Manolo Mocholí, María Benet, Lourdes García y su hija Angeline, Nuria Martínez, Rubén Lima, Adolfo Torres, la pequeña Hui de once años, Luciano Bravo, José Castillejo, Juan Miguel, Isabel… La lista negra de víctimas mortales, de vidas arrebatadas por la DANA, es por desgracia larga y el vacío que dejan en sus familiares tan doloroso. Y lo peor de todo es que no deja de aumentar a cada hora.
«Nos llamó una vecina para contarnos que mi tía había muerto ahogada en casa». Su nombre era Isabel y tenía 83 años. Vivía sola en Sedaví y la tromba de agua la pilló tan por sorpresa que le fue imposible subir a alturas superiores para resguardarse en casa de sus vecinos y salvar la vida. El último contacto con su sobrina fue el lunes por la noche, en una llamada rutinaria. «Ya no volvimos a saber nada hasta que nos avisó una vecina el miércoles por la tarde», relataba ayer a la puerta de la Comandancia de la Guardia Civil de València, donde acudieron a dar muestras de ADN para cotejar el nombre de la mujer fallecida en el domicilio de su tía.
Olas de agua que se cobraron vidas
Como ella, decenas de personas han acudido allí durante los últimos dos días para entregar muestras, ofrecer datos personales de sus allegados, interponer denuncias y, así, poder agilizar los trámites. A Juan Miguel, lo llamó la Guardia Civil tras localizar el cadáver de su hermano. Todo parece indicar que lo arrolló el agua cuando circulaba con su moto de vuelta a su casa desde l’Horta Sud hacia el barrio de Benimaclet. Así, uno tras otro. «A mi hermana, la engulló una ola en Riba-roja; es lo último que sabemos de ella», explicaba una mujer el miércoles a Levante-EMV a las puertas de las dependencias policiales tras llevar horas intentando contactar con el teléfono habilitado por la Generalitat Valenciana. Volvía de trabajar con una compañera de trabajo; salieron del vehículo y se subieron al techo de su coche; entonces, llegó la ola. «Su compañera ha aparecido con vida, pero está en shock y casi no recuerda nada», proseguía. Ayer se confirmó su deceso gracias a las muestras de ADN.
Algunos familiares han tardado hasta tres días en poder contactar a través del número habilitado
En plena carretera también, en las inmediaciones de Catarroja, la tromba de agua se llevó la vida de Luciano Bravo Morales cuando volvía del trabajo; estaba empleado por una empresa de colchones. Al quedar atrapado por el agua, salió del vehículo y se subió al techo de su coche. «Fue lo último que supimos de él», relata su cuñada. Dentro de la comandancia, estaban la mujer del fallecido y su hermano haciendo todo el papeleo. A la salida, les esperaban amigos de la familia para fundirse en un caluroso abrazo.
Una mujer de 83 años murió ahogada en su vivienda; una vecina informó a la familia el miércoles
Otros casos son más angustiosos porque su allegado está desaparecido, en circunstancias que auguran lo peor, aunque aún no tienen la confirmación del deceso. El hermano de José no sabe nada de él desde que volvía del trabajo en Cheste. Tras dos días llamando al teléfono de damnificados, les remitieron a la Comandancia. «Es vergonzoso que solo pongan un número de atención —, denunciaba—. Estamos llamando desde el martes y no lo han cogido hasta hoy. Solo queríamos poder dar muestras y encontrarlo». La pareja de un camionero tampoco ha conseguido contactar. «Ha aparecido el camión, la empresa lo ha localizado; pero no sabemos nada de él», relataba.
Una niña localizada a dos kilómetros del bar de sus padres
La pequeña Hui, de once años, se encontraba en el bar que regentan sus padres en Benetússer cuando la marea la arrastró sin contemplación hacia el exterior. Sus padres, que estaban con su hermano pequeño, no pudieron hacer nada por sujetarla y vivieron con horror como el lodo se la arrebataba. Con la ayuda de vecinos la estuvieron buscando sin descanso pero los peores temores se confirmaron ayer cuando fue localizada a dos kilómetros de distancia, en la explanada de un centro comercial.
Hay familias aun con esperanza. Es el caso de Carlos, nombre ficticio, que acude con su mujer y sus dos pequeños mellizos en carro. Desde el martes, no sabe nada de sus suegros. Ambos viven en Buñol y las comunicaciones se cortaron poco antes de que la madre de su mujer saliera del trabajo. Sin embargo, mantiene la esperanza: «Confío en que estén bien y solo sea un problema de comunicaciones», deseaba.
Siete muertos en un garaje
«Cuando me giré mi hermana ya no estaba, ese garaje fue una ratonera», confiesa con dolor Juan Benet. Su hermana María había acudido a visitarlo esa tarde del martes, escasos 150 metros separan sus casas. Cuando la mujer, de 61 años, salió para marcharse a su casa, antes de que la lluvia empeorara, «una enorme ola de metro ochenta se la llevó y la arrastró». El garaje, en el que varios vecinos de la finca trataban de sacar sus vehículos, actuó como un sumidero y la engulló hacia dentro del sótano.
Junto a ella otras seis personas fueron rescatadas ya sin vida por agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil en este garaje subterráneo del valenciano barrio de La Torre. Entre los fallecidos se encontraba Rubén Lima, agente de la Policía Local de València, destinado en la séptima Unidad de Distrito, y residente en la finca de este garaje comunitario. Las otras víctimas mortales son un matrimonio de unos 50 años de origen rumano, junto a su hija de 28 años, también residentes en dicho inmueble y a los que se buscaba desde la tarde anterior. Así como una pareja joven de veinteañeros, que no vivían en el edificio pero que habían acudido a sacar los coches.«A ella ya la he perdido, ahora solo quiero que vengan a por ella y la saquen de ahí», pedía destrozado su marido, Manuel Díaz.
Es la impaciencia del dolor de aquellos a los que solo les queda velar de sus cuerpos en tranquilidad y alejarlos del fango que les ha arrebatado a sus seres queridos.