El barranco infernal que arrasó l’Horta el 29 de octubre ha vuelto a ser un arroyo tranquilo. El barranco del Poyo, o de Chiva, Torrent o Catarroja (algunos los pueblos que atraviesa) alcanzó los 2.228,9 metros cúbicos por segundo. Un caudal que supone «cuatro veces más el caudal normal del río Ebro», como recordaba esta semana la jefa de meterología de Àpunt, Victòria Rossselló Botey. Un tsunami en un cauce que apenas suele llevar un hilo de agua en muchas ocasiones. Este caudal tranquilo que ofrecía el barranco del Poyo, en el tramo del cauce justo después de la pista de Silla, contrastaba con uno de los cuatro vehículos que sobresalían del agua. Completamente aplastados, sin ventanas, con el barro enseñoreado de su interior y con los golpes visibles de haber sido bamboleado desde no se sabe dónde hasta el último tramo final de los 43,5 kilómetros de cauce: el lago de l’Albufera. Porque la rambla del Poyo no desemboca en el mar, sino en l’Albufera. Por eso es una cuenca endorreica,que fluye hacia el «interior». 

Fuente