lo que sabes, que es regatear e irte en velocidad’. Y así lo hice y me sentí bien. No me pesa la situación si soy yo mismo y soy fiel a mi estilo. No siento esa presión.
«Víctor es una persona muy importante para mí, el que me ha hecho llegar donde siempre quise»
¿Nunca? Tiene 19 años…
Bueno, a principios de temporada sí, con el tema del gol. Sentía presión pero sobre mí mismo porque era importante marcar para adquirir confianza, pero sabía que esto va por rachas y que llegaría. Y así fue.
En el campo, el factor sorpresa se reduce cada vez más. Las defensas ya saben quién es Liso y cómo juega.
Y eso obliga a buscar variantes, pero sigo siendo fiel a mi estilo, que se basa en encarar al lateral.
Desde la izquierda, claro.
Es donde me siento más cómodo, pero me da igual dónde jugar. Como si es de central.
¿Qué es lo mejor de Liso y en qué debe mejorar?
Seguramente, lo mejor sea mi juventud y las ganas que tengo. Pero me quedan muchas cosas por mejorar e intento aprender de los demás y del entrenador al máximo.
Usted es uno de los estandartes de la cantera, el gran patrimonio del club en las duras y en las maduras.
Sabemos que la cantera es muy importante y hablamos de ello recordando entrenadores o delegados que tuvimos de pequeños, pero aquí también hay gente de fuera y cada uno tiene su peso en el equipo.
Unas cortas para terminar. ¿Un compañero que le haya sorprendido?
Keidi (Bare).
¿Un ídolo?
Cristiano.
¿Un sueño?
Ascender con el Zaragoza.