Pocas veces en el fútbol pasan cosas que deje a propios y extraños con las manos en la cabeza. Que la situación sea tan surrealista que no se la crean ni los beneficiados por la decisión. Que lo cómico y lo deportivo se junten para dejar esos ‘bloopers’ que copan las pantallas a fin de año.
Porque fue de inocentes lo que le pasó al Aston Villa durante el partido ante el Brujas por la cuarta jornada de la Champions League, partido al que llegaban como líderes de la competición pero en el que fueron noticia por otra cosa: el penalti más absurdo de la historia.
EMERY NO LO PODÍA CREER
El protagonista fue Emiliano ‘Dibu’ Martínez, totalmente incrédulo ante la decisión de Stieler. El colegiado sancionó la pena máxima al ver que el guardameta le cedió el balón a Tyrone Mings y este, creyendo que aún no estaba en juego, la tomó con la mano.
Mala, muy mala decisión. Al árbitro no le quedó más remedio que señalar el punto del penalti. No lo creía nadie, ni los del Villa ni los del Brujas. Pero sí, el reglamento era claro: ya Martínez había puesto la pelota en disputa cuando sacó de su portería. Unai Emery se retorcía en su banquillo, pero la decisión estaba tomada. Y el Brujas, para más inri, lo cambió por gol gracias a Vanaken.
No es la primera vez que sucede en la competición. Durante el Arsenal-Bayern Múnich de la temporada pasada, David Raya y Gabriel Magalhaes tuvieron una situación exacta, con el portero español jugándola al central brasileño y este tomándola con la mano para devolverla. El colegiado de aquel partido, Glenn Nyberg, lo dejó pasar, admitiendo a los jugadores que había sido un ‘error de niños’ y no merecía pitar penalti en unos cuartos de final de la Champions. Esta vez, Stieler sí que lo consideró punible, dejando la imagen cómica de la jornada y, quizá, de la temporada.