Un médico psiquiatra especializado en conductas adictivas ha señalado que Alejandro Freire, uno de los acusados por la muerte de Samuel Luiz, tenía “problemas de adicción y trastornos mentales”. La Fiscalía, y la acusación particular y popular, han cuestionado este diagnóstico al no existir “datos objetivos” que lo demuestren.
El perito hizo esta declaración en la nueva jornada del juicio celebrado este miércoles en la Audiencia Provincial de A Coruña. El psiquiatra evaluó a Alejandro Freire mientras estaba en la cárcel. Expuso que tenía un “transtorno aditivo múltiple”, por consumo de alcohol y cocaína, y que su personalidad “impulsiva e inestable” causada por un Trastorno del Déficit de Atención (TDAH).
Cabe recordar que la defensa del joven expuso que la noche en la que se produjo el crimen iba bajo los efectos del alcohol y la cocaína, como uno de los atenuantes para rebajar la posible pena del acusado.
En su declaración, añadió que el joven había tenido problemas en su niñez por la muerte de su madre a una edad temprana, ya que fue criado por su abuela, hasta que esta contrajo Alzheimer. En ese momento volvió a casa con su padre, pero mantenía una mala relación con su madrastra. Esto provocó que Freire se refugiara en sus pandillas de amigos.
El médico explicó que el TDAH puede ser “genético” y recordó que un tío del acusado sufría esta enfermedad. “Hay una relación de este trastorno con la violencia, es un factor que altera la capacidad de control”, afirmó el psiquiatra.
La Fiscalía cuestionó este informe emitido por el perito al no encontrar “datos objetivos” que avalaran el diagnóstico. La Fiscal preguntó si tenía algún tipo de informe que corroborara los problemas del joven, pero el psiquiatra expuso que solo tenía los datos aportados por la familia del acusado.
A preguntas del jurado popular sobre la influencia de la ingesta de sustancias en una persona con TDAH, el perito explicó que “un estimulante puede provocar el efecto contrario, generando que se relaje”.
En lo que se refiere a la madrugada del 3 de julio, momento en el que se produjo el crimen, la Fiscalía y la acusación particular cuestionaron si había alguna prueba que demostrara que los trastornos y los problemas de adicción del joven habían influido en los hechos. El psiquiatra explicó que no había ningún dato objetivo, fuera del informe que realizó meses después.