Coches amontonados en Sedaví, Valencia. (Foto: EP)

Profesionales de los servicios públicos y gente corriente jugándose sus vidas por salvar las de sus vecinos mientras empresarios sin escrúpulos ponen en peligro las de sus trabajadores en plena alerta roja. Cuánta grandeza y cuánta bajeza juntas.

Nunca daremos lo suficiente las gracias a esos héroes, algunos improvisados y otros que a veces desarrollan su trabajo sin los medios suficientes por la ceguera y la irresponsabilidad de ciertos políticos. Y nunca se depurarán todas las responsabilidades con los desalmados que, mirando solo por su beneficio económico, han podido ser responsables de algunas de las tragedias vinculadas a la DANA. Es fundamental que los trabajadores denuncien todos los abusos de los que hayan sido víctimas para que todo esto pueda investigarse.

Esta DANA ha provocado decenas de muertos y pérdidas materiales ante las que las administraciones deben responder con rapidez y con garantías de que cumplirán sus compromisos. Porque cuando los medios de comunicación dejan de poner el foco en las consecuencias de los desastres naturales y el papel que deben jugar los políticos para paliarlos, cuando estas desgracias dejan de protagonizar a todas horas las noticias de la prensa, la radio y la televisión, es cuando algunos de esos responsables públicos se olvidan de sus promesas. Promesas de ayudas públicas que anuncian durante las visitas a los lugares donde han ocurrido las catástrofes, promesas ante las cámaras, mientras conversan con las víctimas. Promesas generalmente sinceras, pero sobre las que después, a veces, demasiadas veces, hay retrasos y olvidos.

A las organizaciones de la sociedad civil nos corresponde estar vigilantes para verificar que esas promesas se cumplan. Y que se cumplan cuanto antes. Organizaciones vecinales, de consumidores… todas aquellas que nos dedicamos a defender derechos ciudadanos tenemos que estar muy atentos a lo que ocurra cuando las cámaras ya no estén.

Y por supuesto, debemos controlar las respuestas a los afectados por parte del consorcio de compensación de seguros, esa entidad pública que se hace cargo de asumir las coberturas ante daños cubiertos en las pólizas de las aseguradoras cuando los provocan desastres naturales de carácter extraordinario. Si se desestiman reclamaciones de forma indebida, no hay que quedarse de brazos cruzados. Que sea un organismo público no implica que sus resoluciones sean siempre acertadas. Siempre, siempre, tenemos derecho a reclamar. Y cuando es FACUA la que reclama, las respuestas suelen ser muy distintas a las negativas que obtienen inicialmente los usuarios.

Soy Rubén Sánchez y en ocasiones veo fraudes.

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Rubén Sánchez

En ocasiones veo fraudes

Rubén Sánchez (Sevilla, 1974) es periodista y secretario general de FACUA-Consumidores en Acción. Defensor de los derechos de los consumidores, es habitual verle ejercer su activismo en los medios de comunicación españoles.

Es el autor de tres libros. El primero de ellos, Defiéndete, cuenta con un prólogo de Juan Ramón Lucas y es un compendio de 101 fraudes, con ejemplos llamativos de prácticas engañosas, préstamos trampa y contratos abusivos.

Timocracia, su segundo libro, cuenta con prólogos de Alberto San Juan y Gerardo Tecé y es un viaje al «oscuro mundo del fraude» a través de «300 trampas» que usan tanto empresas como gobiernos para «tomar el pelo a los consumidores» y con el que conseguir armas para contraatacar como consumidor.

Su tercer libro se titula ¿Por qué dejas que te roben? y llegó a las librerías en marzo de 2022. Con prólogo de Quique Peinado, es una nueva guía para aprender a identificar fraudes y ayudar a los consumidores a defender sus derechos.

También es director de la revista Consumerismo, dirige y presenta el pódcast de FACUA En ocasiones veo fraudes.



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