¿Cuál es la principal amenaza de los montes canarios en este momento?
Esta pregunta es complicada. Uno de los principales problemas que tenemos a día de hoy es que tenemos una necesidad por la demanda de la sobresimplificación. Me explico. Todos queremos identificar el problema de los montes, igual que el de los incendios o, por ponernos en un tema candente, el que está pasando con la vivienda. Parece que si encontramos el problema como algo unívoco podemos aspirar a encontrar un solución directa que nos permita resolverlo. Lo que sucede con los montes es que han estado, durante los últimos 80 años, sometidos a un cambio permanente. Se ha producido un cambio económico muy grande en las Islas que nos ha llevado de una sociedad, evidentemente rural, a una sociedad del sector terciario y de servicios que somos ahora. Eso ha provocado un cambio en la forma en la que nos relacionábamos con el monte; un abandono de la agricultura y de la ganadería y de determinados perfiles de este sector que tenían una relación más directa con nuestros montes.
Por lo que la fotografía de los montes ha cambiado en pocos años…
Evidentemente. Las fotos de principio del siglo pasado de algunos montes de las islas, comparadas con lo que tenemos ahora, son espectaculares en la diferencia. Pero es que son montes que ahora se encuentran en situaciones muy maduras, a veces muy sobrecargados porque no se han gestionado y generan una problemática que, como bien sabemos, tiene también mucho que ver con el ámbito de los incendios forestales que es una de las lacras que está castigando a nuestros montes y que normalmente es una de las cosas a las que la gente acude, ¿no? como primera respuesta. Y a todo, además, le añadimos que hay un calentamiento global, una modificación climática que se está produciendo a una velocidad mucho mayor que la que normalmente están acostumbrados a gestionar en nuestros montes y que se solapa en todos los demás.
Entonces se ha llegado a esta situación ya no solo por un hábito de sociedad, sino también por una evolución de la sociedad.
Sí, claro. Desde que aparece la bombona de butano a mitad del siglo pasado en este país -en 1953 en Canarias, cinco años antes que en la Península- y se empieza a convertir en un elemento habitual en el ámbito doméstico y en la familia, la relación con el monte cambia. Para empezar. Todo lo que son las zonas de proximidad y de media distancia, que tenían un tipo de presión sobre los montes, se modifica. Una presión que tenía un lado bueno y un lado malo; o sea, la presión agraria y el uso sobre el monte que ejercíamos antes había puesto en riesgo muchos elementos de la biodiversidad canaria de los que hoy somos mucho más conscientes. Antes no se le daba tanta importancia. La sociedad ha evolucionado, nos relacionamos de otra manera con los montes y eso ha implicado un cambio en la gestión y, en algunos casos, un abandono de la gestión porque hemos estado centrados en otros ámbitos del territorio.
Pero… en ese abandono de la gestión está la implicación de las instituciones. ¿Y ahora?
Pues ha llegado el momento en el que nos tenemos que plantear, y es algo que yo creo que es urgente aunque lleva tiempo siéndolo, de sustituir los procesos de interacción y gestión que se hacían antiguamente con los montes de las islas; hacerlos de forma dirigida por parte de todos los actores que trabajamos en el medio natural. Las instituciones, ahora mismo, parecen que han decidido empujar hacia adelante esa idea de que tienen que asumir la tarea de liderar la recuperación de modelos de gestión sobre nuestro entorno que suplan, de forma respetuosa, todo lo bueno que tenían los modelos anteriores sin caer en ninguno de los daños que también se ejecutaban en algunas ocasiones.
De ahí surge la iniciativa del céntimo forestal…
Sí. El céntimo forestal es una medida que, ya en su momento en 2010, hace ya catorce años, los colegios de ingenieros de montes y de ingenieros forestales en las islas la propusieron. Lo que pasa es que quedó en saco roto. Ahora, sin embargo, estos dos mismos colegios junto con el liderazgo de los profesionales forestales (Profor) y asociaciones como Silva de profesionales y de pequeñas empresas del sector forestal, junto con las administraciones, han visto la utilidad de estas medidas y, no solo se han subido al carro, sino que han empujado hacia adelante, proponiendo un mecanismo que, yo creo, es esencial. Uno de los problemas es que dependemos muchas veces de partidas que, en ocasiones, se resignan; de dinero de la Unión Europea,…. pero no se dispone de una fuente de financiación estable, sólida, planificable y consolidada que podamos utilizar para destinar, exclusivamente, a todas estas tareas.
¿Puede el céntimo forestal resolver esta situación?
Sí, claro, de hecho permite resolver ese escenario y, además, lo hace a partir de uno de los elementos de contaminantes y de afección al cambio climático, como es el consumo de combustible; a mayor volumen de consumo de combustible, mayor presupuesto para realizar acciones que ayuden a compensar sus efectos, con lo cual hay un equilibrio, además, en la fuente y el destino que es muy interesante.
No todos los cabildos parecen estar de acuerdo…
Es verdad que el nombre ha ido muy condicionado, pero yo creo que, en este caso, era importante para la gestión forestal y era de esperar que, a lo mejor, Lanzarote y Fuerteventura, que tienen una vegetación muy residual, pudieran descolgarse. Yo creo que lo importante de todas formas, por ser muy positivos, es el hecho de que las administraciones han aceptado disponer de la herramienta. Aunque ahora tengamos este tipo de mensajes con los Cabildos, si acudimos a la última reunión de la FecaiI, si no me equivoco, todos, o casi todos, firmaron a favor de que se tuviera disposición esta medida y que se aprobara por parte del gobierno canario. Lo que ha sucedido es que nos encontramos con que, a la hora de aplicarlo, ha habido una especie de espantada en cadena. Yo entiendo que esto depende de muchas circunstancias y hay un cierto pánico ante la idea de admitir que se está tasando de nuevo, otra vez más, a los ciudadanos para un nuevo perfil de actuación, en este caso, en el ámbito forestal.
¿En qué se invertiría, por ejemplo, lo recaudado? ¿Cómo el ciudadano vería que, realmente, están esos dos céntimos por litro de combustible invertido en el suelo de su Isla?
No se trata solo de tener grandes cifras y realizar aparentes grandes obras, sino de dinamizar todo ese sector que ha quedado olvidado, ese tejido de medianía que en las islas ha estado muy abandonado. Va a depender, un poco, de cada isla. La realidad forestal y empresarial de cada una de ellas es diferente. Estaríamos hablando de producción de especies autóctonas y de reforestación en algunos lugares; del cambio de especies en otros y de medidas preventivas que ayudará a defender los montes frente a incendios forestales. Hay iniciativas que se están trabajando ya como, por ejemplo, la generación de mosaico. Un cambio en el paisaje, a través de de mosaicos forestales, agrarios y lanaderos que permiten tener no solo un entorno conservado y con mayor resistencia y resiliencia. No hay que ir muy lejos, Gran Canaria lleva años aplicando el céntimo cero y tiene Gran Canaria Pastorea, el famoso concepto de las ovejas bomberas, que es algo que se lleva utilizando en muchos lugares, como en la propia península o en Francia desde hace muchísimos años, y ayuda a que se financien, y se pueden financiar con ayudas, a los ganaderos de medianías a través de este tipo de medidas. Previenes incendios y recuperas el paisaje canario.
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