Por si había alguna duda, las ramas del árbol de Miguel Hernández Gilabert están bien ancladas a las tierras de Orihuela y de la Vega Baja. Y sus raíces también. Es lo que refleja un estudio genealógico realizado por Joan Pàmies, investigador hernandiano, y Fran Belmonte, historiador especialista en genealogía e historia familiar. Varios meses de trabajo entre archivos y protocolos les ha permitido remontarse siglos atrás, hasta 1600. Una búsqueda que no sólo se ha centrado en los ascendientes familiares del poeta, también en los de su esposa, Josefina Manresa, y que se presenta coincidiendo con el aniversario de su nacimiento, el 30 de octubre de 1910.
Lozano, Medina y Lorente
El resultado, como suele pasar cuando se escarba en la historia, arroja evidencias, como su arraigo oriolano. Curiosidades que descubren algún antepasado llegado de Génova o el lejano parentesco con alcaldes que lo fueron de Orihuela, como Antonio Lozano, José Manuel Medina o Mónica Lorente, cuyo apellido era en tiempos pasados el de Llorente. Pero también alguna sorpresa producto de esos extraños giros del destino que a veces llamamos casualidad y que emparenta a Josefina Manresa con Luis Almarcha, clérigo y político franquista, después obispo de León, que más preocupado quizá por el alma de Miguel Hernández que por su vida fracasó en su intento de que el escritor renunciara en sus últimos días a los ideales que había defendido a cambio de atención médica y de su liberación.
Secular
Una de las certezas, no por obvia menos importante, es la profunda relación del escritor con la comarca, con Orihuela y con Elche. Ahora, y gracias al estudio, se puede decir que es secular y que nos remite a una boda celebrada en agosto de 1674 en la Catedral de Orihuela entre Dionisio Hernández Plaza y Ángela Sánchez Rodríguez, matrimonio del que nacerían 11 hijos. Uno de ellos, de largo nombre compuesto y apellidos Hernández Sánchez, es el que continúa la línea paterna descendiente hasta el poeta.
«Miguel Hernández es un ejemplo típico de la Vega Baja y de Orihuela, aunque rompe lo que es la endogamia de la zona. Es gente que está vinculada a Novelda, a Crevillente, a València, a Villena, a Murcia, es gente que se mueve mucho», apunta Francisco.
Los antepasados por línea materna los explica Joan: «Los Hernández vienen de Orihuela y los Gilabert proceden de Elche. Esto es importante porque es el error que hay, nos demuestra que no es de Redován, y que además el apellido está cruzado con Guilabert, que en Elche hay mucha gente que se apellida Guilabert. Luego lo vuelve a recuperar».
La documentación a la que han tenido acceso los investigadores muestra la ascendencia social de una familia paterna excelentemente situada en las esferas del poder en la Orihuela de los siglos XVII y XVIII, y de tan buena posición que algún antepasado tiene enterrado incluso en la mismísima catedral. «Orihuela tiene una pequeña nobleza y un clero muy potentes y el movimiento económico vinculado a estas clases es considerable», explica Fran.
Testamentos y albaceas
En su opinión los antepasados Hernández del escritor trabajaban para la nobleza: «Los hijos están muy bien situados, hacen testamento, y si tienes albacea y dejas pagadas 200 o 300 misas en sufragio de tu alma es que tienes dinero». Y apunta otro detalle indicativo de su estatus: «El marqués y la marquesa de Rafal son padrinos en el bautizo de sus hijos».
En sucesivas generaciones el cabeza de familia de los Hernández antepasados de Miguel serán ya labradores. «Es una pauta que se sigue en la Vega Baja. Después de la guerra con el francés a partir de 1810 las familias se empobrecen de una manera tremenda».
Con menos pedigree pero no menos industriosos, por línea materna los negocios con caballerías y ganado ocuparon a varios miembros de la familia. En 1775 su tatarabuelo, Antonio Guilabert, era calesero y sus descendientes serán tratantes, chalanes y corredores de ganado. Antes de eso su abuelo materno había sido soldado en el Batallón Provincial de Alicante en 1864. La larga y completa historia familiar de los Hernández-Gilabert encontrará fiel reflejo en la propia vida del escritor oriolano y en su universal obra literaria.
Conexión Almarcha
Es la información de la familia de Josefina Manresa, de Cox, la que aporta uno de los datos más sorprendentes. «Luis Almarcha -colaborador del régimen franquista que declaró en juicios sumarísimos contra represaliados republicanos después condenados a muerte-, era familia de Josefina Manresa».
Se trata de Esteban Almarcha Cerdán, natural de La Granja. «Ahí lo tienes -señala Joan-, el mismo tatarabuelo para Josefina que para Luis.
Ella pierde el Almarcha porque lo recibía por línea femenina, su abuelo era José Juan Manresa Almarcha. Con Luis pervive la línea masculina». Ambos investigadores coinciden en que la esposa del poeta desconocía el parentesco, pero Fran cree posible que el clérigo lo supiera: «Si el abuelo de Josefina, que ella le conoció, era Almarcha, y en Cox eran habas contadas, estoy convencido que Luis Almarcha sabía que la mujer era familia suya».