Un manifiesto está destinado a generar choques de ideas, bien sean estéticas y políticas con un objetivo transformador. La Historia, como saben está repleta de ellos: desde el ‘Manifiesto Comunista’ al ‘Manifiesto Futurista’, por tomar solo un par de ejemplos. ‘Manifiesto(s)’, por otra parte, es el título del concierto que el martes ofreció el Grupo Enigma, dentro del breve, pero notable XVI Festival de música y cultura contemporáneas.
¿Manifiesto(s) barrocos? Sí, aunque, en conjunto, dentro del pensamiento del, narrador, poeta y crítico cubano Severo Sarduy, para quien el Barroco no es solo (o no tanto) un periodo histórico de la cultura, sino una actitud general y una cualidad formal de los objetos que los expresan. O sea, algo así como una categoría del espíritu, más que de la forma. Tal vez por eso Enigma, ofreció sin interrupción las dos primeras piezas del programa: ‘Susana Grozada à 4’, del portugués Manuel Rodrigues Coelho (1555-1635) destacado compositor para tecla del Barroco temprano, uno de los más sobresalientes de la península Ibérica, y ‘Sonos’, de Christian Salamó (2004), ganador de la quinta edición del Concurso de Jóvenes Compositores Juan José Olives.
Cinco instrumentistas de Enigma
Despojada de su solemnidad original e interpretada por los cinco instrumentistas de Enigma, la pieza de Rodrigues Coelho sonó refulgente de claroscuros, colorista y vibrante. Una acertada ‘obertura’ para un ‘Sonos’ que es una impetuosa deconstrucción barroca, con un guiño final al clasicismo, inmersa en un notable juego de dinámicas, rupturas y similitudes armónicas.
Discípulo de Luigi Nono, Helmut Lachenmann (1935) ha estructurado su carrera con la intención de “romper expectativas, liberar la escucha y trabajar el silencio. Su composición ‘Toccatina’, presentada tras ‘Sonos’, descompone las sonoridades clásicas del violín a través de una serie de técnicas extendidas (percutir las cuerdas con la tuerca de afinación del arco, pizzicatti sobre el diapasón, glisandos…), en una gozosa manifestación de radicalismo estético, facturada por Víctor Parra. Una lectura (grabada) de un fragmento de ‘Contra la interpretación’, de Susan Sontang (1933-2004) nos advirtió sobre la necesidad de que la erótica prime en el arte sobre la hermenéutica y dio paso a ‘De minimo tempore imperfecto’, una pieza de estreno de Guillermo Cobo (1991). Si utilizásemos una terminología al uso, diríamos que estamos ante un vals (brillante, pero no a la manera de Chopin). Tempos ralentizados y fragmentados actúan sobre una estructura de cierto tono circense, desarrollada con una instrumentación sólida, y precisa y rematada con un final apoteósico.
Una obra de sabor barroco
Carl Philipp Enmanuel Bach (1714-1788), quinto hijo de su genial padre, escribió un conjunto de sonatas dedicadas al duque de Württemberg, y de él tomaron su nombre. Enigma eligió el martes el Andante de la ‘Sonata Número 1’ (Juan Carlos Segura, piano), o lo que es lo mismo: un movimiento de una obra de sabor barroco, construida no por los caminos canónicos de la sonata, con un discurso no lineal, repleto de cambios, desviaciones y asimetrías. Todo un puente entre el Barroco y el Clasicismo. ‘Noise Study’, una propuesta electrónica de James Tenney (1924-2006) ya tuvimos oportunidad de escucharla el mes de enero pasado, en el concierto de inauguración de la 29 temporada de Enigma. Inspirada por el ruido del tráfico que soportaba en sus viajes desde su laboratorio a Nueva York y viceversa, resuelta alterando las bandas de ruido creadas sintéticamente. Toda una experiencia sonora.
Octavio Rumbau (1980) también estrenó obra: ‘A interview with John Cage at 67th’. Un extracto de entrevista realizada a Cage para el documental ‘Écoute’ (1991), descompuesto en frases, palabras y fonemas, se enreda con cuatro notas del bonang barung (instrumento de la música gamelán, de Java). Y en las pausas de esa disertación interrupta y en bucle interviene el quinteto, rellenando los huecos de un discurso en el que el espectador se puede quedar con los planos sonoros que más le interesen.
Y de cierre, ‘Migraciones’, de Nuria Núñez (2019). Polisémica y de atmósferas arrolladoras, ‘Migraciones’ dibuja tránsitos en los que la flauta marca un devenir ligero, suave y fluido, pero resto de los instrumentos contraatacan con dureza. El final es triste, pero el desarrollo es hermoso.
Asier Puga (director), Antonio Núñez (flauta), Emilio Ferrando (clarinete), Zsolt G. Tottzer (vilonchelo) y los mencionados Víctor Parra y Juan Carlos Segura despejaron con talento el enigma de unos ‘Manifiesto(s)’ rotundos y excéntricos (fuera del centro, o sea).