Hoy les prometo que iba a escribir de otra cosa. Iba a escribir de la dolorosísima sensación de orfandad que sentimos desde el martes los vecinos de l’Horta Sud al ver como han desaparecido, de un plumazo, nuestros paisajes de la memoria, nuestro espacio vital, nuestras calles y plazas y, en definitiva, nuestros queridos pueblos. ‘Ja no tenim poble’, es el lamento generalizado tras esta espantosa DANA que ha venido para arrasarlo todo.
Iba a escribirles, también, de esos alcaldes y alcaldesas que, completamente incomunicados, se están dejando la piel, el sueño, la salud y las lágrimas junto a sus vecinos limpiando codo con codo el lodazal de coches y barro en que se ha convertido su municipio. Alcaldes y alcaldesas que el martes ya intuían, desesperados, el alud de fallecidos en garajes, bajos o arrastrados por la corriente. ‘Açò és horrible!’, gritaba llorando una alcaldesa el día de autos cuando no podía ni hablar con la Guardia Civil ni con la Policía Local y tenía a personas encaramadas hasta en los columpios de los parques.
Iba a escribirles, insisto, de esos alcaldes y alcaldesas que hacen piña por encima de las siglas políticas, a los que la gente injustamente increpa estos días por la calle pensando que de ellos depende desde la coordinación de las emergencias nacionales hasta el propio despliegue del Ejército español. Nada más y nada manos. No saber distinguir las competencias de cada administración es un peligro para todos porque agita los ánimos, la ignorancia y el demagógico y populista discurso de la extrema derecha con eso de que en la política y en los políticos ‘no se puede confiar’.
Como lo agrava, y ahora escribo de lo que no tenía previsto escribir, la inoperancia de ciertos gobiernos cuando se evidencian paralizados y lentos de reflejos en caso de tragedia. No hay nada que haga perder más el respeto al ciudadano que un equipo de gestión política que no reaccione, coordine y atenúe el dolor de su gente en caso de trauma, como es este.
Es desafortunado acusar a la ciudadanía de ser irresponsable cuando ésta sale en masa a ayudar al prójimo y lo hace no solo por una empatía natural sino porque siente que la entidad responsable que debería encargarse, no lo hace. Y es muy desafortunado ordenar a las familias, de malos modos y con una infinita frialdad, que se queden en casa y no se acerquen a estar junto a sus seres queridos en la morgue. Señores y señoras del Consell, a quienes están escondidos, aparezcan ya, por favor, son consellers del Gobierno valenciano. Pero si comparecen, intenten demostrar que son conscientes de lo que está sucediendo, que es, nada más y nada menos, que la tragedia más grave de este siglo.