Faltaban pocos minutos para las seis y media de la tarde del martes 29 de octubre cuando los pequeños Rubén e Izan, dos hermanos de tres y cinco años, se asustaron al quedarse a oscuras en casa, una casa de campo situada junto a un barranco de la localidad valenciana de Torrent. Su padre, que estaba preparándoles la cena para que no se fueran a dormir tarde, mientras la madre finalizaba su jornada laboral en el supermercado del pueblo donde trabaja como cajera, trató de tranquilizarlos sentándose con ellos en el salón. Sin luz, con la fuerte lluvia cayendo, y el barranco a rebosar de agua, sentían que dentro de su casa estaban a salvo. Nadie les informó de lo contrario. «Tenían que haberlos desalojado a todos, ahora mis sobrinos estarían vivos«, confiesa roto un tío de los menores.
Un «fuerte ruido y como si todo temblara» fue el preludio de la tragedia, según relata este familiar, atribuyendo el estruendo que escuchó su hermano a un camión que se llevó por delante el muro de la parte trasera de la casa. «Segundos después una tromba de agua los arrastró, mi hermano trató de cogerlos pero no pudo y los perdió de vista, es muy duro», relata Iván, que desde entonces lucha sin descanso junto a familiares, amigos y voluntarios para tratar de localizar los cuerpos de los dos pequeños. «Nadie nos los va a devolver pero hasta que no los encontremos no vamos a descansar, necesitamos toda la ayuda posible«.
El padre consiguió salvar la vida al sujetarse en una rama atrancada en un muro de otra parcela, tras ser arrastrado cerca de 200 metros. Durante las cuatro interminables horas en las que permaneció allí le confiesa a su familia que pensó en dejarse llevar, ya sabía que había perdido lo que más quería en esta vida, su hijos, y que si no lo hizo fue por su esposa. A ella le pilló la tromba de agua regresando a casa en coche. No pudo llegar al ser desviada. Desesperada trataba de contactar sin éxito con su familia.
El padre de los pequeños, lleno de cortes y con vendas caseras, comenzó la búsqueda de sus hijos esa misma madrugada cuando bajó el nivel del agua. Las heridas que sufrió en las piernas se le infectaron y ahora permanece en un hospital de Valencia, donde tuvo que ser intervenido quirúrgicamente.
Faltan medios especiales
Esta misma tarde se cumplirá una semana desde que la mayor tragedia natural de la historia reciente de España golpeó duramente el corazón de la provincia de Valencia. Desde entonces ni rastro de los dos hermanos y pese a que muchos vecinos y voluntarios venidos de toda España se han volcado con la familia, la realidad es que en la zona de Mas del Jutge en la que desaparecieron por la riada todavía no ha entrado maquinaria a retirar vehículos y tampoco hay personal de la Unidad Militar de Emergencias (UME). «Podrían estar en cualquier punto, debajo de un camión o entre las cañas, no entiendo que tengamos que venir gente de fuera para dar apoyo moral a la familia, porque en verdad poco podemos trabajar en el terreno, y que sigan esperando que venga maquinaria pesada», critica Jonathan Rodríguez, camarero de Madrid que junto a otros dos amigos participaron ayer en las labores de búsqueda.
«Aquí no hemos tenido ayuda de nadie hasta el sábado, los primeros días estuvimos buscando solo nosotros y ni un solo policía, guardia civil o militar vino a buscar a mis sobrinos«, se lamenta Iván, quien difundió por redes sociales una llamada de auxilio para que todo aquel que pudiera ayudar colaborara peinando el barranco en busca de los dos pequeños.
Fue el domingo cuando finalmente comenzó la búsqueda de profesionales y medios especiales, con perros adiestrados en localización de cadáveres, en esta zona de Mas del Jutge. Asimismo, también sobrevolaron la zona drones. No obstante, al mediodía todos estos efectivos se habían marchado y esta zona arrasada de Torrent quedó tan vacía como los primeros días, con los vecinos de Mas del Jutge solos y unidos contra la destrucción del tsunami que se llevó a Izan y su hermano Rubén.