«Es imposible prever una lluvia como la de Valencia. Ninguna normativa puede tener valores de esa índole. Es una desgracia natural. Vivimos en una zona expuesta a inundaciones y con ello tenemos que convivir». Esta es la valoración que hace de la devastadora DANA de la pasada semana María José Moya, ingeniera de Caminos, Canales y Puertos y Profesora del Área de Hidráulica del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Alicante. Los destrozos se pueden minimizar algo, pero son inevitables con cantidades que superaron los 500 litros por metro cuadrado en unas pocas horas. Y el desarrollo urbanístico puede ayudar, o más bien complicar aún más, fenómenos como este.
Moya ha recordado que «Valencia y Alicante son zonas con peligro de inundación y son fenómenos naturales que no se puede evitar. Se pueden reducir, pero no evitar». Y ha recordado que el millonario Plan Antirriadas puesto en marcha en Alicante en 1997 dotó a la capital de unas mejoras cruciales para hacer frente a estos fenómenos, aunque insiste en que cantidades como las caídas el pasado martes en Valencia «no se pueden asumir. No hay infraestructuras que pueda evacuar en dos horas el agua que en circunstancias normales cae en todo un año». Y obras para hacer frente a cantidades de ese orden serían costosísimas y posiblemente no llegarían a entrar en funcionamiento.
Por ello ha insistido en el ordenamiento urbanístico y en obras como las del Plan Antirriadas como soluciones para amortiguar los efectos de una DANA así en la provincia. «Y eso pasa por no permitir urbanizar zonas que son claramente inundables, algo que establece el Patricova». Y las administraciones deben ser muy escrupulosas para evitar que se construya en esas zonas.
Crecimiento
Eso sí, ha recordado que «las ciudades se han desarrollado en torno a barrancos, buscando el agua», poniendo como ejemplo la Rambla de Méndez Núñez de la capital, cuyo nombre de rambla viene de la rambla de Canicias, y muy cerca estaba el barranco de Goteta-Bon Hivern. Y en su expansión las ciudades siguen «engullendo» el entorno de barrancos y otras zonas de bajas cotas donde se puede dar un problema de inundaciones con lluvias torrenciales que escapan de toda normativa.
Alicante
Así, en la provincia siguen en marcha proyectos para urbanizar zonas cercanas a barrancos que en un momento dado pueden verse anegados con registros nunca vistos. En Alicante están por desarrollar dos sectores junto al barranco de Orgegia, entre la avenida de Dénia y la playa de la Albufereta, donde solo el que se proyecta más cerca del arenal contempla 1.500 casas. Una zona con riesgo geomorfológico, donde el cauce del barranco, que presenta riesgo 1, está encauzado, según recoge la memoria del proyecto. La misma también señala que «fuera del cauce existe peligrosidad para los periodos de retorno de 100 y 500 años, así como por la zona de flujo preferente».
Y es que estos periodos de retorno -intervalo medio entre dos eventos de la misma intensidad-, tal y como ha demostrado la tragedia de Valencia, se acortan con el cambio climático y son más probables. Y por ello la profesora de la UA insta a ser muy escrupuloso y hacer cumplir a rajatabla el Patricova para evitar que se urbanicen las pocas zonas que quedan libres en el litoral y que presentan riesgo de inundación.
Elche y El Campello
En Elche también se tramita el sector Bonavista Sur, con más de 500 viviendas junto al barranco de San Antón. En El Campello está pendiente de desarrollo varios sectores junto al río Seco.
Benidorm
Y en Benidorm se ha desbloqueado el sector Ensanche Levante, que afecta al barranco Barceló, y que contempla la construcción de 20 hoteles, 2.300 viviendas y tres centros comerciales.
Orihuela
Por su parte desde Segura Transparente han advertido que la presión urbanística agrava los efectos de la DANA en la Vega Baja. Así destacan que «desde los gobiernos, confederaciones hidrográficas y entidades concernientes hay que poner manos a la obra para evitar o, si como en nuestro caso no se pudiera, minimizar que desastres como el actual se repitan».
Por ello, concluye la asociación, «es necesario que esto sea tenido en cuenta en el diseño de todas aquellas políticas urbanísticas y de vías de comunicación, incluyendo también la remodelación de las infraestructuras existentes que puedan actuar como agravantes de daños».