Los cables de la luz se extienden por la fachada como si formaran una tela de araña. Raíces y ramas se han quedado encajadas en las rejas de las ventanas que dan a la calle. Dentro, un sofá volcado sobre un suelo alfombrado por un palmo de barro. El lodo también se ha colado en la casa de al lado, donde un cartel torcido recuerda que aquello fue una “cafetería-pizzería”. La puerta está semiabierta con un mañizo de ramas bloqueando la entrada. Un poco más allá, una máquina refrigeradora de helados Camy está varada en un garaje como si fuera un barco a la deriva en un mar de barro. La perspectiva total de la calle Las Moreras es más desesperanzadora aún, con las tripas de varios edificios al aire.
“Ahora está mucho mejor… el primer día había dos metros de lodo en las casas, te entraban ganar de llorar”, cuenta Carlos, uno de los responsables de Tragsa, la empresa que está realizando el desescombre, derribo y limpieza de la ‘zona cero’ de Letur, en el casco histórico, donde la riada se convirtió el pasado martes en un tsunami tras desbordarse el arroyo que cruza la localidad y que engulló todo a su paso.
Bomberos en los trabajos de derribo
Dos máquinas excavadoras trabajan a destajo derribando paredes de ladrillo maltrechas, retirando muros y hierros, deslizándose por una pista de barro ya seco en su mayor parte. Junto a las máquinas varios bomberos de la Diputación de Albacete que, cada vez que se tiran abajo muros o fachadas, están muy pendientes de lo que se pueda encontrar dentro porque todavía quedan cuatro personas por aparecer.
En los últimos días ya han sido halladas las dos primeras fallecidas, dos mujeres, Dolores, de 92 años, y Antonia, de unos 70, localizada a 12 kilómetros de Letur, ya en el río Segura. Este lunes los equipos de rescate ampliaron la búsqueda hasta el pantano del Cenajo, a 20 kilómetros de distancia.
“Igual nos quedan diez días más aquí en Letur, pero si también tenemos que limpiar el río eso puede tardar mucho más”, cuentan los responsables de los trabajos, que se realizan de sol a sol, con la única pausa a la hora de comer, cuando las 40 familias que vivían en la zona y cuyas viviendas se han visto afectadas pueden pasar a buscar enseres. Los que pueden, en verdad, porque hay casas en las que no se puede entrar todavía.
Cinco casas derribadas
“Ya habremos retirado 200 o 300 camiones de escombros”, apunta Carlos en la primera visita de la prensa al epicentro de la tragedia provocada por la dana, que ha causado daños importantes en diez casas, cinco de ellas ya derribadas. Aunque todavía quedan viviendas por examinarse. Este lunes se ha abierto el paso en dos calles que seguían cerradas, para que los bomberos del Sepei de la Diputación puedan evaluar los daños en las infraestructuras.
Mientras los trabajos prosiguen, vecinos y curiosos se han acercado hasta la ‘zona cero’ a lo largo de todo el día. Por ahí está Inocencio, jubilado, que salió el martes por la tarde de casa a cambiar su Citroen C4 de sitio porque al día siguiente había mercadillo en el centro. Lo había dejado aparcado en la calle Las Moreras, en el inicio del casco histórico, por donde el agua bajaba ya como una riada, con al menos dos metros de altura. «Ya no estaba dónde lo dejé», relata a escasos metros de donde estaba la cruz blanca sobre una peña, uno de los símbolos del pueblo y que marca ahora el lugar exacto donde empieza el horror.
«El agua saltaba hasta los balcones»
Donde había una calle hoy hay una senda de tierra y barro, como si fuera una pista forestal. «Yo vivo en Barcelona», continúa Inocencio, que tiene la casa en la parte de arriba del casco histórico, donde no llegó el agua, «pero vine para Letur dos días antes para recoger níscalos, y mira. El coche ha quedado hecho una bola, pero es lo de menos. No se me olvida lo que pasó, lo que vi».
«El agua saltaba hasta los balcones. Lo menos arrastró 30 coches, y destrozó muchísimas casas», añade otro amigo en un grupo de paisanos que se ha juntado esta nublada mañana para comentar lo sucedido y ver si pueden acceder a la parte más damnificada, donde algunos tienen los vehículos. «Tienen que ver ahora cómo quedaron los dos molinos, el puente este, si es firme o no… buah, aquí queda trabajo para años».
Resignación en Letur: «Esto va para largo»
Letur se desperezó este lunes con ánimo de resignación, de desesperanza. «Yo no había bajado todavía hasta aquí, y me estoy haciendo una idea de cómo pudo ser. Ha sido tremendo», comenta otra vecina al lado del centro de salud, con lágrimas en los ojos, mientras mira hacia abajo de la calle principal, como imaginando lo que aquello fue hasta hace no tanto. «Esto va a ir para largo, pero saldremos para adelante. Los que no podrán hacerlo son los que ya no están».
Al dispositivo de búsqueda de los cuatro vecinos desaparecidos, formado por efectivos de Guardia Civil, Bomberos de Albacete, Protección Civil, la UME y el Ejército, junto con voluntarios, se sumó este lunes el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil y, desde este martes, una nueva unidad canina del propio Instituto Armado especializada en la búsqueda de personas en el agua.
Un plan hidráulico de seguridad para evitar nuevas riadas
Juan Luis Martínez Guijarro, vicepresidente de Castilla-La Mancha, anunció asimismo que van a poner en marcha un Plan director de garantía hidráulica para Letur para tratar de garantizar a futuro la seguridad del centro histórico. La riada proveniente de la cuenca de la sierra del Zacatín, donde se rergistraron hasta 200 litros de lluvia por metro cuadrado, desbordó el arroyo que cruza el municipio y lo convirtió en una riada incontrolable.
«Vamos a trabajar todas las administraciones, junto con la Confederación Hidrográfica del Segura y todo el que tenga algo que aportar, para encontrar soluciones para que el casco histórico aguante en las mejores condiciones», señaló Guijarro tras una reunión mantenida con el alcalde, Sergio Marín, y la Delegada del Gobierno, Milagros Tolón, en la escuela del pueblo, que está sirviendo estos días de centro de operaciones.
Allí están viviendo las decenas de personas que se han quedado sin casa en Letur tras las inundaciones, unos afectados que a partir del miércoles podrían acudir a la Oficina Única que van a crear todas las administraciones para centralizar las ayudas.