Chiva está partida por la mitad. El agua ha dejado tal destrucción que es como si hubiera caído un meteorito o una bomba. A Kamran la riada se le ha llevado la casa por delante; no hay tabiques, no hay pilares, no hay nada. Lo mismo le pasó a John; «empezó a temblar muy duro y saqué a mi hijo como pude, con el agua a la cintura. Al rato vimos como todo se hundía, el río se llevó la casa», explica.

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