El forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) que examinó el cadáver de Samuel Luiz explicó este martes en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial que la causa de su muerte fueron “golpes múltiples en el contexto de una agresión”. Al examinar el cuerpo no se encontraron señales de que él golpeara a alguien. “No sé si tuvo opción, pero no parece que se haya defendido”, dijo en respuesta a una pregunta de la fiscala.
Sobre dos marcas que se apreciaron en el cuello del fallecido, dijo que se trata de una “lesión compatible con un mataleón si se hace mucha fuerza”, en referencia a la maniobra mediante a la que se agarra a una persona por el cuello por detrás para intentar asfixiarle, y matizó que “es posible” que se hubiera realizado “pero no perfectamente ejecutado”.
También se tomaron muestras de en manos y uñas con el fin de intentar encontrar restos de ADN de los agresores, pero no se mencionó que hubieran aparecido. Entre las lesiones apreciadas figuran marcas en el cuello, erosiones en hombros y brazos, codos y una rodilla, aunque no en los nudillos. Tenía además los ojos oscurecidos y erosiones en la frente, pómulo y zona de la nariz, además de manchas de sangre en el pantalón.
Según el forense, la causa de la muerte fue “necesariamente homicida porque una persona distinta participa en el fallecimiento”, aunque señaló que no hay “ningún foco contusivo o hemorrágico que cause la hemorragia subaracnoidea”. Por ello, dedujo que “la opción más razonable es un golpe tras el que vinieron otros”, ya que no hubo ninguno concreto que causara la muerte. En respuesta a la fiscala, confirmó que los golpes recibidos son compatibles con puñetazos o patadas.
Aunque el cuerpo no presentaba fracturas de huesos, negó que eso signifique que los golpes recibidos fueran de escasa contundencia, ya que explicó que si no está apoyado el daño que se causa es menor.
En cuanto al uso de objetos en la agresión, el examen no reveló la existencia de cortes, por lo que se descartó el empleo de cuchillos, aunque matizó que si se utilizaron objetos para golpear, estos no dejaron huellas.
El análisis toxicológico reveló la presencia de alcohol en la sangre con un índice de 1,26, que es de la mitad en aire espirado, lo que revela que Samuel había bebido, aunque no se encontraron otras sustancias.
El forense refirió que tras los golpes recibidos, Samuel quedó inconsciente en el suelo, donde una persona intentó reanimarle y posteriormente dos equipos sanitarios sucesivos. Sufrió al menos cinco paradas cardiorrespiratorias, tres de ellas durante su traslado al hospital, donde llegó a las 04.16 horas.
El examen realizado halló sangre y edema en el interior del cerebro. Pese a que padecía la enfermedad de Gilbert, que sube el nivel de la bilirrubina, el forense no consideró relevante este factor y destacó que no seguía ningún tratamiento.
En la sesión también participaron dos policías que efectuaron las detenciones a los cinco acusados, les tomaron declaración y volcaron los datos de los teléfonos móviles. Uno de ellos reveló que el de Alejandro Míguez, detenido tres meses después que el resto, dejó de ser utilizado durante meses y luego volvió a ser empleado.
En la madrugada de los hechos, Míguez recibió catorce llamadas y efectuó dos con otros de los acusados. También recibió un mensaje de WhatsApp de Kaio Amaral en el que le preguntaba dónde se encontraba y al que no contestó, así como otro de Jeremy Lorin, uno de los testigos, en el que le preguntaba si había visto una información de un periódico.
A preguntas de la defensa de Kaio Amaral, confirmó que este, de forma espontánea durante su declaración, informó a la policía de que se había hecho con el teléfono móvil de Samuel Luiz.El otro agente volcó el teléfono de Alejandro Freire, en el que se registraron numerosas llamadas entre los implicados, así como un intercambio de mensajes en el que este aseguró no haber participado en la agresión y que solo intentó separar a los intervinientes.
El policía informó que los teléfonos de los acusados estaban conectados a la misma antena en el momento de los hechos, pero que no es posible saber el punto exacto en el que se encontraban.