Estados Unidos se prepara para una noche electoral de alto voltaje. Más de 200 millones de personas han participado este martes en unas elecciones que determinarán si el próximo presidente del país es Kamala Harris o Donald Trump. Sin embargo, tras el cierre de los colegios electorales habrá un tercer protagonista indeseado: las máquinas de votación y las falsas conspiraciones de fraude que las rodean.
En las últimas semanas, los sistemas usados para el recuento de votos han estado en el centro de un alud de bulos propagados por la campaña trumpista. Como ya sucedió en 2020, el candidato republicano ha vuelto sembrar dudas infundadas sobre el proceso democrático, preparando así el terreno por si pierde los comicios ante la vicepresidenta demócrata. Si Trump gana será porque lo merece y si es derrotado en las urnas será culpa del fraude electoral, vienen a decir.
Este nuevo alud de desinformación llega mientras Trump espera a ser juzgado por su implicación en la violenta insurrección contra el Capitolio, cuando una turba trató de revertir por la fuerza la certificación de la victoria electoral de Joe Biden. Ese intento de golpe de Estado nació de las denuncias trumpistas sobre un fraude electoral que nunca existió. Tribunales federales y estatales han desestimado más de 60 demandas en seis estados. Trump no reconoció su derrota en 2020 y, según ha señalado en campaña, nada hace pensar en que lo haga ahora.
Nueva oleada de bulos
Trump y sus aliados, entre ellos el magnate tecnológico Elon Musk, están repitiendo de nuevo esa mentira, pidiendo a sus seguidores no confiar en los sistemas de votación «porque son demasiado fáciles de hackear». Esas teorías circulan sin freno alguno en las redes sociales, especialmente en X, propiedad de Musk. Además, asesores republicanos están detrás de una ola de demandas que han intentado impugnar el uso de ese sistema incluso antes de las elecciones, según ha destapado The New York Times.
Más allá de estos intentos por sembrar el recelo y la desconfianza, la administración electoral estadounidense cuenta con unos registros justos y precisos. De las 6.929 elecciones generales estatales que se han celebrado en EEUU entre el año 2000 y el 2023, solo se han dado 36 recuentos y de estos solo se han anulado tres resultados, según un análisis de la organización apartidista FairVote.
¿Cómo funcionan las máquinas de votar?
Las máquinas de voto son cada vez más seguras. Los funcionarios electorales utilizan un sistema informático para registrar cada votante y monitorizar la papeleta que depositan en la urna. La digitalización del proceso entraña riesgos como los ciberataques, es por eso que se adoptan medidas de precaución para evitarlos. Por ejemplo, se aíslan los sistemas críticos de internet, se guardan copias de cada voto en papel o se almacenan datos en discos externos o memorias USB. En la inmensa mayoría de los casos, las máquinas no están conectadas a la red. Eso aumenta la fiabilidad y reduce el riesgo de potenciales vulnerabilidades.
Además, en 2016 la Casa Blanca designó los sistemas electorales como infraestructuras críticas, en gran parte por los intentos de injerencia por parte de Rusia. Eso hace que la Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de Infraestructuras del país pueda revisar y garantizar la ciberseguridad de las máquinas. Su directora, Jen Easterly, aseguró en septiembre que «la infraestructura electoral nunca ha sido más segura».
Sin embargo, cada oficina tiene su propia forma de hacer las cosas. En gran parte de EEUU, los votantes rellenan la papeleta a mano y luego se escanea mediante un dispositivo electrónico. Aun así, en algunas ciudades el voto se cuenta a mano. También hay diferencias en el orden que se computan los votos: unos anotan primero aquellos emitidos por correo y otros priorizan los que se han despositado presencialmente en la urna. Eso explica, en parte, la lentitud en el recuento de votos, algo que Trump ha utilizado para criminalizar todo el proceso sin fundamento alguno.
Mentir también puede salir muy caro. El año pasado, Fox News acordó pagar la astronómica cifra de 787,5 millones de dólares a la compañía de máquinas de votación Dominion Voting Systems para evitar ir a juicio. La cadena de televisión conservadora, propiedad del magnate Rupert Murdoch, había sido denunciada por difamación por ampliar esas mentiras trumpistas. Otras plataformas de la órbita ultraderechista como Newsmax o One America News Network han cerrado acuerdos similares con la firma Smartmatic, también dedicada a los sistemas de voto.