Joan Carles Cejalvo salió ayer de Barcelona con una treintena de hombres rumbo a Valencia. Pensaba que estaba preparado: “habíamos visto en la tele los efectos de la DANA”. Pero no se esperaba lo que encontró a su llegada al municipio valenciano de Catarroja. Joan Carles forma parte de una treintena de hombres pertenecientes al cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Barcelona que, desde este sábado, trabajan a disposición del Consorcio Provincial de Valencia y colaboran en las tareas de reconstrucción y limpieza.
“Llegamos ayer por la mañana, salimos de Barcelona a las diez de la mañana y llegamos aproximadamente a la una, pero tuvimos muchas dificultades para llegar al PMA general, desde el que nos derivaron a este sector, a Catarroja”, relata el bombero. Con él, viajaron otros 31 compañeros, doce profesionales técnicos de servicios sociales y 26 guardias urbanos de Barcelona. En la capital catalana se quedaron muchos más compañeros que querían acudir y la llamada y no pudieron. “Pidieron voluntarios para venir y se apuntó mucha más gente de la que cabía”, asegura.
Sacar agua de los parkings
Una vez en Catarroja, valoraron con los bomberos del Consorcio Provincial las tareas que podían hacer. Ellos son la autoridad y nos pusimos a su disposición”, afirma. Los bomberos valencianos les llevaron a Catarroja y les indicaron diferentes áreas de la localidad donde podían trabajar. “Nuestras tareas son, sobre todo, sacar agua de los aparcamientos inundados y mover vehículos para despejar las calles”, detalla.
“Nos parece que dada la compleja situación, la integración que hemos tenido es perfecta: nos han dado faena y con cualquier cosa que necesitamos nos están atendiendo”, asegura Cejalvo. “Así que chapeau, excelente la coordinación local”, resume.
Trabajan con los bomberos y los cuerpos de seguridad locales pero no con los voluntarios, aunque, según el catalán, la oleada de solidaridad es inmensa. Pero sus compañeros de Servicios Sociales sí están a disposición del municipio. “Sobre todo, colaboran con cualquier demanda de atención psicológica”, explica. Por su parte, la Guardia Urbana trabaja con la Policía Local en el mantenimiento de la seguridad del municipio.
“Catastrófica”
Joan Carles Cejalvo no encuentra, al principio, palabras para definir la situación en Catarroja. Al cabo de unos segundos, se decide por una: “Es catastrófica”. “Nunca habíamos visto nada igual, impresiona aunque lo hayamos visto por la tele”, destaca. No solo se siente abrumado por el estado del municipio sino por la cantidad de gente que está “apoyando con su pequeña colaboración”.
Desde el entorno de los bomberos desplazados empiezan a alzarse voces que reclaman una mejor organización para las personas que, como esta brigada de Barcelona, vienen a ayudar. “No solo vienen de Barcelona, siguen llegando delegaciones de toda España, y vienen dispuestos a lo que haga falta”, asegura Paola de la Cruz. El padre de los tres hijos de esta educadora es uno de los que se ha desplazado a Catarroja, en este caso desde Torrent. Pero tiene compañeros “de Vigo, de Navarra, de toda España”.
“Que les dejen casas y hoteles”
“Ellos no se quejan ni reclaman, les es indiferente comer, dormir de pie o no comer”, asegura Paola de la Cruz. Por eso, desde fuera del cuerpo aunque consciente de las condiciones en las que están viviendo estos días, hace una reclamación: “Necesitan un sitio con agua caliente donde poder ducharse y una cama en la que poder dormir”. Hasta ahora, no la han tenido.
La educadora agradece toda la solidaridad y la ayuda autoorganizada. “La gente está volcada, entregada, todo lo que se está haciendo y se ha podido movilizar es gracias a la solidaridad entre vecinos”, explica. Fueron ellos los que solicitaron un espacio en la Florida Universitaria para que los bomberos desplazados pudieran guardar el material, y fue en ese mismo espacio donde pasaron las noches anteriores, en colchones hinchables que, de nuevo, encontraron para ellos los vecinos de forma desinteresada. Pero no tienen camas ni tienen agua. “Están en contacto con restos biológicos y tienen que poder ducharse con agua caliente, no por comodidad sino por seguridad sanitaria”, reclama.
Los vecinos y vecinas de la zona han podido, este domingo, organizar y habilitar que se queden en un club de tenis donde, al menos, se van a poder duchar. “No pedían ni siquiera poder comer, pedían poder ducharse”. Trabajan, asegura, en turnos de más de 30 horas seguidas. Poder descansar y asearse en condiciones es lo mínimo, dice, para “las personas que han venido a ayudarnos a sacar a nuestros cadáveres”