La concesión del tercer grado penitenciario es sinónimo de celebración entre los reclusos al acceder entonces a una vida de semilibertad. Todavía supone una mayor alegría para los reos que arrastran grandes condenas por delitos de sangre, como era el caso de Pedro Antonio Alonso Alonso, alias el Quemamotos, el vecino de Alhama de Aragón (Zaragoza) que fue condenado a 21 años de cárcel por asesinar a un agricultor jubilado mientras dormía una noche de verano del 18 de julio de 2003. El vencimiento de sus penas se situaba en 2030 al sumar condenas por otros hechos pero, mientras disfrutaba del tercer grado, decidió volver a las andadas al agredir a dos policías nacionales que tranquilizaban a su novia después de que sufriera un brote autolítico. Otra vez se encuentra interno en el centro penitenciario de Zuera.

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