A sus 100 años, Fulgencio López, un veterano ferroviario que abarca su larga carrera en el mundo de las vías, presume también de una vida llena de momentos significativos entre Biar, Villena y Alicante, donde forjó su familia y su legado.
A lo largo de su vida laboral, Fulgencio ha estado conectado con el ferrocarril. Cuando la línea de «La Chicharra» se cerró, fue trasladado a Alicante, para servir de capataz en la línea Alicante-Denia. «Siempre he estado ligado a ella», comenta con nostalgia, recordando a su querido equipo y los retos que enfrentaron juntos entre ambas estaciones.
Uno de sus peones, Santos, refleja esta conexión especial que tuvieron desde que se conocieron. Desde el primer día, Santos siempre se dirigió a él como «Fulgencio», un vínculo que ha perdurado a pesar de que otros le llamaban de manera más formal. Sus hijos -Josefa, Diego, Mari Carmen y Antonio- lo consideran un hermano más en la casa ya que, lo conocen desde los 13 años.
Tras su jubilación, Fulgencio ha encontrado un nuevo hobby: hacer collages de sus recuerdos. Entre fotografías y documentos, Fulgencio recopila su vida laboral y personal en su pequeño archivo. El veterano ferroviario recorta y pega todo lo que encuentra para distribuir a todo aquel que conoce un pedacito de su historia. Primero, monta en folios lo que quiere y luego uno de sus hijos se lo lleva a imprimir. Esta actividad no solo le mantiene ocupado, sino que también sirve como un ejercicio de memoria, que sus hijos afirman sigue intacta. «Si le preguntas algo, responde sin errores», dicen con admiración. Además, Fulgencio reconoce que es todo un perfeccionista como en su trabajo en las vías. «Si veo algo que no está bien, lo repito y me lo vuelven a llevar a escanear», añade el hombre centenario.
A pesar de su energía y determinación, Fulgencio ha enfrentado problemas de salud, incluida una hernia que ha limitado su movilidad. Aun así, no se rinde. Realiza ejercicios de brazo y pierna cada día, mostrando una agilidad sorprendente para su edad. «A veces levanto la pierna más alto que ellos», bromea, haciendo el movimiento delante de sus hijos.
Fulgencio López junto a su mujer Josefa Espí, sus cuatro hijos y uno de sus trabajadores en las vías / Héctor Fuentes
Fulgencio también destaca su cercanía con sus dos nietos, que viven en Santa Pola, por estudios, y Villena donde reside una de sus hijas. Por otro lado, sigue disfrutando de momentos con ellos y mantiene un interés activo en la información a través de los medios de comunicación. «Siempre tengo la televisión encendida, veo las noticias y el fútbol del Real Madrid», comenta, orgulloso de no perderse lo que sucede a su alrededor.
Aunque ha pasado casi tres años sin salir de casa, Fulgencio guarda la esperanza de volver a las calles que una vez recorrió y las escaleras que muchos días ha subido y bajado varias veces. Sus hijos organizan salidas, pero la inseguridad provocada por su hernia lo frena. Sin embargo, la vida de Fulgencio no se detiene en su hogar. Aún toma notas de palabras que no comprende en una lista para después acudir a sus hijos para preguntarles cuál es su significado. Su mano derecha sin temblores le permite poder escribir correctamente y coger un bolígrafo o una cuchara para poder continuar con sus tareas diarias sin problemas.
Por su parte, Fulgencio se llena la boca de palabras bonitas para su familia. «Tengo una familia que no es solo buena, es mejor, tengo a mis cuatro hijos cerca y 70 años de casado», responde orgulloso. Además recuerdan momentos juntos como cuando se llevaron a la pareja al pueblo de Josefa, su mujer, como regalo de las Bodas de Oro.
Aún así, Fulgencio añora su ferrocarril, visitar la estación, a su cuadrilla de amigos, ya fallecidos, con los que echaba su partida en la sociedad y bajar todos los días a hacerse un café y a almorzar, aunque no descarta bajar un día junto a su familia y estrenar esos pantalones que pide para salir.