«¿Harris o Trump? Algunos dicen que el futuro de Europa depende de las elecciones americanas, mientras que depende primero, y sobre todo, de nosotros. La condición es que Europa crezca y crea en su propia fuerza. Sea cual sea el resultado, la era de la externalización de la geopolítica ha terminado». Las palabras de Donald Tusk en X, primer ministro de Polonia, son muy reveladoras. La Unión Europea ha de preocuparse, efectivamente, de reforzar su papel geopolítico, más allá de quién esté al mando en la Casa Blanca. Polonia es, aparte de los Estados con aliados de Trump al mando como la Hungría de Orbán, uno de los países mejor preparados en caso de que el republicano obtenga un segundo mandato.
Los fans de Donald Trump, sobre todo Viktor Orbán, han confesado que cruzan los dedos para que gane. La victoria del que ya fue 45º presidente de EEUU impulsará a los populistas al otro lado del oceáno desde Orbán hasta el eslovaco Robert Fico. Será una buena noticia para Marine Le Pen, pero ella no está en el poder, aunque su influencia es cada vez mayor. De hecho, el gobierno de Michel Barnier está haciendo una política que cuenta con el visto bueno de la ultraderechista, quien se prepara entre bambalinas para llegar al Elíseo en 2027.
Entre todos los líderes de la Unión Europea, es Giorgia Meloni quien ha demostrado su habilidad para mantener una buena relación con la Administración Biden, gracias a su apoyo a Ucrania, sobre todo, y a la vez estar bien situada en caso de que gane Donald Trump. Donald Trump es un líder que cree mucho en la empatía personal con los líderes y con Giorgia Meloni se siente a gusto, aunque no sea un hombre fuerte, sus favoritos, sino una dama de hierro, como su admirada Margaret Thatcher.
Meloni es la niña bonita de Elon Musk, el dueño de X y Starlink que está haciendo campaña a favor del republicano en su red social. Musk entregó recientemente la distinción como «líder mundial» del Atlantic Council a Meloni, que se mostró encantada. Musk tendrá un papel relevante en la Administración Trump y ha asegurado que recortará un tercio el gasto público, lo que dejará en los huesos el ya frágil estado del bienestar de EEUU.
La cercanía de Duda y Trump
En Polonia el anterior gobierno, liderado por el nacionalpopulista Ley y Justicia (PiS), apostó claramente por Donald Trump, como ha demostrado el presidente, Andrzej Duda, del PiS, quien acaba su mandato en la próxima primavera. Duda no ha tenido problema en verse con Trump en plena campaña electoral y defender que era una visita privada. Hay quienes como el ex ministro de Defensa Mariusz Błaszczak que mantienen que si gana Trump, en Polonia deberían convocarse elecciones anticipadas.
«A Polonia le conviene mantener las mejores relaciones posibles con EEUU. Tenemos muy buenas experiencias con el presidente Trump cuando era presidente de Estados Unidos. Me preocupa que Donald Tusk y su equipo se haya decantado por Kamala Harris. Tusk, tras la victoria de Donald Trump, debería dimitir», ha dicho en una entrevista con Polsatnews. El ex titular de Defensa, como todo el PiS, sabe que no es que Tusk se decante por Biden, sino que fue el demócrata quien puso freno a los desmanes de los nacionalpopulistas que pretendían dejar fuera de combate la televisión privada TVN o impedir que compitiera Donald Tusk.
Una relación por encima de ideologías
Pero el gobierno polaco, que lidera el liberal Tusk en coalición con la Izquierda y los conservadores de Tercera Vía, sabe que la relación con EEUU está por encima de ideologías y personalidades. Así se entiende que el alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, probable candidato de Plataforma a la Presidencia, haya difundido un mensaje en su cuenta de X en el que deja claro que Estados Unidos es un socio estratégico de Polonia, sea cual sea su presidente, y que es el pueblo americano quien decide. Recuerda Trzaskowski como él ha mantenido encuentros con representantes republicanos y demócratas.
Sus palabras son también un guiño en clave electoral polaca, ya que su rival en la sombra a la candidatura a la Presidencia es el ministro de Exteriores, Radek Sikorski, casado con la escritora y periodista Anne Applebaum, feroz detractora de Donald Trump. Sikorski juega la baza de su perfil internacional, pero en caso de que sea Trump el próximo presidente de EEUU, Trzaskowski contaría con ventaja pues no se ha colocado contra el candidato republicano.
Trump sabe que Polonia es un aliado fiel, sea cual sea su gobierno. Todos los presidentes de EEUU visitan Polonia, ya que es un aliado estratégico en Europa Central. Tiene un excelente recuerdo de su visita a Varsovia en 2017. Hay 10.000 soldados estadounidenses en el país y cuando pensó en reducir el contingente en Alemania el destino era Polonia. Incluso el gobierno del PiS pensó en llamar a la base permanente Fort Trump.
En la ciudad de Rzeszów se ha establecido un hub, clave en el reparto de la ayuda a Ucrania. Incluso Polonia, sobre todo su presidente Duda, podría intentar que Trump entendiera cómo se ve a Putin desde su vecindad más cercana. De hecho, si Trump busca aliados en la UE, Polonia podría ser clave. Con Macron y Scholz convertidos en patos cojos, Tusk podría ser un socio atractivo, incluso para Trump.
Polonia, ejemplar en seguridad y defensa
En seguridad y defensa, Polonia es para Trump un ejemplo de lo que tendrían que hacer otros países de la OTAN. Con un 4% del PIB dedicado a defensa, cumple con creces con el requisito de dedicar al menos el 2%. Polonia lidera el ránking y España está en la cola. Si la mayoría de los países estuvieran en línea con Polonia en asignación presupuestaria a defensa, Trump no podría utilizar ese argumento para dar de lado a la Alianza Atlántica.
A diferencia de Alemania, que tiene superávit comercial con EEUU, Polonia es un socio comercial muy interesante. Hay una central nuclear, la primera en Polonia, en construcción con la firma de Westinghouse. También adquiere gas licuado a EEUU.
Compra armamento a Washington y solo recurre a otros países si no encuentra lo que quiere en el mercado americano. En el verano pasado adquirió, por ejemplo, 48 misiles antiaéreos Patriot por un valor de 1.130 millones de euros. También firmó un acuerdo con EEUU para la compra de cientos de misiles aire-aire de medio alcance AIM-120C AMRAAM. Asimismo, va a adquirir 96 helicópteros Apache AH-64E con Boeing y General Electric por un valor estimado de más de 9.000 millones de dólares. Todo ello en el contexto del proceso de modernización de su Ejército.
Su elevado presupuesto en Defensa y su moderno Ejército sitúan a Polonia en el rango de socio de interés para EEUU, como son Corea del Sur y de Israel. En realidad, Polonia se arma así porque sabe que para Putin es el paradigma de lo que no desea que suceda en su vecindario, léase Bielorrusia o Ucrania. Su filosofía es que, independientemente del artículo 5, esté tan bien pertrechada que a Rusia no le interese asomarse a su frontera por elevado coste que eso conllevaría.
La gran diferencia para el gobierno de Tusk entre Harris y Trump concierne a Ucrania. El gobierno de Varsovia tiene claro que que Putin no es de fiar y cualquier arreglo negociado será frágil. Su objetivo claro es dominar por completo Ucrania. También desconfía del talante autoritario de Trump y el aliento que eso daría a Orbán, y a sus opositores del PiS.
Sin embargo, la alianza con Washington seguirá a salvo y se buscaría cómo tender puentes. Desde que Polonia se liberó del yugo comunista, EEUU ha sido su gran aliado y eso no hay Trump que lo cambie.