Esta vecina de Paiporta (Valencia) es una de las muchas afectadas a las que la DANA le ha quitado todo lo que tenía. Una DANA que se ha cobrado la vida de al menos 217 personas, aunque se espera que la cifra aumente notablemente con el paso de los días ya que hay más de 1.000 desaparecidos.
A la angustia de haber perdido todo se suma la de explicar a su hijo lo que ha sucedido. Su hijo sufre autismo y es muy difícil hacerle entender una situación tan extrema. Espejo Público se encuentra con este vecina cogiendo una barra de pan de los puestos de comida y agua que se empiezan a establecer, días después, por el pueblo para que los supervivientes de la tragedia puedan cubrir sus necesidades más básicas.
«Esto es mucho más de lo que se ve en televisión»
Aunque han cogido una barra de pan, no tienen muchas ganas de comer. «Esto es mucho más de lo que se ve en la televisión«, dice esta madre. «Hay familias completamente destrozadas», lamenta. Su hijo es autista y todo esto le afecta a su manera. Cuenta que después de la DANA la medida de autoprotección que ha seguido ha sido la de meters en su mundo. Gracias a la ayuda de unos amigos han conseguido sacarlo de Paiporta a pie, para que no tenga que convivir con el ambiente de caos y destrucción que se ha instalado en el pueblo. Actualmente se encuentra en Aldaia con unos amigos pero su madre sabe que aunque el joven haya salido del pueblo haber vivido esta situación le va a empezar a pasar factura.
Los padres están desesperados porque no pueden llevar a su hijo a su terapeuta para que pueda ayudarle a atravesar esta difícil situación. Intentan que, dentro de lo posible, su hijo mantengan las rutinas que tenía antes de que la DANA impactara en sus vidas. «Que haga lo que él hacía antes que era estudiar y después centrarse en sus lecturas», relata. Sin embargo, aunque el joven mantenga la rutina dentro de lo posible «es inevitable ver a mamá llorando o a papá preocupado y eso no le ayuda».
La recomendación de los expertos
Espejo Público habla con Ana Isabel Gutíerrez, psicóloga de emergencias, que coincide en la importancia de saber tratar este tema con niños pequeños y personas con discapacidad intelectual o mayores con demencia. Este tipo de personas puede tener unos síntomas de regresión en su enfermedad debido al estrés. «Se van a aniñar más, pueden tener conductas de autoconsuelo y acunarse y mucha irritabilidad». «Hay que hablarles muy despacio e intentar que haya calma», recomienda.