Llega el mes de noviembre, nos acercamos al final del año y de lo único que tenemos ganas con este frío es de hacer una escapada a un pueblo acogedor y muy bonito, donde podamos disfrutar de una gastronomía y unos paisajes espectaculares, que parezcan casi irreales.
La comunidad de Aragón esconde algunos destinos de película, con una magia inusual que le aporta la impresionante naturaleza que lo rodea, como la zona de los Pirineos. La provincia de Huesca tiene fama precisamente por los Pirineos, pero no es su única joya.
Los oscenses guardan a buen recaudo un precioso pueblo de 143 habitantes ubicado en el Prepirineo y escondido tras un paisaje alucinante. Después de atravesar unas carreteras sinuosas, nos topamos con un paraje pintoresco en la Comarca Hoya, justo frente a los Mallos, el límite natural entre la montaña pirenaica y el Somontano. Hablamos del municipio de Agüero, el pueblo más bonito al que viajar este mes de noviembre.
Una impresionante naturaleza y una historia irrepetible
Si Agüero ya es bonito de por sí, cuando llega el otoño se torna en un lugar de postal, un paraíso para los amantes de la naturaleza y de la escalada, pues está enclavado entre gigantescas formaciones de 200 metros de altura. Los Mallos son conglomerados de roca rojiza cuya tonalidad varía en función de la luz que reciben. Se formó al tiempo que los Pirineos, hace unos 65 millones de años, y es única en Europa. Los más valientes se atreven a escalarlos, pero también es posible rodearlos a pie en la ruta circular de cuatro kilómetros y medio.
Es también una muy buena opción ascender hasta el collado que se forma entre la Peña Sola y la gran mole de roca de los Mallos, sobre el que se erigía el Castillo de Peña Sola, del que hoy solo quedan unos pocos restos. Pese a que el entorno es lo más reconocido de Agüero -y con razón-, no es lo único, pues pasear por su casco antiguo merece mucho la pena. Su historia se remonta al reinado de Berta (1075-1110), que recibió Agüero -entre otros pueblos como Murillo o Riglos- como dote de nupcias y por eso la zona se conoce como Reino de los Mallos.
En él destaca la iglesia románica dedicada a Santiago que, a pesar de no ser un edificio inconcluso, es considerado uno de los templos románicos más bonitos de Aragón y Monumento Nacional. En la portada se puede observar un hermoso relieve con una representación de la adoración de los Tres Reyes Magos. Otra muestra más de la voluntad por preservar la tradición es que algunas casas conservan pequeños símbolos de antiguos oficios, como un ultramarinos de Dios sabe cuándo que se mantiene intacto.
Además, desde el fallecimiento del último campanero hace años, un grupo de jóvenes ha querido mantener vivo el oficio de hacer sonar las campanas que han hecho la función de reloj para los agüeranos desde hace siglos. Los tañidos resuenan en este pueblo secreto y no se detendrán siempre que haya algún vecino viviendo en Agüero. Porque hay tradiciones que no deben perderse y pueblos ocultos que no deberían olvidarse nunca.