El extremo sur de Cataluña es, de momento, la zona más afectada del prinicpado por el paso de la Dana. Desde el pasado miércoles, las Terres de l’Ebre estan en alerta roja por el mal tiempo y las posibles inundaciones que se puedan derivar. Por eso, con las imágenes que han llegado del País Valencià y con los episodios extremos de desbordamientos sufridos estos últimos años todavía en la retina, los ciudadanos del Ebro se mantienen con miedo y expectación crecientes ante la llegada de las peores consecuencias del temporal. La esperanza está puesta en la suerte y en el respeto a las recomendaciones de las autoridades.
Los ciudadanos de las comarcas catalanas del Ebro (Montsià, Baix Ebre, Terra Alta y Ribera d’Ebre) han sido cautos y, ante los avisos de estos últimos días, han preferido mantenerse en sus casas. Así lo explican los vecinos de varios pueblos ebrenses. «Yo no he salido de casa en todo el día, porque por suerte puedo teletrabajar, pero sé que muchas carreteras están cortadas, así que tampoco podría irme muy lejos», explica Xavier Moises, vecino de Amposta, que se ha conformado con ver los efectos de las tormentas en su ciudad «desde la ventana». «Al recibir los avisos hemos entendido que teníamos que quedarnos a salvo y eso hemos hecho, no queremos correr riesgos», avisa Moises. También desde la Ràpita (Montsià), Joan Agustí de mantenía «expectante y con una sensación agridulce» por el recuerdo de otras inundaciones que han vivido en el Ebro y que «aun son muy recientes». «Ahora ya recibimos las alertas concierta normalidad, sabíamos que tarde o temprano sonaría el móvil«, afirma Agustí, que es corredor de seguros y asegura que, de momento, no ha recibido «ningua avalancha de llamadas por sinistros». Una manera como otra de rebajar los nervios, asegura.
Prevención y seguridad
Las clases en las escuelas, los insitutos y las gaurderías se han anulado esta tarde de jueves en esos centros en los que todavía no se había hecho. La Universitat Rovira i Virigili también ha suspendido las actividades presenciales y se han cancelado los actos de celebración de la Castanyada y de Halloween a lo largo de todos los pueblos de las Terres de l’Ebre. Juan José Bel, de Tortosa, ha reaccionado al mediodía al recibir el aviso por el móvil: «Hemos cerrado la oficina, hemos recogido a los niños al colegio y ya no nos hemos movido de casa, estamos asustados por lo que pueda pasar porque el territorio es muy escarpado, con muchos barrancos, y si se desbordan, estamos perdidos«. Estar pendientes del cielo es una actividad que, ahora, se han acostumbrado a hacer con los nervios.
En la era de las comunicaciones, hasta con la luz cortada es fácil recibir imágenes de la situación en Valencia para hacerse una idea del infierno que se debió vivir allí. Muchos vecinos reconocen el «miedo» por si se repiten los episodios apocalípticos, aunque se mantienen con esperanza gracias al aviso de la Generalitat que no se esperaba el mismo escenario. José Antonio Fornós y Fina Herrando, vecinos de Xerta (Baix Ebre), tenían que ir a Tortosa por la mañana y al final se han quedado en casa por precaución. «Estamos asustados por lo que hemos visto en Valencia, la situación es muy preocupante porque aquí ya lo hemos vivido muchas veces, el agua es así», explica la pareja.
«Llueve sobre mojado»
Las pasadas inundaciones en el Ebro, como las que se vivieron en septiembre del año pasado o las del Gloria en enero de 2020, siguen muy presentes en el recuerdo de los ebrenses. En el Montsià, comarca especialmente afectada, temen una repetición de los aguaceros que han afectado Alcanar en repetidas ocasiones los últimos años. «Volvemos a estar simpre con lo mismo, sin preocuparme mucho pero recordando lo que puede venir; en el Ebro siempre que llueve de manera desmedida, hace daño«, lamenta Eva Roig, de Amposta. Ella explica la situación de las calles inundadas de la ciudad, que solo le han permitido salir un momento por la mañana pero sin el coche «por el miedo a ser arrastrada».
En Horta de Sant Joan (Terra Alta), que han estado unas horas sin luz por la caída de un rayo, Pau Espuis reconoce que «es muy difícil que aquí pase algo grave» pero que está más preocupado por la agricultura y los campos que rodean la población. Desde la Sénia, Oscar Pla, campesino, se ha desplazado a sus fincas para ver las consecuencias de las lluvias. «No ha habido afectación material y los árboles no nos preocupan porque era un año de poca cosecha, por eso necesitamos el agua, pero esta vez llueve sobre mojado«, dice Pla. Las lluvias ayudarán a revertir la situación de sequía extrema que sufre el territorio, el pantano de Ulldecona (Montsià) ha conseguido acumular un poco de agua «que irá bien para regar». «Cuando llueve de golpe lo hace mal, pero ya estamos acostumbrados», se resigna el campesino.