Se llama «Brigada«. Nació como un grupo de whatsapp en la primera madrugada tras la DANA y el objetivo era ayudar, a quien fuera y como fuera. El jueves a las 9 de la mañana tenía 100 miembros, a las 13 horas tenía 1.500, y a las 16 la aplicación ya no aceptaba más gente.
De un grupo se ha pasado a 49 grupos divididos en zonas y necesidades. Brigada Ajuda Llauradors, Mislata, Picanya, Sedaví, Manises, Paterna, Albal, Chiva, Algemesí, Carlet, Furgonetas disponibles, Animaletes, Ayuda Psicológica… Son solo algunos de los nombres de grupos, muchos con cientos de personas dispuestas a ayudar en lo que se pueda.
Chevi y Pedro son dos de esos voluntarios. El jueves por la mañana se colgaron una mochila de 30 kilos al la espalda, llena de conservas, agua, leche, fiambre y hasta tabaco. Cogieron escobas, bolsas llenas de barras de pan y empezaron a caminar hacia las pedanías del sur.
Valencia y las pedanías
Cuando uno cruza los puentes que separan València de sus pedanías da la sensación de haber viajado a otro continente. «Es brutal. En la ciudad no ha pasado nada, pero aquí está todo completamente destrozado», cuenta Pedro mientras mira a su alrededor con incredulidad.
Chevi y él explican que no podían no venir, era una sensación física. «Se nos habría quedado mal cuerpo, teníamos que venir a ayudar, hacer algo», cuenta. Mientras caminan por una carretera devastada dirección Benetússer cuentan que no tienen ningún plan, sólo repartir agua y alimentos y ayudar en lo que les pidan. De hecho, se han cargado tanto las mochilas que tienen que parar cada 15 minutos a descansar.
Sin agua potable
La situación en las pedanías del sur es de escasez total. «Estamos en una situación límite. No tenemos agua potable ni comida», cuentan Ricardo y Eduardo, dos padres de familia que reconocen que han cogido fiambre y leche de un supermercado reventado por las lluvias al no tener otra forma de comprar víveres.
Ellos y sus parejas cargan mochilas y varias bolsas vacías porque han decidido ir a pie a Valencia para comprar, un éxodo que repitieron miles de ciudadanos de Paiporta, Benetússer o Catarroja. «Pedimos a nuestras familias que nos trajeran algo, pero en coche no se puede venir. Los supermercados están todos cerrados y nosotros no tenemos comida ni agua», lamentan. Les quedan kilómetros de ida y de vuelta para algo tan básico como hacer la compra.
Los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado no dan a basto, y los vecinos se sienten desamparados. «Han robado en todos los bajos, ninguno se ha librado, ni las jugueterías», cuentan. Lo más acuciante ahora, y lo que busca todo el mundo, es agua potable. También es lo que se está reclamando principalmente en los grupos de Brigada.
Un ejército de solidaridad
En la pasarela de sociópolis, en València, corre un río de gente dirección a las zonas inundadas. Cada uno ayuda como puede, desde chavales preadolescentes que reparten galletas a las personas con barro hasta las cejas a veinteañeras y veinteañeros armados con palas y escobas dispuestos a pasarse el día sacando lodo de casas de gente que ni conocen. Si se les pregunta, nadie lo dudó ni un momento, es una necesidad física de hacer algo. De ayudar.
En los chats se distribuyen consejos y se planifican las incursiones de la brigada solidaria para ayudar en los municipios. Una foto reza «qué llevar para quitar barro y escombros» con imágenes de escobas, palas, bolsas de basura y un cubo. Otra dice «qué llevar encima» y muestra pan, agua, botas largas y calcetines.
En el grupo de animales se busca ayuda y voluntarios para las protectoras de perros afectadas por las lluvias. También se encuentra a los dueños de los animales que huyeron y han sobrevivido. El mensaje más frecuente en estos grupos es «¿Qué podemos hacer para ayudar?».