Corría febrero cuando Javier Milei viajó a Washington para participar de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) como excentricidad sudamericana. Al ver a Donald Trump se abalanzó como un fan. «¡President!«, gritó en un inglés escolar. El magnate devolvió atenciones. «Es un gran señor. Es uno de los pocos que puede hacer a Argentina grande de nuevo». La escena es valorada por el anarco capitalista como algo más que un momento de identificación política: una fantasía anticipatoria. El Gobierno de ultraderecha cree el candidato republicano ganará las elecciones de Estados Unidos y aquel saludo de febrero, al grito «¡president!», no solo se convertirá en una profecía autocumplida, sino que tendrá para Milei su compensación: el extertuliano televisivo está convencido de que con la vuelta de Trump a la Casa Blanca se convertirá en el principal interlocutor regional de Washington.

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