Donald Trump regresa a la Casa Blanca y, con él, toda una serie de cambios que impactarán de lleno en la economía de Estados Unidos, la mayor del mundo. Los más evidentes son la incorporación del polémico magnate Elon Musk a su Gobierno o el incremento de las tasas que se aplican sobre el comercio internacional (especialmente en todo lo que tiene que ver con China), pero también son más que probables cambios en el mercado laboral, en el entorno financiero, en el sector tecnológico o en la industria farmacéutica. «Todo dependerá –sintetiza Reuters– de a quien designe miembro de su gabinete y de qué aranceles promulgue». La agencia de noticias ha listado las áreas a tener en cuenta y qué puede cambiar en cada una de ellas.
El papel de Elon Musk
Trump ya ha hecho público que elegirá al consejero delegado de Tesla, Elon Musk, para liderar una nueva comisión de eficiencia gubernamental. Y el empresario ya ha asegurado que se ve capaz de recortar al menos 2.000 millones de dólares (algo más de 1.800 millones de euros) de un presupuesto federal que se eleva hasta los 6.750 millones de dólares. Musk no ha especificado cómo prevé hacerlo, pero sus múltiples pronunciamientos públicos dan algunas pistas. Es lógico esperar, por ejemplo, que se reduzca la supervisión de los desarrollos en torno a los vehículos autónomos o el lanzamiento de cohetes, así como ciertas actuaciones en el terreno de las criptomonedas, porque Musk, como Trump, es un firme partidario de esta divisa virtual. Lo que está menos claro es qué puede ocurrir en el campo de la energía. El fundador de Tesla defiende a ultranza la energía libre de carbono (Tesla es un importante proveedor de sistemas solares y baterías) y el futuro presidente de los Estados Unidos se ha comprometido a impedir que California exija a todos los vehículos ser eléctricos en una década, acabar con la industria eólica marina y rescindir los fondos no gastados en la ley climática más emblemática de la administración Biden.
Aranceles sobre el comercio internacional
China y México son los países que más tiene Trump en el foco, pero que el republicano tome el mando de la mayor economía del mundo tendrá impacto en buena parte del flujo del comercio internacional. El magnate ha propuesto un arancel del 10% a todas las importaciones estadounidenses, es decir, a todo lo que venga de otros países. Esta tasa subiría a un 25% en el caso de México y hasta el 60%, en el de China. La Tax Foundation –recupera Reuters– calcula que estos incrementos harán aumentar los impuestos en 524.000 millones de dólares anuales, reducirían el PIB un 0,8% y empeorarían las cifras de empleo en 684.000 puestos de trabajo. Además, la Federación Nacional de Minoristas prevé un impacto sobre el poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses equivalente a entre 46.000 y 78.000 millones de dólares anuales. Las categorías más afectadas serían ropa, juguetes, muebles, electrodomésticos y calzado. Ante este panorama, cabe esperar una respuesta de China: la industria teme que Pekín, mayor importador de soja y mayor consumidor de carne de cerdo del mundo, tome represalias y reduzca sus importaciones de productos agrícolas estadounidenses.
Petróleo
Estados Unidos ya es el mayor productor de petróleo y gas del mundo, pero Trump quiere eliminar los obstáculos restantes. Tiene la intención de retomar la expedición de permisos para exportar gas natural licuado, ampliar las subastas federales de perforación, acelerar la concesión de nuevos permisos de oleoductos y debilitar las regulaciones destinadas a reducir las emisiones de las centrales eléctricas y los automóviles. La incógnita es cómo tratará el nuevo presidente de los EE.UU. a los exportadores rivales: Rusia, Arabia Saudita o Irán. «Es probable que Trump alivie las sanciones a la energía rusa, pero deje en pie las de Irán», apunta Reuters citando a un experto en energía de la Universidad de Houston, Ed Hirs. «Creemos que una campaña de máxima presión sobre Irán podría llevar a una disminución de un millón de barriles por día en las exportaciones de crudo iraní», concreta el analista de la consultora Energy Aspects, Jesse Jones.
Sindicatos
Aunque Trump ha jugado un rol un poco distinto y ha logrado acercarse a muchos trabajadores, los republicanos generalmente han sido hostiles ante todo el universo sindical. En el pasado, el nombramiento de líderes para la Junta Nacional de Relaciones Laborales resultó en un retroceso del derecho de los trabajadores de formar sindicatos. Si esta actitud se repite en el segundo mandato republicano, el temor es que se reviertan avances logrados desde la pandemia, como las mayores garantías de trabajo justo logradas desde entonces en compañías tan importantes como Starbucks, Amazon o Apple.
Mercado financiero
Dentro del sector bancario, firmas como JPMorgan, Goldman Sachs o Bank of America probablemente respirarán tranquilas al relajarse las políticas que complicaban un poco determinadas operaciones. Por ejemplo, se suavizarán los obstáculos a las fusiones y adquisiciones o la ofensiva de Joe Biden contra las llamadas «tarifas basura». El problema vendrá más por el lado del impacto que puedan tener las políticas de Trump en el mercado de capitales. Sin ir más lejos, es muy probable que su plan comercial o sus políticas fiscales alimenten la inflación, lo que suele combatirse con aumentos en las tasas de interés. «Esto –según Reuters– podría hacer que los préstamos existentes caigan en números rojos, dicen los analistas».
Tecnología
Donald Trump cuenta con la simpatía de un importante grupo de empresarios y emprendedores de Silicon Valley, muy inclinados, en general, a la mínima regulación de las nuevas tecnologías. Cabe esperar, en este sentido, una política mucho más laxa con desarrollos de inteligencia artificial o con la nueva industria aeroespacial que encabeza Elon Musk. En cuanto a la actitud frente a los gigantes tecnológicos del sector, el caso Google puede servir como ejemplo. No sería raro, por ejemplo, que Trump diera marcha atrás en la propuesta del Departamento de Justicia de dividir a esta compañía de su matriz Alphabet. Según varios abogados, su filosofía será, con toda probabilidad, llegar a acuerdos con las empresas que quieran fusionarse, más que tirar hacia adelante ciertos juicios.
Farmacéuticas
Trump ha dicho abiertamente que, de ser elegido, dejaría que el excandidato a la presidencia y marcado defensor del movimiento ‘antivacunas’ Robert F. Kennedy Jr. «se descontrolara» con la política de vacunas y atención médica. El susodicho ha explicado que el futuro mandatario le prometió control sobre la FDA, el organismo que regula, entre otras cosas, qué medicamentos llegan al mercado. Es decir, control total sobre qué vacunas se aprueban y la recomendación de recibirlas o no. Han sido varios los ejecutivos que han mostrado su preocupación al respecto. Sobre todo, porque una actitud así puede ser tremendamente dañina para la reputación de Estados Unidos, uno de los mercados más punteros del mundo en el desarrollo de innovación médica, farmacéutica y biotecnológica.